artes & Letras. ensayo

María Belmonte publica 'El murmullo del agua', un relato interesante

La escritora y personal divulgadora, fascinada por la belleza, dedica una cuidada monografía al agua y sus mitologías en Acantilado

La escritora y traductora María Belmonte, autora del ensayo 'El murmullo del agua', un libro que es una exaltación del agua, tan imprescindible en la historia de la humanidad.
La escritora y traductora María Belmonte, autora del ensayo 'El murmullo del agua', un libro que es una exaltación del agua, tan imprescindible en la historia de la humanidad.
Toni Albir/Efe.

Hay autoras con las que uno, de pronto, se encuentra por azar. Me sucedió con María Belmonte. Leí ‘Peregrinos de la belleza, viajeros por Italia y Grecia’ (Acantilado, 2015), su primer libro, centrado en escritores como Lawrence Durrell, Patrick Leigh Fermor, Henry Miller o D. H. Lawrence, ameno, escrito con fluidez y con un llamativo tono personal, que desde lo reflexivo transmitía afirmaciones rotundas («La belleza es lo único que salva al ser humano de la absoluta soledad»). Le han seguido otros títulos y me gustó ‘Los senderos del mar’ (Acantilado, 2017), un viaje hecho desde Bayona a Bilbao, donde se aprecia que la narradora que hay en ella tiene un mayor protagonismo.

Ahora nos ofrece ‘El murmullo del agua’, libro sobre fuentes, jardines y divinidades acuáticas, un ensayo articulado en tres bloques ( aguas clásicas, renacentistas y barrocas), lleno de una erudición que no causa desaliento ni sensación hipervitamínica porque los datos que contiene se van desplegando con precisión e intercalados con vivencias propias.

El arranque del libro describe dónde está el origen que provocó el inicio de su escritura. Fue, nos lo confiesa Belmonte, el hecho de leer una reseña en ‘The Guardian’ sobre la reedición de un libro publicado hace más de medio siglo por el británico J. B. Priestley. Esa reseña empujó a la compra y lectura de ese libro, ‘Delight’ (‘Placer’), en el que este escritor comparte un listado de los pequeños placeres de la vida, desde tomar un gin-tonic acompañado de unas patatas fritas en un pub de pueblo hasta bailar, iniciando la enumeración con el disfrute que le proporcionaba la visión de una fuente. A partir de esto último se desplegó para Belmonte lo que es el contenido de su libro, mezclando recuerdos personales y espacios que ha visitado con un conocimiento profundo de la Historia, mostrando palabras como manantial, alfaguara, hontanar, vena y otras muchas, junto a los mitos que rodean las fuentes, «lugares mágicos y liminares a los que hay que acudir sin prisa, como quien va a visitar a un amigo, para poder impregnarte de esa atmósfera especial que reina en ellas».

Para María Belmonte las fuentes son «lugares mágicos y liminares a los que hay que acudir sin prisa, como quien va a visitar a un amigo, para poder impregnarte de esa atmósfera especial que reina en ellas».

Las páginas que dedica a las aguas clásicas, con la veneración que los griegos sentían por el líquido esencial, desde Píndaro a Tales de Mileto, o con la afirmación de Plinio el Viejo de que «son las aguas las que hacen la ciudad», constituyen el ensayo más formal de este volumen, con una especial atención a las ninfas.

Pero el libro nos adentra a continuación en las aguas renacentistas desde el fervor que Belmonte ha sentido siempre por Florencia, vinculando el agua y las fuentes con los jardines, haciéndonos recorrer alguno de ellos, a partir de sus experiencias personales descritas con una cuidada escritura, deteniéndose especialmente en la villa de Castello, en la villa de Este y en la Gregoriana.

El último capítulo, dedicado a las aguas barrocas, se centra en contarnos que las fuentes fueron una forma de colonizar espacios dentro de una ciudad, además de ser símbolos prominentes de la iconografía de la Iglesia, pero carecían de alma, solo tenían piedra y agua, eran monumentos, hasta que apareció ese gran arquitecto llamado Gian Lorenzo Bernini, extendiéndose en sus cualidades, en sus proyectos y en su vida repleta de intrigas, éxitos y escándalos, analizando todo lo que significa esa culminación que es la gran fuente de la plaza Navonna.

Libro personal, erudito, didáctico, viajero y repleto de trazos personales, hecho por una ensayista que muestra a una interesante narradora que sabe poner la escritura al servicio del relato

María Belmonte recorre la ciudad de Roma a través de sus fuentes, antiguas o modernas, cisternas subterráneas, acueductos y ninfeos, pero también nos habla de Federico Fellini y de Anita Ekberg en la Fontana de Trevi, o de cómo aparece el agua en ‘La Gran Belleza’, esa película sublime de Paolo Sorrentino que es uno de los grandes homenajes hechos desde el cine a la ciudad de Roma.

Libro personal, erudito, didáctico, viajero y repleto de trazos personales, hecho por una ensayista que muestra a una interesante narradora que sabe poner la escritura al servicio del relato, alguien que nos habla del pasado para entender y enriquecer nuestro presente.

LA FICHA

'El murmullo del agua'. María Belmonte. Editorial Acantilado. Barcelona, 2024. 196 páginas. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión