El Trío Guarneri de Praga ofreció el tercer concierto de la Temporada de la Sociedad Filarmónica con un programa de gran altura sobre el papel, que se confirmó plenamente durante su ejecución.

Cenêt Pavlík abrió melodiosamente la ‘Elegía Op. 23’, de Josef Suk con un solo de violín inspirado, que Marek Jerie subrayó pronto con el violonchelo y seguidamente Ivan Klanský armonizó desde el piano.

Tras el breve preludio de Suk, los Guarneri afrontaron el ‘Trío en Si Mayor, Op. 8’, de Brahms, en el que confirmaron su madurez artística y su depurada expresividad en un ‘Allegro con brío’ de alta densidad armónica y extraordinario sentido del ritmo, ajustando las dinámicas a la exigencia romántica de la partitura.

El arranque festivo del ‘Scherzo’ por el violonchelo dio un giro atmosférico al discurso bramhsiano, toda una revelación de su espíritu jovial al componer este Trío a la edad de 31 años. El piano consiguió una resonancia casi sinfónica ya mediado el movimiento, antes de que ambas cuerdas retornaran el tema de inicio.

De nuevo el piano estableció un marco de alta solemnidad para que violín y violonchelo elaboraran la sosegada melodía del ‘Adagio’, antes de que el trío desembocara en el apoteósico ‘Allegro’ con el que concluye la pieza.

En la segunda parte de la velada llegó Schubert con su ‘Trío en Mi bemol Mayor, Op. 100, D 929’, inundando la sala Galve con su jubiloso ‘Allegro’, que los intérpretes bordaron con maestría estableciendo unos diálogos instrumentales dominados por el matiz y el detalle. El ‘Andante con moto’, segundo movimiento de la obra, que ocupa un lugar privilegiado en el Olimpo de la música universal, sonó como un hechizo que escapa a la comprensión intelectual e invade territorios mágicos de difícil descripción. Magníficos el ‘Scherzo’ y el ‘Allegro moderato’ siguientes. Hubo dos propinas.