Vuelve la lucha robótica
La saga cinematográfica dedicada a los Transformers ha pasado por varias etapas. Dos de ellas llevaron la firma de Michael Bay, la trilogía original protagonizada por Shia LaBeouf (2007-2011) y la revitalización establecida con ‘La era de la extinción’ (2014) y culminada con la artúrica ‘El último caballero’ (2017), ambas con Mark Wahlberg al frente. Después llegaría ‘Bumblebee’ (Travis Knight, 2018), precuela con rasgos de variante vistosa al evocar el tono de las aventuras juveniles distintivas de los 80.
Ubicada en lo cronológico como continuación de esta última y desarrollada en 1994, ‘Transformers. El despertar de las bestias’ cierra la vía de tratamiento que se había abierto y vuelve al tipo de espectáculo primigenio. En la práctica constituye otro reinicio, esta vez envuelto en la suma de los Maximals y sus formas animales a la fórmula de la lucha robótica de Optimus Prime y los Autobots.
Como subrayan los personajes humanos y buena parte de los diálogos, esta séptima película, de la que se encarga Steven Caple Jr. (‘Creed II’), tiende a lo plano, lo insulso y lo convencional. No obstante, el carácter menor que exhibe entraña un matiz con su esencia atrayente. Y desde luego tiene capacidad para promover que la mente quede en blanco, lo que no quiere decir que traiga una evasión de calidad. El despliegue de acción digital cumple su función, aunque se echan en falta los niveles de exceso y desfase que llegaba a alcanzar con Bay.
El entretenimiento cobra cierta corporeidad en la batalla final. La conexión Hasbro anunciada en los guiños poscréditos activa asimismo la receptividad. En el proceso, esta aparece en lo relativo a la entidad del líder gorila y de Prime y en el ejercicio de detectar los múltiples aspectos clásicos combinados en la historia: la Tierra como refugio, la llave dimensional que puede provocar la destrucción, el joven convertido en héroe, la unión del equipo…
