Cuando menos te lo esperas y crees que la cartelera no va a regalarte una película hecha con hondura, buenos actores y personajes bien creados y con historias ricas por lo que se escucha y se dice, llega la sorpresa. Me pasó hace unos meses con ‘Los que se quedan’, de Alexander Payne. No sé si era la mejor de las producciones candidatas a los últimos Óscar, pero sí que me gustó mucho, me llegó y la volveré a ver. Algo que me sucede poco últimamente.

Me ha vuelto a pasar con ‘Ex maridos’, un filme que sería una lástima pasara desapercibido porque contiene elementos que considero muy valiosos. Dirigida y escrita por Noah Pritzker, para el que creo este es su primer trabajo tras la cámara, ‘Ex maridos’ comienza cuando un hombre de unos 80 años se divorcia de su mujer, algo que el hijo de ambos no puede aceptar. Segundos después, sabremos que han pasado unos años y ese hijo también se está divorciando. Ahora viene lo bueno, lo que de verdad importa en esta película, y es la relación, hasta ese momento escasa, que recuperan ese padre y sus dos hijos con motivo de la despedida de soltero de unos de ellos. Ahí, en esa recuperación de afectos familiares, en sus conversaciones, en la forma de afrontar el futuro, asumir lo bueno que tuvo el pasado y aceptar el presente, está lo mejor de ‘Ex maridos’.

Noah Pritzker, autor de un guión rico en matices y en el que hay escenas estupendas con diálogos intensos y cargados de sentimiento, ha contado con tres actores perfectos -me alegra el regreso de Griffin Dunne- para la creación de tres personajes muy potentes, los tres muy diferentes pero unidos por un hilo familiar irrompible, que no se ve pero se siente. El padre, al que primero asociamos a un tipo muy neoyorkino a lo ‘woody allen’, no tarda en desvelar su hondura, con sus palabras y con su apoyo en la sombra a dos hijos que lo requieren. Buena, bonita y con mucho sentimiento.