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María José Esteban estudia una Iglesia nada monolítica de la diócesis de Zaragoza, de 1946 a 1979

La historiadora publica en las Prensas de la Universidad de Zaragoza su elogiada y galardonada tesis en el libro: ‘Entre la fábrica y la sacristía’

María José Esteban sabe conjugar diversos planos en su libro, que ha recibido diversos galardones.
María José Esteban Zuriega sabe conjugar diversos planos en su libro, que ha recibido diversos galardones.
Archivo Pepa Esteban/PUZ.

Cuando murió Francisco Franco en 1975, nada tenían que ver dentro de la Iglesia española los sectores inmovilistas, los aperturistas y aquellos sacerdotes obreros que, más allá del Concilio Vaticano II, tocaban con la mano y con sus actos la Teología de la Liberación. Entre los inmovilistas, más cercanos al Concilio de Trento que al Vaticano II, se contaban obispos como Guerra Campos o Cantero Cuadrado, este último arzobispo de Zaragoza, procurador en las Cortes franquistas y por momentos tercera autoridad del Estado. Habían sido partidarios de elevar a Franco al cardenalato y pensaban en serio que Pablo VI estaba en manos del comunismo internacional.

Asistían junto al ultraderechista Blas Piñar al estreno de una nueva película sobre los milagros de la Virgen de Fátima. En cambio, los aperturistas, encarnados en obispos como Tarancón o Jubany, defendían la independencia de la Iglesia con respecto al poder político y apostaban por una «reconciliación» de los españoles. Por último, otros obispos, como Javier Osés en Huesca, Palenzuela o Cirarda, entre otros, apoyaban un catolicismo de base formado sobre todo por sacerdotes obreros que cedían locales parroquiales para reuniones clandestinas, difundían solapadamente consignas dentro de las homilías o pagaban las multas impuestas con colectas entre sus fieles.

Inventario del malestar

Pepa Esteban nos explica en este libro cómo el edificio eclesial se venía agrietando desde hacía años y, recién fallecido el dictador, corría riesgo de fractura. Nos ayuda a entender cómo va fraguando ese malestar, cómo se produjo el tránsito del apoyo inicial a la Cruzada al desenganche posterior, por utilizar palabras del profesor Manuel Ortiz Heras, no por casualidad autor del prólogo del libro. Nada tenían que ver los católicos de base con quien acababa de morir un 26 de junio de 1975, el aragonés Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei en 1928. En abierta oposición a la moral jesuítica, la riqueza y el éxito parecían conformar, para los numerarios del Opus, los signos más palpables de estar tocados por la gracia divina y de haber santificado adecuadamente el trabajo.

El libro reúne varios aciertos, entre otros el de saber jugar con distintos planos. De entrada, el contexto nacional español está siempre cercano (que si el contencioso por la designación de obispos entre Franco y el Papa Pablo VI, que si las teorías conspiratorias de Carrero Blanco sobre cómo la democracia cristiana estaba preparando el posfranquismo a través de Ruiz Jiménez, que si los sacerdotes presos en la cárcel concordatoria de Zamora, etc.). Pero, además, al contexto nacional se le agrega la perspectiva europea comparada, producto de las estancias investigadoras y de la labor profesional de la autora en varias universidades francesas. Porque estos movimientos católicos de base y de cristianos progresistas afectaron también a países como Francia u Holanda. Bien es verdad que protestar en dictadura no es lo mismo que hacerlo en democracia. En Francia, por ejemplo, la lucha contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial favoreció acuerdos entre católicos y marxistas en la defensa del territorio ocupado. Y tampoco podían olvidarse las referencias teóricas latinoamericanas de los obispos brasileños Fragoso o Helder Cámara, las acciones de Camilo Torres o del monje Ernesto Cardenal. Hasta hacer que el telescopio esté, en definitiva, muy bien utilizado.

La técnica del microscopio

Además del telescopio, el libro se sirve de la técnica del microscopio para estudiar una diócesis de provincias como Zaragoza, pero al mismo tiempo muy ilustrativa porque todo el mundo tuvo que posicionarse a raíz del «caso Fabara» y la cadena de dimisiones pastorales ocasionada. Bajar al microanálisis hace que el libro se zambulla en historias de vida, poniendo ojos, bocas y humanidad a los párrafos, lo que confiere al libro tensión literaria y riqueza narrativa. Reducir la escala de análisis permite también detallar con exactitud las cifras de los católicos que estaban realmente en la oposición democrática a la dictadura. Este ejercicio nos ayuda a comprender mejor otros capítulos del libro, como los vínculos de los católicos con el movimiento obrero y vecinal, el trasvase de militancia a partidos políticos durante la transición a la democracia o el papel de las mujeres cristianas y cuántas de ellas pasaron al activismo asociativo.

Además del telescopio, el libro se sirve de la técnica del microscopio para estudiar una diócesis de provincias como Zaragoza, pero al mismo tiempo muy ilustrativa porque todo el mundo tuvo que posicionarse a raíz del «caso Fabara»

En suma, la metodología de trabajo te va conduciendo de un capítulo a otro de la obra. Este mérito, entre otros, ha sido apreciado por expertos nacionales españoles que le concedieron el Premio Feliciano Montero a la mejor monografía en historia religiosa contemporánea y el accésit al Premio Miguel Artola, convocado por la Asociación Española de Historia Contemporánea. La investigación fue galardonada también con Premio Extraordinario de Doctorado (2023) en la Universidad de Zaragoza. Si leen el libro resultante, no se les caerá de las manos.

LA FICHA

'Entre la fábrica y la sacristía. Catolicismo de base, división eclesial y tensiones políticas en la diócesis de Zaragoza (1946-1979)'. María José Esteban Zuriega. Prensas Universitarias de Zaragoza. Zaragoza, 2024. 303 páginas)

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