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Inés Plana, autora de novela negra: "El sistema falla muchas veces y crea monstruos"

La barbastrense publica su cuarta novela, 'Fugitiva' (Espasa), donde aborda la maternidad, la fatalidad, la cárcel y la venganza

Inés Plana, hace unas semanas en Zaragoza, tras la presentación de su novela 'Fugitiva'.
Inés Plana (Barbastro, 1959), hace unas semanas en Zaragoza, tras la presentación de su novela 'Fugitiva'.
A. C./Heraldo.

¿Desde cuándo le interesan los aspectos sombríos de la realidad: la maldad, la ira, el crimen, los comportamientos extremados?

Pienso que desde siempre. Tengo una mirada crítica sobre la sociedad y exploro las contradicciones de la condición humana. Ya sabemos que hay bondad, grandeza y solidaridad, pero no fijo mi atención en las vidas bonitas, sino en la fealdad del mal, en su poder para devastarnos.

¿Nos habla ya de ‘Fugitiva’ (Espasa)?

Ja ja ja. En mi novela ‘Fugitiva’, la maldad está en lugares que nos parecen seguros, pensamos que estamos a salvo, y no es así. El crimen, el racismo, el deseo irrefrenable de venganza y los comportamientos antisociales están muy presentes en ‘Fugitiva’. Rosaura Castán, la protagonista, los va descubriendo en su intensa odisea y le desconciertan. Tenía una vida normal hasta que cayó en desgracia. Se enfrenta al mal desarmada y perpleja, porque nunca imaginó que existiera de ese modo tan potente y aniquilador.

Todos sus personajes tienen una evidente carga de psicología y complejidad, o de riqueza de matices. ¿Quiere decirnos algo sobre la condición humana?

Hay que profundizar en la condición humana, buscamos siempre el sentido de la vida porque somos seres mortales y caducos, y esa verdad incuestionable rige nuestra existencia. Podemos ser ángeles o demonios. El ser humano sigue unas normas dictadas por la propia civilización en la que vivimos y reprimimos nuestros instintos animales y ancestrales para poder convivir. Sin embargo, una discusión de tráfico, una idea dominadora del hombre hacia la mujer o el odio al diferente pueden desencadenar violencia, maldad, incluso crimen.

¿Ha abandonado para siempre a su héroe anterior, de tres novelas ‘noir’, Julián Tresser, o solo lo ha dejado descansar?

El capitán de la UCO de la Guardia Civil sigue conmigo y con sus lectores. En la tercera novela de la trilogía, ‘Lo que no cuentan los muertos’, Tresser cierra un ciclo de su vida y abrirá otro en la novela que ya tengo más o menos pensada. Por el momento, lo he dejado descansar. Yo quería arriesgarme, cambiar radicalmente de trama y de protagonista, y escribí ‘Fugitiva’. No entiendo la escritura sin riesgo y sin el afán de superarme a mí misma.

¿Cuál es el origen de esta novela: una noticia de prensa, de tele, una imagen, etc., una obsesión, una pesadilla?

Me han inspirado algunos hechos, como el caso del asesinato de la niña Asunta Basterra por parte de sus padres o el de la mujer que roció de gasolina y quemó al violador de su niña de trece años. En este último caso, que me impresionó, me pregunté qué habría sucedido si esa persona no fuera el violador, si la mujer se hubiera equivocado y hubiera matado a un inocente. Jugué con esas ideas en mi mente, entraron otras nuevas y fui creando la historia en mi cabeza. Antes de escribir, reflexiono y medito mucho, le doy muchas vueltas a la trama hasta encontrar su sentido.

No ha sido madre. ¿Por qué ha sentido la necesidad de abordar este asunto y además a través de una ‘madre coraje’, a la que han dejado sin hijo?

Construir a Rosaura en ‘Fugitiva’ fue un reto. En efecto, yo no soy madre y no he vivido el desgarro de perder a un hijo, pero quería meterme en su piel, interiorizar su desvastación emocional, entender sus reacciones y profundizar en su psicología. Las madres tienen ese potente vínculo, han llevado a su hijo en sus entrañas durante nueve meses, casi un año. Cuando nace el bebé, se corta el cordón umbilical físicamente, pero la conexión emocional permanece toda la vida. Tras leer ‘Fugitiva’, ha habido madres que me han confesado que se temen a sí mismas si alguien dañara a sus hijos, no saben de qué serían capaces.

¿Qué ha aprendido, qué ha visto, qué ha deducido con este tema: es el amor de madre quizá el más incondicional?

Así es, es el sentimiento de amor más incondicional, más profundo, carece de límites y, en todo caso, es inabarcable. Yo no he sido madre, pero he sentido ese amor sin condiciones en la mía, Victoria Giné. Me ha perdonado siempre cuando me he pasado de frenada, me apoyó muchísimo cuando estaba escribiendo mi primera novela, sabiendo las dos que es tan difícil publicar. «Lo conseguirás», me decía. Murió cuatro meses antes de que se publicara en Espasa ‘Morir no es lo que más duele’.

¡Qué pena! Son las que más disfrutan de estas cosas...

Estaba pendiente de nosotros y sufría con cualquier cosa mala que nos pasara a mí y a mis hermanos. Ese amor incondicional de mi madre también me ayudó para construir a Rosaura.

Cuenta accidentes que dejan huella, una madre que desata la culpa, un hijo muerto, la cárcel, la calle terrible... ¿Es el mundo un laberinto de imperfecciones?

Soy una persona optimista y positiva, pero soy consciente de que la realidad es un laberinto de imperfecciones, como bien apunta. Más allá de las avenidas impolutas, los edificios bien ordenados en el paisaje y las alcantarillas bien cerradas, sobreviven mundos ajenos a nosotros, gentes con el alma sucia, pobreza, droga, explotación y esclavitud sexual. A todos se les ha cubierto con una gigantesca alfombra imaginaria para no verlos, para escapar de esa realidad fea, pero ahí están. Yo levanto la alfombra y lo que aparece bajo ella son las aristas cortantes de la sociedad, la prueba definitiva de que el sistema, tal y como está concebido, falla muchas veces y crea monstruos.

¿Cuál es la importancia en su libro de la acción, de la fluidez narrativa, de la cantidad de cosas que pasan? ¿No quería ni dar un respiro al lector?

Me atraen las novelas que no me conceden respiro pero que, a la vez, me ofrecen un disfrute literario. Eso es lo que yo intento hacer. Depurar sin cesar, cortar sin miedo ni dolor para lograr una fluidez narrativa que interese al lector y no se sienta confundido cuando doy saltos en el tiempo.

Frente a todo, casi como una redención y otro modo de generosidad, está el amor. ¿Qué le dice la pasión a la novelista Inés Plana?

El amor es la luz en la oscuridad, un sentimiento arrollador y placentero. Siempre está en mis novelas, porque mis historias sórdidas, como lo es ‘Fugitiva’, necesitan los destellos del amor para mostrar la esperanza y la idea de que no todo está perdido. El amor de Ignacio hacia Rosaura, la mujer de su vida pero a la que considera inalcanzable, es el triunfo de la belleza sobre la maldad, es un amor que enternece. Habrá que ver si Ignacio se atreve al fin a confesarle a Rosaura sus verdaderos sentimientos.

Rosaura regresa a Barbastro. ¿Qué le debe usted a Barbastro? ¿Cuál sería su mejor recuerdo?

Yo le debo todo a Barbastro. Allí nací, jugué de niña, me construí durante la adolescencia, hice amigos y amigas que aún conservo, forjé mi sentimiento de pertenencia a un lugar que amo y amaré siempre. Tengo muchos recuerdos y todos buenos. Fui muy feliz cuando mi padre me sentó ante el volante de su Seiscientos y me enseñó a conducir por la finca familiar. Yo debía de tener unos nueve años. La sensación de poner la primera marcha y que el coche se desplazara me pareció algo mágico.

¿Qué novelas negras le gustan, qué autores, y por qué?

Aquí tengo que irme a los clásicos, que son los que me han enseñado o de los que he aprendido. Los diálogos tan hábiles de Raymond Chandler, la realidad sucia y violenta que nos muestran los mundos de Dashiell Hammett y las atmósferas tan densas y mórbidas que crea Patricia Highsmith me generan fascinación y sana envidia. Muchas veces me pregunto: «¿Cómo lo ha hecho?». Tienen soluciones literarias magistrales.

Inés Plana cuenta la historia de una mujer que está dispuesto a darlo todo por su hija, hasta su libertad.
Inés Plana cuenta la historia de una mujer que está dispuesto a darlo todo por su hija, hasta su libertad.
A. C./Heraldo.
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