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  • Javier López Clemente

'El padre', con Josep Maria Pou: La angustia de olvidar quién eres

Josep Maria Pou protagoniza 'El padre'.
Josep Maria Pou protagoniza 'El padre'.
Focus

La actriz Carmen Elías escribió un libro cuando le diagnosticaron alzhéimer. ’Cuando ya no sea yo’ era una espera activa mientras la enfermedad y el miedo ante la irreparable pérdida de la identidad se iban apoderando de ella. Como dijo Sylvia Plath, "lo que quiero recuperar es lo que era". En ‘El Padre’ llegamos tarde para recuperar quien era el protagonista, porque ya ha recorrido un buen trecho de la travesía hacia las tinieblas, y todas las referencias a su personalidad están trucadas. Unas por la conmoción de una hija atrapada en la encrucijada de como tomar las riendas de la vida de la persona que ha sido figura de amor y autoridad. Pero las de mayor impacto provienen de situar al espectador en medio del laberinto donde las conexiones cerebrales se pierden para provocar cortocircuitos y desbarajustes.

El texto de Florián Zeller tiene el talento de diseccionar las conductas habituales ante la demencia. Muestra la prevalencia femenina en los cuidados. Reflexiona sobre el trato condescendiente y la repetición en la sorpresa de los que se enfrentan al enfermo desmemoriado. Repite frases en bucle que alteran la percepción de la realidad, y utiliza la risa como válvula de escape para que la incomodidad ante las confusiones carezca de importancia, hasta que el tono de comedia se precipita hacia un final sin esperanza.

'el padre' ****
Producción:Teatre Romea.
Dirección:Josep Maria Mestres.
Reparto:Josep Maria Pou, Cecilia Solaguren, Elvira Cuadrupani, Jorge Kent, Alberto Iglesias, Lara Grube.

La sobriedad escénica marca saltos temporales aliñados por un diseño de luces y sonido que alteran la percepción de la realidad, mientras el peso de la peripecia recae en un delicado trabajo actoral de contención en gestos y palabras, y dejar en primer plano la naturalidad de un Josep Maria Pou que juega con el humor, hiere con crueldad inocente, y nos lleva desde la ironía del viejo cascarrabias hasta la angustia de quien está definitivamente perdido.

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