FOTOGRAFÍA. OCIO Y CULTURA

La ciudad del viento se enriquece con el arte de la luz y las visiones literarias en un libro

¡Zaragoza retratada', publicado por Prames, es un libro coral de una treintena de fotógrafos que ofrece una friso de propuestas a pie de calle

La escultura 'Complicidad' de Alberto Gómez Ascaso.
La escultura 'Complicidad' de Alberto Gómez Ascaso.
Jesús Tejel.

ZARAGOZA. ‘Zaragoza retratada’ es el título del libro coral de los socios de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza (RSFZ), que cumplirá su primer siglo de vida el próximo mes de junio; se inauguró con Manuel Lorenzo Pardo en el Casino Mercantil, como se recuerda en la exposición del RSFZ en la Casa de los Morlanes. Se presentó ayer en la planta cuarta del IAACC Pablo Serrano. Víctor Lucea, director general del Departamento de Educación Cultura y Deporte, José Ignacio Palacín, presidente de la RSFZ, y el periodista Antón Castro explicaron un volumen muy cuidado, publicado por Prames y patrocinado por la DGA.

García Palacín mostró su satisfacción por la edición del volumen, dijo «esto es un sueño», y agradeció el patrocinio y el apoyo incondicional de la consejería de Felipe Faci, y dio las gracias a los fotógrafos que enviaron sus fotos para «este documento de esta época que plasma el momento que vivimos», ensalzó el gran trabajo de Prames y su director Rafael Yuste, así como la intensa implicación de Luis Sol y Jesús Tejel, y agradeció la colaboración de cuatro escritores: Ángela Labordeta, que dialoga con una fotógrafa imaginaria; Mariano Gistaín, que aborda ‘La ciudad construida’; el citado Antón Castro, que se centra en ‘Naturaleza en la ciudad’, y Cristina Grande, que relata a su modo ‘Una ciudad vivida’.

“Somos ciudad de río, ciudad de historia y ciudad con pirámide desde la que la torre de la Seo proclama a los cielos turbados su belleza inigualable", anota Ángela Labordeta

Víctor Lucea elogió este trabajo coral de fotografía y literatura, y definió el volumen como «un fresco de propuestas de esta Zaragoza vista a pie de calle». Abundó en que el libro resume el arte de la luz que es la foto y que aúna la información y la aportación con las visiones literarias: «Es un proyecto en el que queríamos estar», añadió, y Castro recordó que la bimilenaria Zaragoza «sí es una ciudad con memoria fotográfica y, sin duda, una ciudad fotogénica. Y este libro es la mejor prueba».

Pinar en la Alfranca.
Pinar en la Alfranca.
Vicente Blasco.

En el libro hay de todo. Es un daguerrotipo variado que invita a viajar en la máquina del tiempo que son la fotografía, la arquitectura y la historia. Ángela Labordeta, escritora y periodista, dice en su texto: “Somos ciudad de río, ciudad de historia y ciudad con pirámide desde la que la torre de la Seo proclama a los cielos turbados su belleza inigualable. Fotógrafa, dime como te habla Serrano o nuestro elegante Gargallo y en qué tapiz dejase sobrecogida la certera bocanada de tu último disparo, mientras Goya era el metraje de una película ausente de fin”. Y ella comenta las fotos del Pilar, las bóvedas pintadas por Goya, el Arco del Deán, la Magdalena mudéjar, una visión aérea de la Cartuja de Aula Dei, transida de celdas, pasillos, tumbas y árboles. Aunque ya puestos, impresiona la instantánea nocturna del Mercado Central que es la portada del libro.

Mariano Gistaín, que tiene en la retina y en la memoria sus muchos paseos con Félix Romeo por la ciudad y sus periferias, dice: “La escultura de Jaume Plensa, con su ser humano hecho de tipografía (como el propio genoma), es la perfecta representación del ser transparente, abierto a todos los cierzos”. Y agrega este observador de cada instante: “Porque lo vemos hecho, construido, macizo, todo esto nos parece mortal y quizá ya no lo disfrutamos: el valor de estas fotografías, en un tiempo en que hacer fotos es algo trivial, es que nos desvelan otras zaragozas, vagamente familiares, algunas poéticas entre la niebla, pulidas por el ojo del artista que ama y patea su ciudad”. 

Gistaín pone palabras a los puentes que se unen, a las pasarelas, al río Ebro que parece trazar un círculo de protección en el meandro de Ranillas, donde está la Torre del Agua, tan aguzada, el Auditorio envuelto en noche y en reflejos, la foto estilizada y minimalista del hotel Hiberus. Por su húmeda serenidad y ese inesperado paraguas rosado, destaca una visión de la Plaza de España y paseo de la Independencia. Y ya puestos, ‘Arco iris sobre la ciudad’ habla de la belleza intemporal, del color improvisad del atardecer y de las tamizadas luces sobre la ciudad.

Galachos en Juslibol.
Galachos en Juslibol.
Luis M. Mencía.

Antón Castro opta la naturaleza. Y anota: “Qué placer para los sentidos, qué geometría de las líneas, qué vapores indecisos de luz, agua y noche se viven desde ahí arriba (…) Qué paciencia la de los artistas: como Josef Sudek, deducen que en lo ínfimo y en lo inadvertido la hermosura estalla como un géiser”. Por ejemplo, la foto ‘Atardecer en el Canal’ parece un paisaje holandés.

"El ojo del fotógrafo capta esa humanidad cuando menos te lo esperas, a plena luz del día con un sol de justicia que proyecta sombras casi violentas, más reales incluso que sus dueños”, escribe Cristina Grandes

Cristina Grande se centra en ‘Una ciudad vivida’, que ella subtitula ‘La urbe habitada’. “Si tuviera que buscar una palabra para definir Zaragoza, me quedaría con la palabra humanidad, y con todos sus sinónimos: compasión, misericordia, ternura, amor, comprensión, perdón, generosidad, desinterés, afabilidad, sensualidad, pueblo, gente, linaje… y en cuanto a los antónimos (que toda luz tiene sus sombras y no podemos olvidar la inclinación de los zaragozanos por la piqueta), me quedo con toda la lista: fiereza, brutalidad, ferocidad, barbarie y bravura. El ojo del fotógrafo capta esa humanidad cuando menos te lo esperas, a plena luz del día con un sol de justicia que proyecta sombras casi violentas, más reales incluso que sus dueños”, dice al comentar fotos de Semana Santa, de fiestas populares, de días de fútbol en la Romareda y de piragüismo en el Ebro, entre otros asuntos.

Practicando deporte en la plaza de las catedrales.
Practicando deporte en la plaza de las catedrales.
Santiago Chóliz.

"El amor a nuestra Zaragoza es lo que así se recoge", escribe en su prólogo José Ignacio García Palacín.

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