Jesús Tejero, 'El Harry': "Hoy todos cantan por Camarón, y la mayoría acaba haciendo el ridículo"

El veterano cantador, santo y seña de las soleás, ofrece este sábado una actuación en la que se le tributa un reconocimiento a su trayectoria

Jesús Tejero, 'El Harry', una voz flamenca que se escuchará este sábado en Zaragoza.
Jesús Tejero, 'El Harry', una voz flamenca que se escuchará este sábado en Zaragoza.
Guillermo Mestre

"Es un reconocimiento, no un homenaje, porque ni me he retirado ni me retiro. Sigo cantando". Jesús Tejero Jiménez, 'El Harry', tiene un punto de emoción en la voz ante el concierto que va a protagonizar este sábado en el Centro Cívico Delicias. El ancho mundo del flamenco aragonés se ha conjurado para asistir a '¡Va por Harry!', una fiesta musical en la que, sí, se quiere rendir tributo a la figura de este cantaor irrepetible, el príncipe de la soleá, que tiene fama de hombre cabal y generoso. No se le recuerda haber llegado tarde a un ensayo o haber dicho que no a algún artista que necesitara ayuda. Pero él le quita importancia. "He estado tres temporadas con (el pianista Miguel Ángel Remiro) en un proyecto didáctico con niños con el que recorrimos media España -relata-. Todo el mundo se asombraba de que a las 10 de la mañana yo tuviera la voz fresca y pudiera cantar, porque lo habitual en un cantador es que no esté preparado hasta las 10 de la noche. Toda mi vida he sido así. En el trabajo hay que tener formalidad y comportamiento. Y yo, siempre que ha llegado mi hora, me iba a dormir". 

La fiesta (Centro Cívico Delicias, 18.00, entradas a 15 euros) comenzará con El Harry y los artistas que le acompañan en los últimos años, Moisés de la Rosa a la guitarra; su hijo, Antonio Tejero, a la percusión; David Giménez, 'El Candelas', al cante y coros; y Andrea Blanco, 'La Garlochi', y José Borja, 'El Pipol', al baile. A partir de ahí, numerosos artistas invitados se subirán al escenario para cantar y bailar, en una sucesión de sorpresas. 

Jesús Tejero, 'El Harry', es un cantaor de instinto, de premoniciones.  Nacido en 1954 en Zaragoza, vecino de la calle Ribagorza y del barrio de las Delicias, fue el mayor de cuatro hermanos, en una familia en la que el padre era tratante de ganado. "En mi familia cantaba casi todo el  mundo pero los que más me influyeron fueron dos de mis tíos, Basilio, que era un portento cantando, aunque fuera autodidacta; y Juan Antonio, que era un gran entendido y tenía una gran colección de discos. Empecé a cantar como profesional a los 19 años pero tuve problemas. En casa pensaban que ser artista era convertirse en un golfo, en un perdido. Hubo veces que vinieron a buscarme para alguna actuación y mis padres despachaban a mis compañeros con cajas destempladas. Les acabé convenciendo con mi comportamiento, con mi vida tranquila y normal, muy ordenada". 

El Harry acudía casi a diario, cuando acababa de ayudar a su padre, al bar Ventura, en la calle Miguel de Ara. Allí había un guitarrista fijo, El Tío Pepe, Pepe el de Zaragoza, un nombre propio en los anales del flamenco aragonés, un ciego que era un virtuoso de la guitarra. Al Ventura acudían muchos aficionados al flamenco porque podían subirse al escenario y cantar. Allí El Harry fraguó amistad con los guitarristas José Barrés, 'El Niño del Lunar', y Antonio Jiménez, dos figuras, este último también de la composición. Así nació Trébol Gitano, grupo con el que se fue a Madrid con tan solo 20 años. Les hicieron una prueba en 'Canasteros', el local que había creado Manolo Caracol, y ahí empezó una carrera brillante en la que actuó con todos los grandes, desde Juan (Juanito) Villar a El Chocolate, pasando por El Cigala. "Camarón ha sido el número uno, porque tenía una caja de música aquí (se toca la garganta). Hoy todo el mundo quiere cantar por Camarón y es muy difícil. La mayoría acaba haciendo el ridículo. Y es que están acostumbrados a oír sus grabaciones, y en los discos no ha habido otro igual. Al principio Camaron no les gustaba a los gitanos, porque preferían voces más recias, pero al final se dieron cuenta de que era un fuera de serie".

Fueron años de muchas actuaciones, algunas noches con dos ("en Madrid no se ganaba mucho dinero porque había muchos artistas, mucha competencia", señala), y no se dejó llevar por los excesos. "Alguna juerga me di, claro, pero tuve la suerte de que en el grupo nos juntamos tres o cuatro bichos raros. No bebíamos nada, la gente se reía cuando entrábamos en un bar porque todos pedíamos zumos. Pero eran años en los que el alcohol y las drogas estaban a la orden del día. He conocido a artistas muy famosos que se echaron a perder por eso".

El Harry, una figura de referencia en el panorama aragonés del flamenco.
El Harry, una figura de referencia en el panorama aragonés del flamenco.
Guillermo Mestre

Volvió a Zaragoza en los 80. "La familia y mi tierra siempre me han tirado mucho -subraya-. José se casó y se retiró un tiempo de la vida artística... Yo volví, luego estuve unos años con él en el Mesón del Toro,  que tenía un tablao. Nos volvimos a juntar y estuvimos un tiempo en el Oasis. En el 84 me retiré y me dediqué a la hostelería, con mi hermano. Luego volvimos en el 98, ya con otro nombre, Son de Zaragoza. Y luego, durante varios años y hasta 2017, con Puro Flamenco". En Zaragoza lo ha hecho todo y no mira atrás con nostalgia, aunque reconoce que "en la juventud se desaprovechan algunas ocasiones". "El flamenco es un misterio -añade-. Es una música de raíz, del pueblo, y a mi me gustan todas. Lo que no me gusta son los inventos".

¿Inventos, ahora que tanto se lleva el mestizaje?

"Yo de música no sé, solo sé de flamenco. Y creo que con lo del mestizaje hay mucha confusión. El flamenco es lo que es, y eso que llaman ahora 'flamenquito' no existe. Hay cosas que nos quieren vender que tienen de flamenco lo que yo de gaitero de Gales. Lo que canta Rosalía, por ejemplo, no es flamenco, empezando porque no tiene la tesitura de voz necesaria. El flamenco hay que mamarlo desde que eres niño. No se puede aprender, te lo tiene que dar Dios al nacer.

¿Puede un payo ser un buen cantador?

"Claro, pero es distinto. Hay paisanos que lo han cantado bien, pero es diferente. Al gitano se nos rasga el corazón cuando cantamos. Y, ojo, que hay que distinguir entre el canto gitano y el canto flamenco. El cante gitano es la bulería, los tangos, la soleá, la seguiriya, el taranto, el tiento, la alegría y muy poco más. Las serranas, por ejemplo, son un cante andaluz. Y pocos gitanos verás cantar la petenera. Hay una anécdota muy curiosa. Hace unos años vino Manolo de Vega a cantar al Principal y yo le acompañaba. En los ensayos hacía una petenera y yo le dije que cómo lo hacía, que cantara otra cosa. Pero se subió al escenario y, en la petenera, se cayó un telón del escenario que pesaba 200 kilos. Afortunadamente nadie resultó herido".

Apenas ha grabado tres temas, en un par de discos colectivos, pese a que los flamencólogos lo consideran una de las grandes estrellas de la soleá. Ahora que frisa los 70 años el disco es una necesidad imperiosa. 

"Yo soy un estropeador del cante -confiesa, con un punto de somardeo-. No he tenido ni facultades ni inteligencia para imitar a nadie. Cuando me he aprendido una letra he sido incapaz de acercarme a quien la cantaba. Pero al final no me ha importado, porque tener personalidad es lo más importante en un artista. En los años 70 había cantadores como Camarón, Juan Villar, El Lebrijano, El Turronero, Pansequito... Todos eran unos fuera de serie y muy diferentes entre ellos. Hoy lo que ves sobre los escenarios es muy repetitivo, falta personalidad. Todos son 'camaroneros' porque gustan las voces en falsete. El problema es que en cuanto hacen tres cantes no sabes muy bien qué han hecho. No es que lo hagan mal, son muy buenos, pero andan el mismo camino".

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