el patio de mi recreo

Mayte Navales: "Si hacía alguna trastada, siempre me pillaban"

La escritora, guionista, actriz y fotógrafa zaragozana cuenta cómo fue su niñez.  

Mayte Navales, en 1973 leyendo en casa
Mayte Navales, en 1973 leyendo en casa
H. A.

Zaragoza, 1970. Escritora, guionista, actriz y fotógrafa. Su novela de fantasía ‘La última bruja’ fue finalista de los premios Minotauro e Ignotus. Su primer guión de largometraje ‘El árbol y el ruiseñor’, dirigido por Miguel Ángel Lamata, con Eduardo Noriega y Amaia Salamanca, se estrenará en otoño de 2024.

¿Recuerda su infancia como una época feliz?

Absolutamente. Somos cuatro hermanas y el recuerdo de nuestra niñez es una especie de ‘Mujercitas’. Tanto que, en Navidad, jugábamos a ser las protagonistas de la historia. Por supuesto, yo siempre era Jo (quizás mis hermanas también lo eran). Aún no sabía que quería ser escritora, y hoy, al recordarlo, siento que fue un presagio.

¿Recuerda qué le provocó sus primeras risas?

Las películas de Charles Chaplin. Especialmente, ‘Tiempos modernos’. Me provocaba calambres de dolor en la tripa lo que me hacían reír.

¿Y sus primeras lágrimas?

Una noche desperté llorando al darme cuenta de que un día todos moriríamos.

¿Qué era en el patio del colegio?

De niña era muy normal y tímida. No llamaba la atención ni por lo bueno ni por lo malo. Mis notas eran normales tirando a buenas. Mis fantasías y locuras eran interiores. De adolescente creo que era algo así como ‘la cinéfila’. Siempre hablando de películas.

¿Se sentía rara, especial?

La pasión que sentía por las películas y que compartía con mis hermanas, no la compartía con nadie más. A los 13 años ya prefería ir al cine a ir de bares o discotecas. Y sigo igual.

¿Recibió algún castigo que le dejara huella?

Si hacía alguna trastada, siempre me pillaban. Hubo varios años que me castigaron en el día de mi cumpleaños. Y durante mucho tiempo, pensé que era un día de mala suerte. Pero cuando presente mi novela ‘La última bruja’ el día de mi cumpleaños, se convirtió en mi día de la suerte (al menos de ese año).

¿Qué es lo que más le gustaba hacer cuando no estudiaba?

Leer y ver películas.

¿Tenía algún complejo que le amargara?

Era gordita.

¿Cuál fue la calle de su infancia?

Miguel Servet, una calle genial, cerquita del centro, muy de barrio y con un cine propio: el Roxy.

¿Echa de menos haber hecho algo en su infancia?

Leer más libros, ver más películas y empezar a escribir antes.

¿Era religiosa?

Fui a un colegio religioso desde los 3 a los 18 años. Un día, hará unos 15 años, estaba caminando por la montaña yo sola, feliz como una amazona loca, y tenía que cruzar un paso con una pequeña cascada de agua. Dudé si era buena idea cruzar o volver por donde había venido. Allí estaba yo con mis dudas cuando me di la vuelta y me encontré con el sacerdote de mi colegio, al que no veía desde hacía 25 años. Este me aconsejó no cruzar y dar la vuelta caminando con él ladera abajo y me ofreció un bocadillo de sardinas. Pensé: "Mayte, tú no creerás en Dios, pero Dios te acaba de mandar un cura para que no te estozoles montaña abajo. Tú verás lo que haces".

¿De qué modo le hizo sufrir el sentido del pecado, la sensación de mala conciencia?

Pues que no me perdono las pocas o muchas maldades que he podido cometer en la vida. Sobre todo, cuando, por egoísmo o por no saber, he podido hacer daño a otras personas.

¿Qué obsesión forjó claramente en esos años?

Soy muy obsesiva, me rayo por todo y con todo y, en cuanto tengo una solución para un problema, ya me he rayado con otro.

¿Hasta qué punto influía en su conducta el peso del ‘qué dirán’?

Horrible. Me gustaría habérmelo quitado, pero ahí sigue, conmigo, pegadito a mí. Una plastez.

¿Pensaba a menudo en la muerte? ¿Le angustiaba o le provocaba algún tipo de tormento?

Muchísimo. No por miedo a morirme yo, sino porque no quería que mis padres ni abuelos murieran nunca. Luego pensaba: "Bueno, pero iremos al cielo y estaremos todos juntos con mis hermanas y…" y seguía pensando…, "pero mis abuelos querrán estar con sus abuelos y con sus hermanas y estas con los suyos y… ¿todos juntos?"... Buf, demasiada gente. Además, pensar en la muerte de las personas me hizo pensar en la de los pájaros: ¡los pájaros tenían tanto derecho a ir al cielo como las personas! Y si los pájaros iban al cielo significaba que todo bicho viviente iba al cielo. Por lo tanto, el cielo (con todos a la diestra del padre) estaba muy apelotonado… Aquello no tenía ningún sentido, no me salían las cuentas y la conclusión era obvia: no había cielo para nadie.

¿Cómo ganó su primer dinero?

Trabajando con mi padre en su taller. Montando piezas de suministros de agua.

¿Cuál fue la primera estrella de cine que le fascinó?

Katharine Hepburn. Veía todas sus películas y leía todos los libros que encontraba sobre su vida. Fantaseaba con ser igual de independiente e indómita. Y, por supuesto, con ser tan buena actriz como ella.

¿Cuál fue la primera canción que memorizó?

‘La muñeca fea’ que cantaban Enrique y Ana. Iba sobre una muñeca que lloraba olvidada en un rincón y a la que querían mucho la escoba y el recogedor, el plumero y el sacudidor.

¿Qué libros le deslumbraron?

‘Tarzán de los monos’, ‘Los cinco’ y los cómics de ‘Superman’ y ‘El hombre enmascarado’. Adoraba los libros de aventuras. Creo que son mi mayor influencia, no puedo contar una historia sin que pasen muchas cosas.

De todo lo que le enseñaron sus padres, ¿qué es lo que caló en usted con más fuerza?

Que es bueno ser una buena persona.

¿Qué o quién le desató la vocación que le ha marcado?

Mi padre. Al igual que yo, es un devorador de libros y cómics, y un bibliómano empedernido.

¿En qué momento pensó a qué dedicar su vida?

Muy niña dije que quería ser artista, aunque no sabía a qué me refería exactamente. A los 18 quise ser directora de cine y actriz, luego cambié a la escritura y en ello sigo.

Si pudiera viajar en el tiempo y regresar a sus primeros años durante un día, ¿a cuál volvería?

Ya que puedo elegir, elijo dos: cambiaria un día que me porté fatal en casa y luego me daría una vuelta por la Navidad de los 12 años con mi madre, mi padre, mis abuelos, tías y hermanas. 

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