El Pirineo aragonés brilla en el documental 'El arte de los analfabetos'

El rodaje de este filme dirigido por Kevin Castellano y Edu Hirschfeld recaló en localidades como Barbastro, Betorz, Colungo o Aínsa.

Rodaje del documental en el Pirineo aragonés.
Rodaje del documental en el Pirineo aragonés.
Inaudita Films

'El arte de los analfabetos', una película en la que el Pirineo aragonés tiene un gran protagonismo, se ha estrenado en la 39ª edición del Festival Internacional de Cine de Valencia-Cinema Jove. La obra cuenta la historia de Antonio y su padre, que recorrieron a pie miles de kilómetros desde Valencia hasta los Pirineos para poder sobrevivir. Ahora, 75 años después, él y su nieto Kevin vuelven a recorrer la misma ruta juntos, utilizando el cine para intentar sacar los recuerdos que están atrapados en su cabeza e intentar que acabe de escribir sus memorias. 

El documental, dirigido por Kevin Castellano y Edu Hirschfeld, es una 'road movie' de 56 minutos de duración que parte de las memorias de Antonio, en las que recuerda con una mirada sabia e inocente los primeros años de su infancia durante la posguerra española. Se entremezcla con la de Kevin en la actualidad, quien se enfrenta a la incertidumbre y la frustración de ser director de cine en Madrid, lejos de su hogar. 

La película lleva al espectador a través de un viaje emocional, trazando el mismo recorrido que Antonio hizo con su padre a pie. Un viaje desde las chabolas bajo los puentes del río Turia en Valencia hasta los majestuosos Pirineos aragoneses, pasando por varios pueblos emblemáticos de Huesca que formaron parte de su travesía.

Durante el rodaje de 'El arte de los analfabetos', Antonio y su nieto Kevin recorrieron los mismos pueblos de Huesca que Antonio transitó con ocho años, explorando la sierra de Guara, donde se encuentran la mayoría de estos enclaves. Algunos de estos fueron un hogar para él, como Betorz, donde acogido por una familia, aprendió a leer y tomó la comunión. La pieza no sólo revive las memorias personales de Antonio, sino que también resalta el fenómeno de la España vaciada y el éxodo rural que transformó tantos pueblos españoles. 

El equipo tuvo que recurrir incluso a un mapa militar y la ayuda de un vecino para llegar a algunos lugares ya abandonados y nunca antes filmados como Alastrué. Otros pueblos como Barbastro, Colungo o Aínsa también forman parte de la aventura, cada uno con su propia significancia en las memorias de Antonio, reflejando los desafíos y momentos clave de su infancia durante la posguerra.

El aspecto musical del documental también juega un papel crucial. Inspirada en ‘Sombrero en mano’, un pasodoble que Antonio recordaba vagamente de aquella travesía, la banda sonora es original de Miguel Matamoros, que se sirvió únicamente del piano para interpretarla y grabarla, transportando a los espectadores a ese espacio cinematográfico en el que conviven los dos personajes.

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