'Búho': La vida es lo que uno recuerda
El psicólogo experimental Endel Turving propuso en 1972 dos tipos de memoria. La episódica que nos permite recordar el qué, el cuándo y el dónde de una experiencia concreta. La autobiográfica que genera la conciencia de uno mismo en las narraciones del pasado y juega un papel fundamental en la construcción de la identidad personal. El protagonista de ‘Búho’ es un antropólogo forense que hace muchas preguntas a los huesos de los cadáveres para reconstruir unas historias con pocas certezas. Un accidente lo deja sin memoria, y ahora es él quien busca las respuestas que un psicólogo le invita a plasmar en las páginas de una libreta, para que pueda acercarse a la máxima del novelista Luis Landero: "Escribe lo que recuerdes y dirás la verdad".
La dramaturgia potencia el valor narrativo de unos elementos técnicos que aúnan belleza y eficacia. Iluminación, espacio sonoro y proyecciones visuales transforman la escenografía para construir un puente entre la intensa claridad de un presente horizontal y la profundidad vertical de una memoria olvidada. Esa angustia que va de un mundo nítidamente reconocible a las sombras de una gruta donde yacen recuerdos, destellos de luz sobre fragmentos del pasado, y un hilo de Ariadna incapaz de encontrar la salida del laberinto hacia la vida.
El trabajo de los actores transita con fluidez y versatilidad entre dos niveles diferentes de interpretación. La apabullante sencillez orgánica les permite manejar la verdad de unos diálogos que giran una y otra vez sobre un desorden que se repite. La fuerza visual del trabajo corporal aporta verosimilitud a un mundo onírico, donde coreografías y gestualidad están a la altura narrativa de las palabras bien ordenadas, hasta conseguir que ritmo y movimientos transmitan deseos y emociones de una mente perdida.