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Emilio Alfaro: “En la ficción hallo la libertad de imaginar y crear otras vidas posibles"

El periodista vasco, vinculado con 'El Diario Vasco' y 'El País', presenta en Zaragoza su segunda novela: 'El abismo que nos acecha' (Alberdania)

Emilio Alfaro sentía la necesidad de volcarse en la ficción tras haber abandonado el periodismo.
Emilio Alfaro sentía la necesidad de volcarse en la ficción tras haber abandonado el periodismo.
Archivo A. C.

Emilio Alfaro (Mendigorria, Navarra, 1955) publica su segunda novela, ‘El abismo que nos acecha’ (Alberdania. 2024), y la presenta el jueves 13 de junio, a las 19.00, en la librería Cálamo en compañía de la periodista Concha Montserrat, apasionada lectora y asidua colaboradora de Cálamo. Esencialmente periodista, Emilio Alfaro inició su carrera en ‘El Correo de Bilbao’, donde fue, en distintas etapas, cronista político, reportero y coordinador de reportajes y jefe de Opinión. Ha sido jefe de Comunicación del Gobierno Vasco. Trabajó en ‘El País’, donde firmó reportajes, crónicas y análisis sobre las tensiones nacionalistas, el problema de la violencia en Euskadi, algo que es el paisaje de fondo de su primera novela: ‘Matar, amar’. ‘El abismo que nos acecha’ es diferente: aborda los cuidados, las enfermedades terminales, la amistad y una pasión de madurez que se vuelve obsesión, fascinación y quizá desmesura.

¿Qué ha pasado en su vida o en su cabeza para pasar de hacer una crónica de ficción del terrorismo, como ‘Matar, amar’ (Alberdania, 2022), a una novela más intimista, llena de heridas y secretos?

Procuro separar en lo posible mi vida de la trama de mis novelas. Suelo partir de una hipótesis muy básica; un “¿qué pasaría si…?, para desarrollar a partir de ahí el argumento y los personajes. En este caso, el punto de partida no es el encuentro entre el terrorista arrepentido y la viuda de su víctima, con la cuestión de la culpa como elemento central, sino el deseo: las falsas ilusiones que se crea el protagonista al conocer a Claudia, por la que se siente irremediablemente atraído pese a la diferencia de edad y los avisos que recibe sobre su inclinación a hacer daño.

Empecemos por Gerardo. Es un hombre desubicado, en el otoño de la vida y en un otoño temporal (la novela sucede en tres o cuatro meses), donde le da vueltas a todo. ¿Ha querido reflexionar también qué hacemos con la vida tras la jubilación?

Ante todo he querido contar la historia de una persona que trata de encontrar sentido a la vida que le queda tras jubilarse y perder a su esposa. Una persona, sí, desubicada, y que en esa búsqueda encuentra lo contrario que deseaba: no el sosiego, sino una pasión insensata que lo lleva al abismo al que se refiere el título de la novela. Y eso le lleva a revisar lo que ha sido su vida y a añorar lo perdido. Efectivamente, el otoño y la nostalgia están muy presentes en el contenido y en la atmósfera de lo narrado.

Decide incorporarse a una oenegé de enfermedades terminales. ¿Hay alguna razón para esa elección, por qué se apunta a los cuidados?

Una razón utilitaria. Tenía que buscar un ámbito en el que fuera factible el encuentro entre la deslumbradora Claudia y el otoñal Gerardo. Lo encontré en el hospital de cuidados paliativos donde transcurre gran parte de la acción de la novela en el presente y donde se produce el episodio central. Es el azar el que conduce a Gerardo a colaborar en una oenegé que se dedica a acompañar a enfermos desahuciados y le conduce a las demás situaciones.

Ahí aparece Antonio, en los últimos instantes de su existencia. ¿Quiere con ambos explorar un complejo mundo familiar, lleno de sinsabores, de melancolía, de pérdidas?

Me horrorizan las novelas ‘de tesis’, las que parecen concebidas para explicar algo concreto, un trauma, una experiencia del autor. Prefiero que sea la historia la que vaya aflorando y desgranando cuestiones con naturalidad. Efectivamente, cuando Antonio, el paciente desahuciado, y Gerardo su cuentan sus vidas aparecen cuestiones como la frustración de las expectativas que nos hicimos, las pérdidas, la infelicidad o el infierno que puede ser la familia de puertas adentro, como es el caso de Antonio, su hija y su mujer fallecida.

"Como lector, me gusta la ficción pura, con historias en las que los personajes no solo actúan y padecen, sino que piensan, dudan, se angustian y se enfrentan a conflictos morales"
Portada de la novela que publica Alberdania.
Portada de la novela que publica Alberdania.
Archivo Alberdania.

La novela es la historia de una fascinación. La de Gerardo por Claudia, hija de Antonio. ¿Desea contar, meditar, sugerir, sobre la fuerza del deseo, que parece no acabar nunca?

El deseo es el motor de la novela. Una atracción que el mismo protagonista sabe o intuye que es insensata y puede causarle más daño que satisfacción. Pero aun así no puede evitarlo y le conduce a un desengaño trágico que se resiste a aceptar.

¿La capacidad de amar o de enamorarse, de admirar la belleza, no desaparece nunca?

Yo pienso que no. Seguramente cambia en su forma de manifestarse y se modula con la edad, pero no tiene fecha de caducidad. La literatura y la vida están llenas de historias de enamoramientos crepusculares, sean platónicos o muy carnales.

"Cuando Antonio, el paciente desahuciado, y Gerardo su cuentan sus vidas aparecen cuestiones como la frustración de las expectativas que nos hicimos, las pérdidas, la infelicidad o el infierno que puede ser la familia..."

Claudia es todo un personaje. Bella, misteriosa, quizá con una inclinación inesperada hacia el mal. ¿Cómo ha creado este personaje, es un poco la ‘femme fatale’ habitual o ha querido ir más allá?

Claudia es quizá el personaje más difuminado de la novela. No se llega a saber cuál es exactamente la naturaleza de la amenaza que le lleva a buscar a Gerardo interesadamente y a hacer lo que hace. Algo tiene de mujer fatal, aunque la indagación es por qué su inclinación al mal, a hacer daño a los demás, cuando lo ha tenido todo desde pequeña.

La escritura de este libro es muy distinta al anterior. Es una novela intimista, desgarradora, donde nada es lo que parece. ¿También pretendía explorar, por decirlo así, los enigmáticos recodos del pensamiento?

El cambio de tema y de tono respecto a ‘Matar, amar’ es radical, sí. He llegado con retraso a la literatura y no quiero repetirme. Como lector, me gusta la ficción pura, con historias en las que los personajes no solo actúan y padecen, sino que piensan, dudan, se angustian y se enfrentan a conflictos morales.

Soledad, amistad, compasión, tensiones entre parientes, loca pasión… ¿Diría que ‘El abismo que nos acecha’ es una meditación, con personajes y una atmósfera concreta, sobre la condición humana?

Sí. Podría decirse que en las vivencias de Gerardo y Antonio y la presencia perturbadora de Claudia se habla de la complejidad de la vida y de alguno de los impulsos básicos de la condición humana, como esos que apunta.

Ahora que ha abandonado el periodismo, ¿qué está encontrando en la ficción?

Ante todo, la liberación de la tiranía de la inmediatez y salir del corsé de lo real y del lenguaje periodístico, que ha de tender a la eficacia y la concisión. Y, en consecuencia, hallo la libertad de imaginar y crear otras vidas posibles.

Emilio Alfaro publicó, primero, una crónica del terrorismo y ahora da un giro hacia un mundo más íntimo.
Emilio Alfaro publicó, primero, una crónica del terrorismo y ahora da un giro hacia un mundo más íntimo.
Archivo C. A.

LA FICHA

‘El abismo que nos acecha’. Emilio Alfaro. Alberdania. Guipúzcoa, 2024. 252 páginas. [Presentación en Zaragoza, jueves, 13 de junio. Librería Cálamo, a las 19.00. Con Concha Montserrat.]

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