El decepcionante ‘remake’ de ‘El planeta de los simios’ realizado por Tim Burton (2001) parecía desaconsejar que la industria retomara el imaginario iniciado con la mítica película protagonizada por Charlton Heston en 1968. Sin embargo, ‘El origen del planeta de los simios’ (2011) sorprendió y señaló que las precuelas pueden ampliar, renovar y aportar cuando hay cuidado e ideas detrás. El citado título y las entregas de 2014 y 2017 conformaron una trilogía que dejó un buen recuerdo. ‘El reino del planeta de los simios’ abre etapa al transcurrir numerosas generaciones después de la historia de César. El nuevo filme emula a su referente y también aleja las lógicas reservas que genera de partida la intención de estirar una saga. Se mantiene en la notable línea anterior por su estupendo tratamiento del tipo de relato que toma para su estructura y por la sugerencia extra que ejerce lo que contiene y despliega sobre esa base. Y además lo consigue de la mano de unos impecables e imponentes efectos digitales.

Dirigida por Wes Ball, autor de las tres entregas de ‘El corredor del laberinto’, la obra desarrolla una aventura de iniciación a lo adulto. Una cuestión primero enmarcada en los ritos dentro del clan y que la violencia y la tragedia conducen hacia el aprendizaje y la madurez en términos de descubrimiento de lo que es la vida y de lo que había fuera de la aldea del joven simio protagonista. Los elementos clásicos se perciben asimismo en la relación entre Noa y la humana, al principio envuelta en la fuerza que proyecta que la inteligencia y la condición salvaje aparezcan invertidas. El relato no se queda en el cauce descrito, atractivo de por sí, y va más allá al añadir alicientes en forma de matices, vía culminada con lo que las perspectivas representadas al final evocan sobre la evolución y la reconstrucción. El perfil del villano y el del ‘colaboracionista’ suponen otros aspectos con dimensión.