A los personajes construidos sobre arquetipos conviene otorgarles dimensión. Al principio parece que ‘Caída libre’ va a quedarse en una historia sin alicientes en torno a la figura del mentor que ejerce una excesiva presión sobre su aprendiz para que saque lo máximo. Así lo sugiere la actitud desagradable de la entrenadora de gimnasia rítmica interpretada por Belén Rueda. 

Sin embargo, la película de Laura Jou, producida por J. A. Bayona, no se limita a esa vía porque atiende a los motivos que la llevan a ir perdiendo los papeles. Su comportamiento al descubrir que su distante marido no solo la engaña sino que va a tener un hijo con otra implica que asome el ‘thriller’, si bien el relato despliega un drama sobre el desquiciamiento y la deriva cuando la realidad se desmorona. Esa intención de dar pinceladas para luego no desatarse tiene su interés, al igual que la descripción de la protagonista y la actuación de Rueda, que transmite presencia y que se crece (aunque en algunos momentos convence menos).

Su Marisol es una mujer fuerte y de trato difícil que por dentro se tambalea. No quiere perder a su esposo y se agarra a su relación a pesar de que ha muerto, proceso en el que exhibe un lado obsesivo y perturbador a la vez que se sobrepasa todavía más en su perfil exigente. Jou, directora de ‘La vida sin Sara Amat’, sabe canalizar dicho estado emocional, expuesto en una narración centrada en la vistosidad y la estética de la imagen, en ocasiones más de la cuenta.

Cuando la situación favorece que lo enloquecido se abra definitivamente paso, la inflexión se produce en un sentido distinto. La evolución, quizá motivada por lo que piden estos tiempos en cuanto a los roles femeninos, no satisface de primeras, pero después sí lo hace por los detalles que deja. El tratamiento final señala que la obra no se ciñe tanto a lo transitado, aspecto detectado antes en la posición secundaria de la joven gimnasta.