POESIA ARAGONESA. OCIO Y CULTURAL

Nacho Corral, poeta: "El arte es necesario porque pone texto a nuestras emociones y las humaniza"

El escritor y educador publica un libro que parte de los textos de Raymond Carver y constituye una ofrenda al autor y una declaración de amor al padre

Ignacio Corral posee formación filológica y filosófica y reconoce el magisterio de Félix Monge y Tua Blesa.
Ignacio Corral posee formación filológica y filosófica y reconoce el magisterio de Félix Monge y Tua Blesa.
Oliver Duch.

¿Qué fue primero, su pasión por Raymond Carver o sus poemas? Acaba de publicar en Prames su libro 'Cuadernos Carver'. Nada menos.

Descubrí a Carver en mi época universitaria, en la facultad de filología de Zaragoza, que fue cuando comenzó a ser publicado por Editorial Anagrama en España. Fue un autor que influyó mucho en toda mi generación; sería interesante realizar un estudio de esta influencia en la narrativa y la poesía española a partir de los años 80 y ver como aún sigue influyendo de manera directa y también heredada. Pero la poesía es connatural a mi forma de expresión. Creo que desde que aprendí a escribir he escrito poesía. Eso sí, no me he prodigado en la edición de mis poemas, no ha sido mi prioridad, quizás porque no he encontrado en muchas ocasiones el suficiente sosiego o la seguridad de que aquello que había escrito mereciera ser publicado.

¿Por qué Raymond Carver, en qué se identifica con él, con sus cuentos, con su mundo?

Cuadernos Carver surge a partir de una lectura de las obras creativas completas de Carver. Quedaba ese recuerdo de aquella primera lectura, incompleta pero satisfactoria, de finales de los años 80. Y sentía la necesidad de completarla y reflexionar sobre su modo de entender el mundo mediante mi propio modo de verlo. Al ser un grandísimo autor, muy influido por otro de los grandes maestros de la literatura, por cierto, Anton Chejov, sus temas son universales y eternos. Y su enfoque es preciso, concreto, pero, al mismo tiempo tremendamente lírico. Digamos que muchos de sus cuentos se leen como poemas y que sus poemas bien pueden leerse como cuentos. No es pues el género lo que importa, sino esa peculiar manera de explicar el mundo, ese enfoque tan personal pero, insisto en ello, tan universal. Así pues los poemas de los Cuadernos fueron saliendo solos conforme iba leyendo los cuentos y poemas de Carver. En este sentido no me costó nada escribirlos. Fue más difícil la tarea de corrección y puesta de largo: es ahí donde surgen siempre las dudas y comienza el trabajo duro del escritor.

¿Por qué casi todos los poemas llevan un fragmento de Carver al final? ¿Qué cree que habría pensado él de haber podido leer este libro?

No casi todos, sino todos los poemas llevan esta cita. Digamos que es de esa cita de donde surge la inspiración de mis poemas. Es ese pequeño fragmento el que ha suscitado la reflexión o ha provocado la evocación que hay detrás de cada poema. Aunque también dejo claro que el libro no es un tributo a Carver, sino un libro muy personal que ha surgido a partir de la lectura de Carver, lo cual creo que es mucho más que un tributo. Podríamos considerarlo mas bien una ofrenda. Quiero pensar que a Carver le hubiese gustado y nos habríamos bebido una buena botella de Bourbon mano a mano mientras divagábamos sobre nuestras letras.

Ante todo, es un libro sobre la vida cotidiana, la memoria y la recuperación de instantes… ¿Lo ve así?

Sí, por supuesto. No tenemos otra vida que la cotidiana y los instantes. Nuestra biografía está hecha de instantes y la literatura o el arte cumplen la labor de recuperarlos y hacerlos perennes, inmortales. El arte es necesario porque pone texto a nuestras emociones y las humaniza de manera definitiva. No hay mejor educación emocional que la lectura, ni tampoco mejor modo de reflexionar sobre aquello que nos rodea. En tanto que humanos necesitamos del lenguaje y de la expresión para explicar el mundo. No nos basta con vivirlo, con experimentarlo, necesitamos nombrarlo, narrarlo y expresarlo. Es la condición humana, nuestra esencia.

¿Cómo ha manejado la parte más narrativa? Sus poemas son en buena medida casi microcuentos.

Pienso que el modo realista de entender la literatura de Carver, su lirismo narrativo y su manejo tan certero de los subterráneos de nuestra conciencia, han influido decisivamente en esa parte más narrativa de la que hablas. Fue un poco como volver a mi libro del año 1996, Suburbio, donde se retrataban los límites, los márgenes de nuestra sociedad, en aquel caso bajo la clara influencia de Cesare Pavese y del proceso de construcción del ACTUR Zaragozano.

Impresionan muchos los poemas dedicados a su padre. Especialmente, cuando explica cómo pintaba, cómo bebía, cómo fumaba, o cuando le subió a sus hombros para ver el mundo como cuenta en ‘Gigante’.

La influencia de mi padre es enorme. Pienso que en Carver sucede lo mismo; de un modo u otro la figura paterna está presente en muchos de sus relatos y poemas. Mi padre, José Luis Corral Bocos, era perito industrial y ejerció su profesión como tal en puestos directivos técnicos, y posteriormente fundando su propia empresa con otros socios. Pero su gran pasión era la pintura. Tiene catalogadas más de 5000 obras, entre pinturas y dibujos. Manejó múltiples registros, desde la abstracción en su vertiente más expresionista, incluso matérica en ocasiones, hasta el realismo y lo onírico. Era un maestro del color azul, que dominaba en todos sus matices, aunque se defendía con gran pericia también con los tonos cálidos. Realizó múltiples exposiciones tanto individuales como colectivas por toda España y hay obra suya repartida por todo el mundo. Pero murió demasiado joven, en el año 1990, con tan sólo 56 años.

Ignacio Corral reconstruye en varios poemas la conmovedora historia de su padre, perito industrial y pintor.
Ignacio Corral reconstruye en varios poemas la conmovedora historia de su padre, perito industrial y pintor.
Oliver Duch.

¿Qué poso le dejó?

Cuando era un niño la pintura era para mí como el respirar. Pasaba muchas horas en su estudio mirándole, oyendo música y dibujando y pintando sobre tablas que él me dejaba para entretenerme. Le veía beber y fumar sin parar, pero para mí eso era normal. Él lo llevaba bien, siempre me trató con cariño y me dio mucha libertad tanto de movimientos como de decisiones. También le interesaba enormemente la literatura y tenía una biblioteca amplia, tanto de autores contemporáneos como clásicos, que tuve la fortuna de heredar. Comencé a escribir textos poéticos y creativos desde niño, y él siempre me animó a continuar y me aportó lecturas que me ayudaron mucho a no perder nunca lo literario de mi punto de mira. Cuando murió me quedó la sensación, que se ha mantenido siempre, de que podía haber compartido con él muchísimas cosas, pero que no me dio tiempo a hacerlo, ni tampoco tuve, debido a mi juventud posiblemente, la iniciativa ni el coraje para aproximarme más a él y provocar también su aproximación.

Son muy bellos esos textos también sobre su doble condición de padre e hijo. ¿Qué manda más en usted, tu condición de hijo, que descubre un abandono azaroso en el parque, o su condición de padre, que lleva a su hijo de paseo y suceden cosas mágicas?

Son dos universos totalmente distintos. Yo perdí a mi padre con 23 años y fui padre a punto de cumplir los cuarenta. Nuestros hijos no han conocido a ninguno de sus dos abuelos. La paternidad es mágica y la infancia es el reino de la imaginación y la fantasía, el sitio donde ejercemos de verdad nuestro humanismo. Ser responsable de la crianza de los hijos conduce a recuperar al mismo tiempo esa infancia, esa magia de la que hablas, ese estar en el mundo abierto a las circunstancias y no tan pendiente de uno mismo. Así que si hacemos un poco de abstracción podemos identificar ambos hechos: ser padre y ser hijo, al menos desde el punto de vista de la paternidad; es decir, ser padre es lo mismo que volver a ser hijo.

También hay un viaje a la infancia, y al maltrato, y a la violencia de género. ¿Denuncia, sugiere, recuerda?

Hay en mi poesía un espacio importante para la denuncia. No en vano mi profesión es la de educador social. Ejerzo esta profesión desde hace casi un cuarto de siglo. Estoy tremendamente agradecido por todo lo que me aportan; recibo de ellas y ellos infinitamente más de lo que yo nunca les podré dar. Son las personas que más respeto me merecen del mundo y siempre les he defendido, les defiendo y les defenderé a capa y espada, quijotescamente y con un gran orgullo.

Su poesía es transparente, pero no elude el misterio ni la reflexión filosófica. ¿Es deliberado o la poesía también se escribe con intuiciones?

Mi formación es tanto filológica como filosófica, digamos que al 50 %. Estudié filología hispánica en la Universidad de Zaragoza, donde tuve la suerte de tener a dos monstruos de quienes guardo un recuerdo entrañable: Félix Monge y Túa Blesa. El primero falleció hace ya algunos años. Con el segundo aún mantengo el contacto: es la persona de quien más he aprendido el oficio de poeta, porque fué con él con quien de verdad aprendí a leer. Posteriormente estudié filosofía en la UNED, siendo ya mayor, con más de treinta años. Los misterios de la existencia, las grandes preguntas, no se desvelan mejor con un lenguaje complicado, de hecho no se desvelan, al menos por el momento, de ninguna manera. Platón no utilizó un lenguaje complicado y todos sabemos que la historia de la filosofía no es sino una nota al margen a la obra de Platón.

¿Qué vínculo tienes con el artista Enrique Radigales, aquí fotógrafo, y qué diría que aportan sus fotos al conjunto?

Enrique, que es un genio, es amigo mío desde los años 90 del pasado siglo. Él formaba parte del colectivo Ecrevisse y yo estaba muy vinculado a Drume Negrita. Sus macrofotografías aportan un impresionante aspecto conceptual al libro. Hace abstracción agigantando minúsculos objetos cotidianos, creando belleza de objetos de deshecho como colillas, pastillas de diazepam, pilas de lítio, cenizas, tallos de óleo secos, pelusas … que adquieren un expresionismo increíble bajo su mirada. Para mí el gran mérito del libro son las fotografías: es por ellas por lo que vale la pena adquirirlo. Son la obra de un genio que pasará a la historia y yo tengo la inmensa suerte de que haya querido inspirarse en mis poemas para crear a partir de ellos.

Ya sabemos que venera a Raymond Carver. ¿Qué otros escritores son decisivos en sus lecturas y en su formación?

Admiro a Raymod Carver y admiro a Walt Whitman, por citar a dos escritores norteamericanos. La lista de escritores a los que admiro sería interminable. Pero ya que hablas de veneración, no puedo dejar de nombrar a dos escritores a quienes de verdad venero: Claudio Rodríguez y Antonio Gamoneda. ‘Don de la Ebriedad’ y ‘Descripción de la mentira’ son para mí la biblia de la poesía contemporánea. No soy capaz de concebir mayor belleza que la contenida en ambos libros, ni mayor lucidez tampoco. Estoy en vías de venerar también la obra de Chantal Maillard, aunque aún me falta escarbar un poco más en su obra para conocerla en mayor profundidad. Y por supuesto, a quien para mí es el paradigma del poeta: el inconmensurable Leopoldo María Panero.

Ignacio Corral admira al "inconmensurable" Leopoldo María Panero.
Ignacio Corral admira al "inconmensurable" Leopoldo María Panero.
A. C./Heraldo.

TRES POEMAS DE 'CUADERNOS CARVER'

MI PADRE

Pasaba todas las tardes

en su estudio,

manchando con óleos

su ajada ropa de trabajo,

de pie o sentado

frente al lienzo.

Era rápido creando abstracciones,

figuraciones vislumbradas

entre manchas de color vivas,

estallando, rompiéndose,

como buscando un espacio

en que mostrarse y cobrar vida.

Bebía toda la tarde:

primero brandy Fundador,

varias copas,

hasta media botella a veces…

después

cervezas La Zaragozana,

una detrás de otra,

hasta que mi madre

le llamaba para la cena.

Fumaba todo el día,

un cigarrillo tras otro; a veces

incluso tenía varios

encendidos a un tiempo,

cigarrillos Bisonte, sin boquilla.

Pasaba con él, en su estudio,

algunas tardes, muchas;

mientras fui un niño

yo también pintaba, o dibujaba:

él me dejaba sus lápices,

los botes de pintura,

papel o tablas de marquetería

sobre las que plasmar

bocetos de colores.

Murió demasiado joven

de un cáncer de pulmón:

tenía 56 años.

[«… examino el desconcertado

rostros de mi padre

cuando era joven (…).

Le gustaría aparentar

fuerza y decisión para la posteridad (…).

Toda su vida mi padre

quiso ser un tipo seguro.

Pero los ojos le delataban,

y las manos (…)»

Fotografía de mi padre en su vigésimo segundo aniversario]

*****

HIJOS

Esa ternura con la que

paseamos juntos de la mano,

yo grande como un titán,

tú pequeño como una ardilla;

y los abrazos con que me das cobijo,

en los que yo me arrebullo, me orillo,

me hago una bola blanda y peluda,

un peluche blanco y barrigón

como un oso de las nieves,

que tú estrujas y al que aconsejas

y consuelas y proteges.

Esos abrazos grandes y generosos

en los que también tú buscas refugio

en tus momentos de desconsuelo,

cuando las pequeñas injusticias cotidianas

van saliendo a tu encuentro

y tú las sientes como grandes amenazas

que te llenan de dudas y miedos…

y entonces vienes corriendo y llorando

y yo te recibo y trato de explicarte

que todo tiene remedio,

que ya no pasa nada,

que alguien, desde algún sitio,

vela por protegernos y que de momento

nos tenemos uno al otro

en nuestro abrazo…

esa ternura con la que

paseamos juntos,

cogidos de la mano.

[«Somos extremadamente cuidadosos y tiernos,

como si percibiéramos el desarreglo mental del otro,

como si supiéramos lo que está pensando el otro.

No lo sabemos, claro.

Nunca lo sabemos. No importa.

Es esta ternura lo que me importa.

Es el regalo que me sostiene y me hace

el mismo de cada mañana»

El regalo]

*****

GIGANTE

Sobre los hombros de mi padre,

un hombre alto, con barba…

hace frío, huele a invierno,

alguien quema leña

en la chimenea de alguna casa cercana,

un olor que desde siempre percibo

cuando hace frío,

aunque nadie haya encendido una chimenea.

Me siento un gigante

sentado allí, por encima de mi padre.

Siempre había imaginado

cómo sería el mundo visto desde esa altura:

noto algo de vértigo,

pero él sujeta fuerte mis muslos:

es imposible que me caiga.

Pienso ser otro ser en mí,

me siento gigante, distinto,

aunque sé que sólo serán unos minutos

y que después tendré

que seguir mirando el mundo desde abajo,

soñando que quizás algún día

vuelva a sentir ese vértigo tan emocionante

sin tener que andar sentado

sobre los hombros de mi padre.

[«Un sueño: mi padre estaba vivo y me llevaba sentado sobre los hombros. Yo era un niño muy pequeño, de unos cinco o seis años. ‘Súbete aquí arriba’, me dijo. Y, cogiéndome de las manos, me alzó en el aire y me montó sobre sus hombros. Estaba a mucha altura del suelo, pero no tenía miedo. El me sujetaba con fuerza. Los dos nos aferrábamos el uno al otro. Luego echó a andar por la acera… Yo hacía como si fuera montado en un elefante. No sé adónde íbamos. Quizás a la tienda a comprar algo. O quizás al parque, donde me sentaría en un columpio y se pondría a columpiarme»

El elefante]

*Entre corchetes el texto original de Raymond Carver que inspira el poema de Nacho Corral.

Ignacio Corral tiene formación filológica y filosófica, y reconoce el magisterio de Tua Blesa y de Tomás Monge.
Ignacio Corral tiene formación filológica y filosófica, y reconoce el magisterio de Tua Blesa y de Tomás Monge.
Oliver Duch.

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