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Muere Nuria Cano, una de las diseñadoras de la moda de los 70 y 80 en Zaragoza

Abrió su primera tienda en 1968, llegó a contar con cinco establecimientos, participó en Modaragón y asistía a los desfiles de París y Milán

Retrato de Nuria Cano en una fiesta hace algunos años.
Retrato de Nuria Cano en una fiesta hace algunos años.
Archivo Familiar Cano.

Ha fallecido la modista Nuria Cano (Zaragoza, 1949-2024), una de las grandes creadoras de moda en Aragón, vinculada con todo el movimiento de Modaragón, que emergió con mucha fuerza en los años 70 y 80 con numerosos desfiles y exposiciones. Sufrió una pancreatitis que puso fin a su vida en apenas 72 horas: murió el viernes y fue enterrada en el cementerio de Torrero el pasado domingo.

Hermana José Luis (Zaragoza, 1943-1993), uno de los pioneros del rock en Zaragoza, y de Jorge Cano (Zaragoza, 1946), que se ha dedicado a la publicidad, Nuria estudió corte y confección y con 19 años abrió su primera tienda, en 1968, en la calle Barcelona. Posteriormente iría ampliando su negocio y llegó a tener hasta cinco tiendas: en la calle Tenor Fleta con Camino de las Torres con el nombre de Baloo, en el Centro Comercial de Independencia, el actual Caracol y en San Ignacio de Loyola, entre otros lugares. “Si tuviese que definir a mi hermana, diría que era alegre, trabajadora, activa y muy inteligente. Siempre me impresionó su capacidad de trabajo y de emprendimiento -dice Jorge-. Recuerdo que de joven era guapísima, a los 18 no pasaba inadvertida. Trabajó muchísimo y fue una mujer curiosa, que estudiaba mucho, que hacía sus patrones y llegó a contar con unos 30 empleados si sumamos todos sus establecimientos”.

“Si tuviese que definir a mi hermana, diría que era alegre, trabajadora, activa y muy inteligente. Siempre me impresionó su capacidad de trabajo y de emprendimiento"

Jorge Cano recuerda que ella fue clave en el despegue de la moda en la ciudad. “Viajaba mucho. Iba continuamente a París y a Milán, solía hacerlo con compañeros de profesión, entre ellos con otro gran modisto como Antonio Marcén -agrega-. Allí veía todo lo que ocurría, asistía a los desfiles de temporada, y a partir de eso, tenía mucha curiosidad e interés, hacía sus ropas, que fueron expuestas en varias ocasiones. Y así, con otros compañeros, se organizaban pases de moda de primavera, verano, otoño e invierno. Hablo de mi hermana, desde luego, pero no me ciega la pasión: era una mujer avanzada para su tiempo y siempre estuvo muy atenta a las novedades. Tenía muchos clientes, y era querida y reconocida”.

Cuenta Jorge que Nuria Cano, madre de dos hijos y una hija, se mantuvo en sus negocios hasta el año 1995. “Era metódica y muy organizada. Cualquier persona que la haya conocido y que frecuentase sus tiendas, sabe que no exagero. Era así: laboriosa, creativa e innovadora”, declara. Exponía a menudo sus colecciones con otros profesionales de Aragón como Miguel Angel Martínez Escó, Carlos Forcén, Nacho Latorre, Gabriel Morales, Eloy Pérez y Modas Ríos, entre otros, y en más de una ocasión con ellos organizó desfile a favor de Asociación de Padres de Niños Oncológicos (ASPANOA) en hoteles de Zaragoza. En febrero de 1992, en la presentación de sus colecciones de Primavera-Verano, Carmen G. Vaquero decía en HERALDO de sus propuestas que Nuria Cano era “coherente en la línea y el color. Lino crudo y rosa carne visten sosegados trajes cortos y entallados. La diseñadora introduce aplicaciones metálicas y concede mucha importancia a los botones. Su ropa de mucho vestir combina el blanco y negro, en línea recta o con mucho movimiento”.

“Tras algunos reveses, de esos que a menudo da la vida, tuvo que cambiar de empleo y se incorporó a la empresa de seguros Generalli, donde se jubiló. Tenía mucho olfato para la venta”. Nuria Cano, amante de los colores claros y armoniosos, sentía una gran pasión por el arte: en su casa conservaba con mimo un retrato que le había hecho María Ángeles Cañada. En abril de 1993, en conversación con Marian Rebolledo para HERALDO, en un reportaje de domingo sobre su casa, decía: “He mezclado muebles muy trabajados con otros más depurados, los artesanales con los de líneas industriales, pero siempre he respetado la misma gama de colores. Lo mismo hago con mis colecciones de moda. Cada temporada pongo un escaparate coordinado, tanto en tonos como en formas. Y como digo siempre, la mujer debe encontrar lo que le va, que es lo que yo he buscado hacer en esta casa. Cada día el criterio de las personas es más importante, la moda se ha vuelto inteligente y no esclaviza como en los tiempo de Mary Quant, cuando cada mujer se lanzó a por la minifalda, le sentara bien o no”.

Añadía otro detalle la periodista, que también la retrata: dice que en su casa no había referencia alguna a su trabajo de diseñadora de moda. “Y ello se debe a que, según ella, la vivienda está pensada para relajar. Mobiliario, colores, todo”. Y concluía la mujer que acaba de irse con dolorosa sorpresa: “Esta casa es mi refugio”. Seguro que ahora, en otro lugar, hallará nuevo cobijo y nuevo patrones para seguir diseñando vestidos y sueños. Descanse en paz.

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