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Alberto Quílez: "Aprender a aprender, esa es la verdadera clave"

Premio a la Excelencia Educativa en 2021. Finalista a mejor docente de España en la categoría de Universidad.

Quílez, en el Paraninfo. Detrás, la estatua de Jordán de Asso.
Quílez, en el Paraninfo. Detrás, la estatua de Jordán de Asso.
Guillermo Mestre

Alberto Quílez fue Premio a la Excelencia Educativa en 2021. Un año después, en 2002, se introdujo en el selecto grupo de 10 finalistas a los mejores docentes de España en la categoría de Universidad. Ahora repite: entre mil candidatos ha sido seleccionado como uno de los 50 mejores junto a los también aragoneses Pilar Diago (Facultad de Derecho) y Sandra Vázquez (Facultad de Educación).

Su nominación es reciente, pero tiempo atrás ya me dijo Alejandra Cortés que me fijara en usted.

Alejandra siempre me ha estimado mucho. Igual que yo a ella.

Cortés fue nombrada primera catedrática en Educación en Zaragoza. Hay mucha mente inquieta en esa Facultad…

Ya lo creo. Sandra Vázquez, también nominada este año, pertenece a la misma Facultad de Educación. Por cierto…

Dígame.

¡Sandra es mi jefa!

Qué bueno...

Ella es subdirectora del Departamento de Educación. Yo soy profesor ayudante doctor en los grados de Magisterio de Primaria e Infantil, además de director del postgrado de Experto Universitario en Altas Capacidades, que yo mismo diseñé y creé como título propio para la Universidad de Zaragoza.

Hablan y no paran de su carrera meteórica…

Empecé tarde… A la universidad me incorporé como profesor en septiembre de 2019.

A fe que le ha cundido…

Hasta entonces había trabajado de camarero, como peón albañil...

Sensacional, me encanta, y prometo no interrumpirle más. Continúe con su currículo, por favor.

Como camarero, fue en Alcañiz los fines de semana mientras me sacaba el Bachiller. Lo de albañil fue los veranos, hasta que me fui a Alcoy a estudiar Ingeniería Técnica de Diseño Industrial. Cuando vine a Zaragoza, trabajé como delineante en empresas de estructuras. También fui jefe de producción. Hasta que llegó la crisis de la construcción y me volví a casa a Alcañiz con mis padres.

¿Y qué hizo?

Allí trabajaba de repartidor en la empresa de mis primos. Durante esos cinco años, me saqué Magisterio, Neurosicología, un máster en Políticas y también el doctorado en Educación.

Me deja sin palabras, pero tengo que seguir preguntando…

De ahí, comencé como maestro de Primaria en Moncayo Corazonistas en 2016. Hasta hoy.

Qué ejemplo, y eso que dicen que la educación ha dejado de ser ascensor social...

La educación es algo maravilloso. Usted lo sabe.

Escohotado hablaba de la educación como el barómetro más fiable para definir la entidad real de un país o una sociedad.

Hay varios termómetros para comprobar la realidad de una sociedad. Seguimos viviendo en una sociedad movida por la economía, pero el indicador más fiable siempre será la educación.

¿La educación se sintetiza en ciencias y letras o hay que ir mucho más allá?

Hay que ir mucho más allá. La educación es un concepto transversal. Ya no hablamos únicamente de ciencias y letras. El saber no es suficiente. La esencia de la educación nos remite al saber hacer, saber ser y saber estar.

Le entiendo…

La educación no es como una fábrica cuyo objetivo sea fabricar ciudadanos cortados con el mismo patrón. La educación debe ser esencial para formar a la persona, para que pueda alcanzar niveles dignos de autorrealización y trascendencia social.

¿Quiere citar algún nombre que le haya ayudado a pensar así?

Sí. Mi profesor de Filosofía en Alcañiz cuando yo tenía 16 años. Se llama Javier Martínez.

Yo jamás olvidaré las clases de Literatura del profesor y escritor Javier Barreiro.

Me enseñó a pensar por mí mismo, a no quedarme en lo superficial, en lo obvio. Me enseñó a aprender a aprender: esa es la verdadera clave.

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