CINE. ARTES & LETRAS

Ana Asión y Fernando Sanz: "Sobrino de Florián Rey, Fernando Palacios fue un gran artesano del cine"

Los dos historiadores firman una investigación sobre el zaragozano que dirigió 'La gran familia' y a actores como Marisol y Pili y Mili

Los investigadores Ana Asión y Fernando Sanz hacen un trabajo meticuloso de cine e historia.
Los investigadores Ana Asión y Fernando Sanz hacen un trabajo meticuloso de cine e historia.
Archivo Asión/Sanz.

Se conocía a Fernando Palacios (Zaragoza, 1916-Madrid, 1965) sobre todo por ‘La gran familia’. Sin embargo, se trata de un cineasta que ha legado a la filmografía española otros títulos clave de los años 50 y 60. Nos dimos cuenta de que había pasado desapercibido en la historiografía fílmica, y quisimos paliarlo con una investigación en profundidad sobre su trayectoria», dicen Ana Asión y Suñer y Fernando Sanz Ferreruela, que publican ‘El cine de Fernando Palacios. La sonrisa complaciente del franquismo’ (Fragua, 2024. Madrid, 2024. 175 páginas.). Contestan los dos al alimón.

¿Cuál sería su lugar en esa valoración de contexto, tan minuciosa y brillante, que hacen de entrada del cine español?

El director zaragozano se incluiría dentro de la nómina de cineastas que optaron por la vía del entretenimiento, productos amables que conectaban con el público y que normalmente incluían rostros mediáticos entre sus intérpretes. Una línea cercana al trabajo realizado por otro aragonés, José María Forqué.

¿Qué sabemos de su vida zaragozana, de su vínculo familiar con Florián Rey y sus hermanos?

Por desgracia conocemos pocos datos de sus comienzos. Sabemos que nació en Zaragoza en septiembre de 1916, que era sobrino de Florián Rey, hijo de su hermana Asunción (Martínez del Castillo), que tuvo cierta vinculación con La Almunia de Doña Godina y que nada más terminar la Guerra Civil está ya en Madrid trabajando como ayudante de dirección de su tío y de otros muchos cineastas.

Entre ellos, en diez películas, con Ladislao Vajda. ¿Qué creen que le aportaron ambos?

Fernando Palacios comenzó su andadura cinematográfica trabajando a las órdenes de su tío, uno de los pioneros del cine mudo español. Por eso, de Florián Rey aprendió el oficio, los rudimentos necesarios para el desempeño de la realización cinematográfica, el trabajo con los guiones, las dinámicas de rodaje, la dirección de actores y todas las cuestiones técnicas necesarias. Y de Ladislao Vajda –que se hizo muy famoso con ‘Marcelino pan y vino’– adoptó el tono de sus películas: una suerte de realismo poetizado, muy lírico, amable y siempre con un toque moralizador y ejemplar.

Palacios dirigió películas variadas e interesantes. ¿Cómo definirían su pulso, sus intenciones, su profesionalidad, su estética?

Tal vez Palacios no haya pasado a la Historia como un genio del Séptimo Arte universal, pero sí podemos afirmar que fue un gran artesano del cine. Conocía muy bien su oficio, trabajaba rápido, casi siempre con equipos técnicos y artísticos muy similares, con los que se entendía muy bien. Pudo disfrutar de importantes presupuestos para sus películas, trabajó para grandes productores e hizo casi todas sus películas en color, cuando eso no era aún tan habitual. Nunca tuvo una vocación autoral, no quiso ser un hombre renovador y su cine no presenta una gran evolución a lo largo de su carrera. Siempre huyó de la popularidad, de los periodistas y de los flashes; si podía evitarlo, ni siquiera asistía a los grandes estrenos de sus películas en los mejores cines de la Gran Vía de Madrid.

"Nunca tuvo una vocación autoral, no quiso ser un hombre renovador y su cine no presenta una gran evolución a lo largo de su carrera. Siempre huyó de la popularidad, de los periodistas y de los flashes; si podía evitarlo, ni siquiera asistía a los grandes estrenos de sus películas en los mejores cines de la Gran Vía de Madrid"

¡Qué raro! Huidizo y tímido.

A pesar de ello su cine es muy correcto, cinematográficamente muy solvente y de una calidad superior a la media. Lo que sucede con Palacios y otros cineastas de su generación es que él fue un director comercial, que quería agradar al público, hacerle reír y emocionarlo con sus historias amables, en una época del cine español como el tardofranquismo en la que siempre se ha tendido a valorar más el cine disidente, o el que llevaba implícita una crítica social y política, como sucede con los miembros del Nuevo Cine Español, como Saura o Mario Camus. Además, trabajaba muy rápido, no dejaba nada abierto a la improvisación y era muy disciplinado, de modo que fue capaz durante varios años de sacar adelante dos películas en el mismo año.

Hizo dos películas con Marisol.

Y además en un momento crucial de la carrera de Marisol, pues la primera, ‘Marisol rumbo a Río’, es todavía una película protagonizada por una actriz infantil, mientras que en ‘Búsqueme a esa chica’, Marisol dio el paso ya a la adolescencia. Es una muchacha que tiene que buscarse la vida, tiene sus primeras experiencias amorosas y está convirtiéndose ya en una mujer.

Y la de las zaragozanas Pili y Mili. ¿Qué podemos contar?

Se trata de su última película, ‘Whisky y vodka’, que se estrenó en julio de 1965. Es la típica película de enredos derivados por el hecho de que las protagonistas son dos chicas de un parecido extraordinario, una de ellas la hija del embajador de Estados Unidos y la otra la hija del embajador de la URSS, lo que genera constantes equívocos y una trama de enredo muy entretenida. Está rodada en parte en los Alpes y es una de las pocas películas españolas que aborda el tema de la Guerra Fría, aunque sea en tono de comedia. Fue una película muy zaragozana; actuaba también el actor Roberto Camardiel, de Utebo.

Su gran película fue ‘La gran familia’. ¿Por qué gustaba tanto ese cine?

‘La gran familia’ ha sido la película que ha pasado a formar parte del imaginario colectivo de nuestro país durante décadas, sobre todo ese momento en el que el niño pequeño, Chencho se pierde en la Plaza Mayor de Madrid ante la desolación de sus hermanos y del abuelo, magistralmente interpretado por Pepe Isbert. Sin embargo, años antes ya había alcanzado un enorme éxito con películas como ‘El día de los enamorados’ o ‘Tres de la Cruz Roja’, que gustaron mucho porque el público se veía reflejada su cotidianeidad, estaba allí. Y además a los espectadores les gustaba en general las historias amables, sin demasiadas complicaciones.

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