El "modesto obrero de la ciencia" y "paisano nostálgico del solar aragonés"

HERALDO DE ARAGÓN siempre ha tenido predilección por el gran sabio Santiago Ramón y Cajal, que publicó escritos en estas páginas en varias ocasiones.

Escultura de Ramón y Cajal, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza
Escultura de Ramón y Cajal, en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza
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Santiago Ramón y Cajal (1852-1935) ha sido siempre para HERALDO una figura emblemática del aragonesismo. Contó con el sabio siempre que surgía alguna ocasión, y don Santiago distinguió al periódico con diversas colaboraciones.

¿Qué piensa, qué teme, qué espera de 1899? Esta fue la pregunta que HERALDO DE ARAGÓN hizo en el inicio del año a una serie de grandes personalidades de la vida aragonesa y española en aquel momento tan doloroso para España, con la pérdida de las colonias de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, y del prestigio internacional de nuestro país, sumido en la bancarrota económica, política y social. El texto del científico, aparecido el 3 de enero, es un alegato contra los responsables de aquella crisis y ofrece soluciones que, por idealistas, no dejaban de entrar de lleno en la sangrante herida que hacía agonizar la España finisecular.

El 15 de junio de 1998, en el Edificio Pignatelli, de Zaragoza, se presentaba ‘Ramón y Cajal y la Guerra de Cuba’, un libro de apuntes autobiográficos del sabio, al que se califica de "un noventayochista con esperanza en el futuro". El libro cuenta con un estudio introductorio del catedrático de Anatomía Patológica Santiago Ramón y Cajal Junquera, nieto del Premio Nobel. Lo publicábamos el 16 de junio.

Cajal señalará que "no es hora ya de filosofar sobre las causas de nuestra caída, sino de levantarnos lo más rápidamente posible. Miremos hacia adelante, alcemos nuestros corazones a la esperanza y consagrémonos a desenvolver nuestras energías, alentados por la fe robusta en la virtud redentora del trabajo".

Todo un mensaje para el futuro de un espíritu esencialmente optimista como el de Cajal, con su fe en la ciencia y en el trabajo, que le alejaron del pesimismo de sus compañeros noventayochistas y lo sitúan en la estela regeneracionista de un Costa.

El 1 de octubre de 1922 -año de su jubilación-, coincidiendo con la apertura del curso académico 1922-1923, se inaugura una estatua al gran científico, del escultor Mariano Benlliure, en la entonces Facultad de Medicina y Ciencias de Zaragoza. HERALDO había lanzado la idea de un homenaje popular a su figura, iniciativa que cuajó en numerosos actos. Uno más, entre ellos, fue esa estatua.

El momento más emocionante de la sesión fue cuando se leyeron unas cuartillas que el propio homenajeado envió al acto. Don Santiago se calificará -la humildad presente en todos los hombres grandes- de "modesto obrero de la ciencia española" y de "modesto hombre de laboratorio" y "paisano nostálgico del solar aragonés", del que la senectud y el dolor lo tienen alejado.

Sabio y patriota

Dice: "La civilización española no puede marchar apoyada solamente en las doradas ruedas de la literatura y del arte; para triunfar en las ásperas contiendas de la vida internacional y evitar tumbos y caídas, es fuerza añadirle las dos sólidas ruedas de la ciencia y la industria originales. Por no haber sentido esta verdad trivial, nuestra cultura actual constituye, salvo excepciones, remedo servil de la extranjera".

Don Santiago aclara su visión: "Mi relativo pesimismo es puramente crítico. Jamás consentí que pasara desde el cerebro a las manos. Es que al través del presente, un tanto sombrío, columbro consoladores posibilidades y luminosas perspectivas".

Cajal tuvo una estrecha relación con la ciencia alemana. En 1998, un joven médico aragonés residente en Alemania, Antonio Bergua, edita una de sus "narraciones pseudocientíficas", ‘Die Rache des Professors Max von Forschung’, y ofrece noticias sobre la vinculación del sabio con Alemania (HERALDO, 31 de enero de 1998).

En una época en que el país germano era el centro de la investigación médica mundial, Cajal acude a sus hospitales y universidades para conocer los últimos avances. Bergua afirma que Cajal bebió científicamente de Alemania, pero también la ciencia alemana, entusiasmada con sus hallazgos neurofisiológicos.

El 18 de octubre de 1935 se anuncia en HERALDO la muerte, el día anterior, de Cajal, en Madrid. El diario del viernes 19 se abría con un titular a toda página y una gran fotografía con "uno de los últimos retratos del eximio histólogo". El día anterior se había verificado en Madrid el entierro del "insigne sabio español, gloria universal y gran patriota". Dos editoriales. "Hasta los últimos días de su vida se desplegó el HERALDO ante la vista cansada del maestro". Se escribía de su gigante personalidad. ¡Y tan gigante! Era el sabio de España, la figura más admirada y querida de toda España, porque además de sabio era hombre bueno.

El ‘Heraldo Domingo’ del 28 de abril de 2002 edita un especial dedicado a Cajal, en el 150 aniversario del nacimiento. En 2022 se suceden las colaboraciones que tienen a Cajal como argumento. Es el Año Cajal.

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