Niños del Brasil y la felicidad del primer disco

La banda zaragozana grabó y editó en 1989 ‘Del amor y del odio’, una colección de diez canciones que fueron producidas por Luis Miguélez y Fredy Valbuena.

Antonio Estación, Nacho Serrano, Santi Rex y Enrique Bunbury en la primera encarnación de Niños del Brasil.
Antonio Estación, Nacho Serrano, Santi Rex y Enrique Bunbury en la primera encarnación de Niños del Brasil.
Javier Clos

En aquella efervescente Zaragoza de mediados de los 80 en la que los proyectos brotaban con admirable facilidad, emergió con luz propia una banda cuyo legado se ha prolongado hasta nuestros días. Niños del Brasil, con su pop electrónico de reminiscencias siniestras, fue franqueando metas nacidas del sentimiento más puro: la pasión por la música.

Santi Rex (voz), Nacho Serrano (teclados), Antonio Estación (bajo) y Enrique Bunbury (guitarra y segunda voz) conformaron en enero de 1987 la primera alineación, que en 1988 sufrió la partida de Bunbury ante la avalancha de éxito de Héroes del Silencio.

Como mandan los cánones más clásicos, el grupo grabó una maqueta en 1987 que fue la avanzadilla de uno de los momentos más esperados para cualquier artista, la edición del disco de debut. Acaeció en 1989 y se tituló ‘Del amor y del odio’.

La grabación se desarrolló en Madrid, toda una experiencia para estos jóvenes zaragozanos. "Fue básicamente divertida y, sobre todo, ilustrativa. Trabajamos con Fredy Valbuena y Luis Miguélez, que entonces tocaban con Dinarama. Fueron sesiones un poco caóticas dado que grabamos en un estudio de Madrid, Villa Melodie, que cambió de localización en tres ocasiones y muchas veces tuvimos que volver a repetir algunas de las pistas, como las voces, cosa que me vino bien para poder practicar más la voz en un estudio de grabación. Además, al ser un disco ‘low cost’, teníamos que compaginar nuestras grabaciones con las obligaciones de nuestros productores con Dinarama, lo que alargó la grabación unos seis meses... Con Luis Miguélez hicimos muy buenas migas. Nos enseñó muchas cosas técnicas, y no tan técnicas", explica Santi Rex.

La experiencia resultó muy enriquecedora y satisfactoria («Un grupo como nosotros aprende mucho en los estudios, trabajando con ingenieros, productores, arreglistas...»), que se multiplicó hasta el infinito cuando, poco tiempo después, las canciones ya eran carne de vinilo y de casete. "La primera vez que tienes un disco tuyo en las manos es una sensación gratificante y extraña, sobre todo aquel primer disco. En un principio no nos gustó demasiado la portada porque la foto original, de Javier Clos, estaba muy bien y el tratamiento que hicieron era demasiado contrastado. Pero ha sido una imagen muy nuestra y al final nos hemos acostumbrado. Cuando éramos jóvenes teníamos la mala costumbre de romper el primer disco que nos daban después de escucharlo. Vicio absurdo que también les pegamos a Héroes del Silencio. Los escuchábamos a todo volumen en La Estación del Silencio y luego los rompíamos... Todavía conservo por casa algún trozo de aquellos primeros discos", revela Rex.

La gira de presentación

El siguiente paso fue la gira de presentación de ‘Del amor y del odio’ en directo. Hasta aquel instante, Niños del Brasil únicamente había ofrecido dos conciertos. "La gira de presentación del disco fue a la vez la gira de presentación del grupo porque solo habíamos actuado en dos ocasiones: en la M-Tro y en la Enbruto en 1988. Después tuve que operarme de la rodilla, lo que provocó que el grupo se estancase durante un año y que nos quedásemos sin músicos, dado que Alberto y Ramón Gacías, del grupo Gazza, siguieron con su banda y sus carreras. En aquella gira de 1990 básicamente comenzamos a rodarnos por pueblos de Aragón hasta presentar el disco en el Rincón de Goya el día de San Jorge, en un concierto creo que bastante inolvidable para los que asistimos. Algunos de aquellos conciertos están colgados en nuestro Bandcamp: www.ninosdelbrasil.bandcamp.com", relata el cantante.

Entre las diez canciones que integran el álbum, Santi Rex destaca una de las menos evidentes: "Quizá a la canción de ese disco que más cariño le tengo sea ‘Maleficio’. Fue la última canción que compusimos cuando ya me habían operado y prácticamente la hicimos Nacho y yo por teléfono, sencillamente porque teníamos que terminar diez canciones de cara a la grabación y solo teníamos nueve. Además, me gusta porque es una de las más tecnopop de nuestra historia y también porque con ella rodamos nuestro primer videoclip: un delirio experimental en el Centro Cívico Delicias muy curioso para la época".

Transcurridos 35 años desde el lanzamiento del disco, Rex comparte su opinión sobre la vigencia de las canciones: "Nuestro primer disco es básicamente como el primer disco de casi todo el mundo: recoge muchas influencias y es quizás un poco naif. Las canciones suenan muy distintas y son de estilos muy diferentes, algo que intentamos evitar en la grabación del segundo álbum haciendo algo más sofisticado. Pienso que algunas han resistido mejor el paso del tiempo que otras, pero además de los’ singles’, hay grandes canciones, que es lo que importa".

‘Del amor y del odio’ encierra la curiosidad de que fue lanzado en primer lugar por Tirana, un sello independiente que creó Pito Cubillas, mánager del grupo, y siguientes ediciones –y los dos siguientes elepés de NDB– fueron bajo los auspicios de la multinacional Epic. "Trabajar con una multinacional es complicado. Tuvimos la suerte de tener un equipo que creyó en nosotros y con el que trabajamos muy bien en los dos discos que grabamos con ellos. Por desgracia, en aquella época la gente cambiaba mucho de departamentos y de compañías y, tres años después de firmar, prácticamente ya no conocíamos a nadie. Además, los intereses de una compañía discográfica no suelen coincidir con los tuyos... y la compra de Epic por la japonesa Sony supuso un replanteamiento interno que olvidaba cualquier lanzamiento nacional que no fuese un superventas", concluye.

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