Ocio y Cultura

Tras las huellas de las guerras carlistas por 16 municipios del Maestrazgo turolense

Una ruta señalizada permite recorrer los escenarios del conflicto descubriendo el paisaje y el patrimonio de la comarca

El mapa, en la imagen, ha sido diseñado por Fernando Lasheras con dibujos del pintor José Luis Cano.
H. A.

Casi como en una yincana, una iniciativa turística y cultural lleva al visitante que se acerca al Maestrazgo por los escenarios en los que se libraron las guerras carlistas, aquellas que enfrentaron en el siglo XIX a los seguidores del Infante Don Carlos con los liberales, quienes defendían el reinado de Isabel II, la hija de Fernando VII.

Un mapa físico, en papel, con la ubicación de los 16 municipios de la comarca y referencias a los acontecimientos históricos es la herramienta de partida para iniciar este itinerario por un territorio indómito cuyas montañas sirvieron de fortín a los carlistas, capitaneados por Ramón Cabrera, que hicieron frente desde allí al ejército de Espartero. Después, el visitante encontrará en cada localidad un panel con información para interpretar el papel que desempeñó el municipio en la contienda. El viaje se puede planificar desde casa, entrando en la web ‘turismomaestrazgo.org’, que ofrece un plano virtual del recorrido.

Este material gráfico es el resultado de aunar los conocimientos del catedrático de Historia Contemporánea y director del proyecto, Pedro Rújula, con los dibujos del pintor aragonés José Luis Cano y el diseño de Fernando Lasheras. Todos ellos han puesto a trabajar su ingenio para atraer al turista y ayudarle a reconstruir la historia.

Dos puntos de referencia son Cantavieja y Mirambel. Si la primera fue capital militar del carlismo al establecerse Cabrera en 1836, la segunda fue la corte política, al instalarse entre sus muros medievales la Junta Superior Gubernativa y un tribunal para resolver conflictos. Aquí funcionó un tiempo la imprenta que estampaba el periódico carlista del Maestrazgo, el Boletín de Cantavieja.

Castellote es otra parada obligada, pues su conquista por Espartero permitió a los liberales avanzar hasta el corazón del territorio carlista. Muy interesante es recorrer La Iglesuela del Cid, en cuyos señoriales palacios se alojó durante nueve días, en 1837, la expedición en la que iba el Infante Don Carlos. Con ellos se desplazaba un corresponsal de The Morning Post que desde La Iglesuela mandó sus crónicas a la redacción del periódico londinense. Villarluengo, con su convento de Montesanto convertido en cuartel carlista, es otro de los destinos.

"Es descubrir la historia a través del patrimonio -resalta Rújula-; el pasado se desvanece, pero el paisaje y los edificios nos devuelven a él". Subraya que el proyecto habla de cómo los habitantes tuvieron que afrontar el día a día de una guerra "que se les vino encima, entrando por las montañas". Explica que, inicialmente, los alcaldes de la comarca no se identificaban con ninguno de los dos bandos y, superados por la situación, trataron de proteger los intereses de sus vecinos.

El Maestrazgo fue el segundo punto más importante del carlismo tras el País Vasco. Después de la firma de la Paz de Vergara en 1839, el conflicto siguió un año más en el Maestrazgo "y todos los ojos estuvieron puestos en este territorio -destaca Pedro Rújula-, en el que llegaron a coincidir el carismático Ramón Cabrera y su oponente, el general Espartero".