Redactor de HERALDO DE ARAGÓN

El antiguo colegio Jesús y María no es una castaña. ¿Es necesario derribarlo?

Edificio central del colegio Jesús y María de Zaragoza.
Edificio central del colegio Jesús y María de Zaragoza.
Guillermo Mestre

El antiguo colegio Jesús y María de Zaragoza no es una castaña. Ni en sentido estricto, ni tampoco en figurado, en esa acepción que la Academia de la Lengua ofrece para una "cosa aburrida, fastidiosa o de mala calidad". No, no lo es. Y buena prueba de ello es que la revista 'Cuadernos de Arquitectura' le dedicó un amplísimo reportaje en 1944 por ser una de las obras más destacadas realizadas ese año en España.

Si todo va según lo previsto, este jueves la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Zaragoza recalificará los terrenos para que la firma propietaria de los suelos en los que se levanta (8.952 metros cuadrados) pueda derribarlo y construir allí 160 pisos y un centro cívico para el barrio valorado en seis millones, centro cívico que el Consistorio recibirá como compensación por la recalificación. El acuerdo será posteriormente confirmado por el pleno municipal. 

El colegio (entre la avenida de Goya y la calle Cortes de Aragón) llevaba más de 25 años cerrado y por eso no es de extrañar que los vecinos del distrito Centro hayan recibido con satisfacción la noticia, que saltaba esta misma semana. Se cierra así una de las cicatrices más antiguas de la ciudad. El problema es que la 'medicina' para esa cicatriz, el bálsamo de Fierabrás, ya lo conocemos: derribar y volver a construir. Y nadie se pregunta si lo que se derriba tiene algún interés ni echa mano de la imaginación para buscar otras soluciones. Siempre es mejor no saber, pasar inadvertido, no darse a entender, como decían nuestras abuelas. Lo hemos visto ya demasiadas veces en los últimos años.

Pero el caso es que el colegio, desde el punto de vista patrimonial, tiene interés. Muy pocos saben que el arquitecto que lo diseñó es Isidre Puig i Boada; que las monjas del colegio, que eran catalanas y querían para sus alumnos aragoneses lo mejor, 'ficharon' para que lo diseñara al que fuera uno de los discípulos predilectos de Gaudí, que llegó a dirigir durante años las obras en la Sagrada Familia.

Me dirán ustedes que solo es un colegio viejo, que llevaba muchos años cerrado, que el barrio aspira a disfrutar de un centro cívico y que tener todo aquello abandonado es un problema. Y yo me pregunto si en estos tiempos de economía circular (ya saben, las cuatro erres: reducir, reutilizar, reparar y reciclar) la única solución que encuentra una y otra vez  Zaragoza para estos casos es la de derribar y volver a construir. Me pregunto si no podría haberse buscado quien convirtiera el colegio en residencia para que esa bella iglesia neobarroca que posee se reutilizara como salón de actos y no desaparezca para siempre. Si su diseño, su configuración, si esos pasillos tan anchos y luminosos no hacen idóneo el conjunto  para una residencia estudiantil o de ancianos, con zonas de comedor abajo y aulas arriba amplias y luminosas. Si todo ello no podría ir acompañado de ese deseado centro cívico. Si...

Foto aérea del colegio, que será derribado para construir viviendas y un centro cívico.
Foto aérea del colegio, que será derribado para construir viviendas y un centro cívico.
Heraldo.es

Zaragoza ha perdido mucho y muy valioso en los últimos dos siglos. Lo que ha sobrevivido del románico, gótico, renacentista o barroco (poco en comparación con lo que tuvimos) parece no correr peligro. Pero a partir de lo neoclásico... quién sabe. Así están las cosas en la ciudad, desde el derribo de la Torre Nueva a hoy.

A finales de 2021 numerosas voces se alzaron para solicitar que se revisara el catálogo de edificios de interés de la ciudad. Se había paralizado entonces el derribo del antiguo convento de Santa Inés, cuya conservación reclamaron desde arquitectos a asociaciones de defensa del patrimonio como Apudepa o la propia Universidad de Zaragoza. Se llegó tarde. El derribo había avanzado tanto y el horizonte legal se vislumbraba tan negro, dado que el edificio no tenía ninguna catalogación previa, que se aprobó continuar con el proyecto previsto. Adiós muy buenas.

Se alzaron voces autorizadas pero no sirvió de nada. Hasta ahora, que se sepa, no ha habido ningún movimiento para catalogar lo injustamente no catalogado. Y lo que sí se ha sabido, en cambio, es que la piqueta se llevará por delante, o se ha llevado ya, la Universidad Laboral de Zaragoza, el antiguo Centro de Menores Buen Pastor en Valdefierro, varios edificios en el centro histórico y el antiguo convento de Jerusalén, este último porque, según sentencia judicial, en ocho años  "no se ha fijado ningún tipo de protección o catalogación". Zaragoza ha sido campeona nacional de la piqueta durante las últimas décadas, y no parece que ese título vayan a arrebatárnoslo pronto. Ahí estamos, trabajando duro para impedirlo.

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