'Vidas perfectas': Matices maternales

Las amistades, por cercanas que sean, pueden verse dinamitadas ante circunstancias que hacen imposible la vuelta a lo de antes. ‘Vidas perfectas’ describe la relación entre dos mujeres, vecinas, íntimas y madres de dos niños que comparten clase y juegos, y cómo esta se transforma a raíz de la muerte accidental del hijo de una de ellas. Esta adaptación de la novela de Barbara Abel, a su vez basada en el filme belga ‘Instinto maternal’ (Olivier Masset-Depasse, 2018), expone los resortes emocionales que se activan en un lado y en otro en medio de las implicaciones de la tragedia. Acumula y encadena situaciones que podrían haber derivado en una ‘película de tarde’, si bien el desempeño dramático de Jessica Chastain y Anne Hathaway y el tratamiento de Benoît Delhomme, director de fotografía que debuta como autor, deparan una historia intensa, y por eso mismo absorbente, en cuyo suspense asoma Hitchcock.

El referente, que ni mucho menos significa que la obra alcance esos niveles, surge evocado por la tensión de las sospechas y por el marco de desarrollo (la década de los 60 en Estados Unidos). Dos momentos iniciales, la entrada a escondidas en la casa y los nervios por localizar a los menores, anuncian la progresiva incidencia del ‘thriller’ en una narración de partida llamativa por el parentesco de su perfil clásico con un tipo de cine añejo y ya poco contemplado. A esa base se suma el interés que ejercen los retratos de las mujeres y los matices detectados. En el caso de la madre golpeada, la pérdida irreparable, la distancia establecida por su impacto, el hallazgo de un asidero y el trastorno. Y en el de la amiga, el dolor, la preocupación y después las suspicacias y el miedo por la posible influencia de la exageración y del delirio.

Lo relatado se acompaña de lo que transmite la época reflejada respecto a las amas de casa de entonces. Un componente resumido en la soledad de las protagonistas.