Por
  • Enrique Abenia

Masculinidad grotesca

Jesse Buckley, en 'Men'
Jesse Buckley, en 'Men'
Kevin Baker

En origen guionista, etapa asociada a sus colaboraciones con Danny Boyle (’28 días después’, ‘Sunshine’), el británico Alex Garland ha empezado a construir una llamativa trayectoria como director. Así lo expresan ‘Ex machina’ y ‘Aniquilación’, propuestas de ciencia ficción estimables y con rasgos sorprendentes. La segunda indicaba además su gusto por lo complejo y por la rareza, vía conceptual que aplica en el cauce del terror en ‘Men’. Para su tercera película toma como base la masculinidad tóxica, el machismo y la misoginia, tema palpable en el trauma y el impacto que arrastra la protagonista por lo sucedido al final de su matrimonio y en la incomodidad y la amenaza que siente en el pueblo de la campiña inglesa en el que busca sanar.

'men' ***
Dirección y guión:Alex Garland.
Fotografía:Rob Hardy.
Intérpretes:Jesse Buckley y Rory Kinnear.

Los hombres con los que se cruza e interactúa tienen el mismo rostro, hecho que de primeras genera suspicacia por el trazo grueso discursivo del ‘todos los hombres son iguales’. No obstante, la distancia al respecto se disipa por la carga turbadora del factor, razón del interés junto al tono, las buenas ideas (la planificación y la ejecución de la secuencia con los sonidos en el túnel), los papeles de Jesse Buckley y de Rory Kinnear y el riesgo asumido por Garland por su manera de entregarse luego al desvarío grotesco.

El indigente desnudo que la sigue conecta con la singular mirada de Garland a la naturaleza; la doble figura esculpida en la iglesia enlaza con el mito, lo ritual y lo femenino; y el apunte del cielo estrellado hace pensar en el horror cósmico. Estos elementos laten en un tramo decisivo regido por lo inenarrable debido al ‘gore’ desplegado (vienen a la mente David Cronenberg y John Carpenter), de los que chocan y desconciertan, y al componente críptico de lo mostrado. Los ecos del simbolismo resultan evidentes, y la última revelación va en esa línea, pero otra cosa bien distinta es el sentido que halle cada uno, y más cuando el epílogo deja frío.

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