Una obra enciclopédica 'made in Aragón' sobre las huellas y rastros de los animales

El naturalista Carlos Lastanao publica un libro con las claves para identificar las señales de más de 350 especies europea

El naturalista zaragozano Carlos Lastanao se ha autoeditado el libro.
El naturalista zaragozano Carlos Lastanao se ha autoeditado el libro.
Francisco Jiménez

Carlos Lastanao (Zaragoza, 1966) es un hombre de grandes saberes. Apasionado de la naturaleza desde niño (se pegaba a la televisión con los programas de Félix Rodríguez de la Fuente), con los años se ha convertido, casi sin advertirlo, en uno de los naturalistas más sabios de Aragón. Casi todo su tiempo libre lo dedica a pasear por campo y monte. Y lo hace con los ojos abiertos, aunque sea daltónico y algunos colores se le confundan. En 1992, a la entrada del pequeño barranco del castillo de Miranda de Juslibol, vio huellas de un animal impresas en la tierra tierna y se sorprendió. Una nutria. Nadie le creyó. ¿Nutrias a las puertas de Zaragoza? Imposible.

Pero era cierto. “Unos años más tarde encontré también ese tipo de rastros en el pantano de Caspe. La nutria es un animal cuya huella se puede confundir con la del lince -relata-, pero siempre llevo escayola y agua en el coche y saqué un molde para que me creyeran. Los guardas de la zona me dijeron que poco antes se había hecho una prospección en la que se buscaron rastros de nutria, entre otros animales, y no se habían encontrado. A veces pasan cosas así. Golpes de suerte. Al día siguiente subió el agua del pantano y el sitio donde vi la huella quedó inundado”.

"En breve se van a poder ver castores en las riberas del Ebro a su paso por Zaragoza"

Lastanao dice que ahora se pueden ver garzas y martinetes comunes en la ribera del Ebro, en pleno paseo de Echegaray, y que hace unos años solo se podían ver en la reserva de la Alfranca. El otro día, paseando por allí con su compañera de trabajo, Isabel, entre el Puente de Hierro y el de Piedra vio rastros de castor. “En breve se van a dejar ver a plena luz del día -vaticina-. Los animales disponen de 'autopistas' como el río Gállego, el Huerva o el propio Ebro para entrar en la ciudad”.

Carlos Lastanao acaba de publicar 'Huellas y señales de los animales en la Península Ibérica y resto de Europa', un volumen de casi 700 páginas que desentraña, describe y expone qué señales dejan en la naturaleza más de 350 especies. Señales que van desde las plumas que pierden las aves a las huellas impresas en el terreno, los excrementos, las sendas que abren algunos animales, las egagrópilas (bolas con restos de alimentos que regurgitan algunas aves), huesos, cubiles... 

Todo ser vivo deja una huella, pero hay que saberla ver. Aunque tengas daltonismo. “Yo no puedo ser ornitólogo porque muchos colores se me escapan, no los puedo identificar a simple vista -señala-. Al colirrojo, por ejemplo, no le veo roja la cola. Pero he aprendido a identificarlo por la manera en la que se posa en una rama o por cómo se mueve. Siempre hay pequeños indicios que te ayudan. Los machos de colirrojo, por ejemplo, tienen una pequeña mancha blanca en las alas que me sirve para distinguirlos de las hembras”.

Errores en los libros clásicos

Lastanao es un ejemplo de hasta dónde puede llegar un autodidacta. Recuerda perfectamente la primera pluma que recogió en el campo, hace ahora 35 años, y al pie del árbol donde se la encontró había también una egagrópila. Poco tiempo después, en Escucha, al ir a ver unos árboles fósiles, se encontró el cráneo de un lagarto ocelado. Y surgió la pasión.

“Me compré el libro de huellas que seguramente hemos tenido todos los aficionados, de la editorial Omega. Y empiezas a recoger plumas (ahora es ilegal), y al cabo de un tiempo descubres que sabes cosas que no vienen en ningún libro”. O información que es errónea. Durante décadas, en la mayoría de los libros de huellas, por ejemplo, las fotografías que en teoría reproducían la huella de la pata trasera de la nutria correspondían en realidad a la delantera.

 

Por eso decidió compartir sus conocimientos: publicó 'Huellas y rastros de los animales del Pirineo', impartió cursos y talleres, hizo exposiciones y, ahora, ha querido resumir sus conocimientos en un nuevo libro, autoeditado, que se puede comprar en toda España, que se presentó semanas atrás en Francia, y del que está recibiendo pedidos de varios países europeos.

Tiene una orientación totalmente didáctica, de tal modo que el lector que se pertreche con él aprenderá fácilmente a identificar el ave, mamífero o insecto que ha dejado determinadas marcas en un fruto, por ejemplo. Las huellas de las patas de los mamíferos se superponen gráficamente a la de una mano humana para entenderlas mejor.

“Es que hay mucha gente no tiene clara la configuración de las patas de los animales. Y los pies de los mamíferos son básicamente iguales a los nuestros, lo que pasa es que han evolucionado según sus necesidades biológicas. Para distinguir las huellas en el suelo hay que conocer la ecología de los animales. El tejón, por ejemplo, es un mustélido; pero ha evolucionado, por decirlo coloquialmente, en el nicho que correspondería a un oso pequeño. Por eso su rastro es muy parecido”.

Distinguir las huellas de los animales no siempre es un pasatiempo inocente. También puede tener consecuencias económicas, como por ejemplo a la hora de identificar si el ataque a un rebaño lo han cometido lobos o perros salvajes. En el primero de los casos hay indemnización; en el segundo no.

“Para los ganaderos es un tema importante -señala Lastanao-. Y puede haber ciertas dificultades para distinguirlos porque el perro, al fin y al cabo, es un lobo; es de su misma especie. Pero las huellas del lobo son más estilizadas y los ataques de los perros suelen ser más chapuceros”.

'Cuando una jineta ataca un gallinero mata mucho y come poco"

¿La jineta? “Cuando ataca un gallinero generalmente mata mucho y come poco. Suele comerse la cabeza de los animales que caza. Las huellas de jineta y garduña se identifican con claridad. El zorro es más especialista: si tiene tiempo se lleva a su presa y la entierra, por lo que en el gallinero quedan pocas o ninguna”.

¿El meloncillo? “Dicen en Zamora que está matando terneros y no es verdad, no me lo creo. Sí es cierto que es una especie en expansión, pero sus dientes no pueden atravesar la piel de un ternero. Tiene el tamaño de un gato”. Ocurre que a veces los ganaderos están tan alejados de la naturaleza como un urbanita.

Asegura que el estudio de la Naturaleza no acaba nunca y que cada día aprende algo nuevo. Que incluso caracoles e insectos dejan huellas y que las egagrópilas dan información de dos especies, de la cazadora y de la presa, que a menudo es tan pequeña que no se la ve habitualmente. Y que Aragón tiene una enorme riqueza biológica, con especies que recorren todo el arco que va desde la alta montaña al mar (estas se pueden encontrar en las saladas). 

"El colapso no se producirá por la extinción del tigre de Bengala, sino por el fin de los insectos" 

Su conocimiento y contacto directos con la naturaleza le hacen ser un poco pesimista. “El confinamiento por la pandemia nos ha demostrado que los animales pueden convivir con el hombre; en muchas ciudades los animales salían a la luz del día. En Zaragoza hay nutrias y jinetas, y entran en la ciudad por esos grandes corredores que son los ríos. Y luego hay que pensar en el efecto de nuestros medios de transporte", asegura.

Y añade: "Los ejemplos son innumerables: el otro día apareció una avispa asiática en Zuera, seguramente había llegado en un camión; en mi jardín tengo tres boj, y ya en uno de ellos he visto señales de que se lo estaba comiendo la mariposa del boj, que hasta ahora solo se había detectado en zonas limítrofes con Cataluña y Navarra. ¿Cómo ha llegado a Montañana? Pues seguramente por la A-2, que pasa cerca. Los animales están aprendiendo día a día a convivir con los humanos, el problema es que solo lo están haciendo los animales grandes".

Para concluir: "Cualquiera que tenga cierta edad recordará que hace 30 años los parabrisas de los coches eran como supergolondrinas cazadoras y se llenaban de insectos estrellados durante un viaje largo. ¿Qué ocurre hoy? Y hay que tener claro que, aunque todas las extinciones son dramáticas y hay que intentar evitarlas, el colapso de la humanidad no se producirá porque se extinga el tigre de Bengala, sino porque desaparezcan los insectos”.

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