Por
  • Carmen Puyó

'Mi soledad tiene alas’: el cine quinqui sigue enganchando

Óscar Casas, en 'Mi soledad tiene alas'
Óscar Casas, en 'Mi soledad tiene alas'
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Han pasado décadas desde que Carlos Saura (‘Deprisa, deprisa’), Vicente Aranda (‘El Lute’), Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma (‘El Vaquilla’) hicieran del mundo quinqui casi un género cinematográfico. Sus personajes y argumentos no han perdido interés ni para los creadores ni para el público, como muestra ‘Mi soledad tiene alas’, con la que debuta como director el actor Mario Casas.

Poco a poco, pese a la reticencia de muchos, Casas ha conseguido convertirse en un intérprete notable, aunque para ello tuvo primero que despegarse de la piel de actor juvenil, guapo y con músculo destinado a un público adolescente. Supo, también, combinar historias facilonas con otras con más garra, con la suerte de haber sido dirigido por realizadores estupendos que supieron encontrarle lo mejor a este intérprete. Prueba de ello son sus interpretaciones en filmes como ‘Grupo 7’, ‘El fotógrafo de Mauthausen’ o ‘No matarás’.

‘Mi soledad tiene alas’ ***
Director:Mario Casas.
Guión:Mario Casas y Déborah François.
Intérpretes:Óscar Casas, Candela González, Farid Bechara, Fran Boira.

Con ese equipaje, Mario Casas acaba de estrenarse como director. ¿El resultado? Mucho mejor del que se espera de un debutante que, además, también ha coescrito el guión, desarrollando la historia de unos chicos de barrio que sobreviven con sus trapicheos y pequeños golpes. No vade esto solamente ‘Mi soledad tiene alas’, porque la gran virtud de Casas es que, sin hacer nuevo el género, logra componer unas personalidades atractivas y potentes a las que retrata con un poso de melancolía, una cierta tristeza y la necesidad de encontrar valor al presente.

Hay algunos desaciertos en el desarrollo de esta película, con algunos personajes algo forzados y secuencias que no terminan de cuajar. Pero, también, va sobrada de méritos, con una estupenda pareja de actores, Óscar Casas -con algunos momentos preciosos- y una Candela González que parecen llevar toda la vida delante de una cámara. Una película intensa a ratos, ágil, con emoción y gran sentimiento. Es otro tipo de cine quinqui.

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