Hacía pocos meses que habían abierto en Madrid cuando se impuso el confinamiento por la pandemia. El futuro no parecía muy halagüeño y, sin embargo, el tirón de la formación ‘online’ dio nuevo brío a Emusic Lab, una lanzadera de artistas fundada por el joven aragonés Mike Bressel (Zaragoza, 1992). Ahora, tras tutelar más de 240 proyectos musicales en el último año, la empresa suma a la sede de la capital otro nuevo espacio en Barcelona, con un estudio de grabación a escasos metros del mar.

Pero, ¿qué es Emusic Lab? Hoy se diría que una ‘start up’ que da soporte a artistas para crear y desarrollar sus carreras. Eso incluye también una escuela ‘online’ en disciplinas como producción, canto, piano, DJ o guitarra. “Salvo música clásica, hemos producido prácticamente casi cualquier género, aunque es cierto que predomina el interés por la música urbana”, asegura Bressel. Su objetivo, añade, es “que el artista presente un producto de calidad al mercado a través de nuestros estudios y crezca como profesional”, lo que exige un continuo reciclaje porque la industria musical ha cambiado mucho y muy rápidamente en los últimos años. 

Ya pocos autores conciben discos con una narrativa interna (véase ‘El malquerer’ de Rosalía) y la gran mayoría se ocupan de crecer en redes y llegar a nuevos formatos como Spotify, Appel Music, Amazon, campañas de Google Adds o, por descontado, TikTok. Si antes se preocupaban por las portadas de los discos, el 'tracklist' o el sonido en directo, hoy son las redes las que imponen su ley. “Pretendemos que el artista sea el centro en torno al cual gira todo lo demás: música, videoclips, distribución, campañas de promoción, y un largo etcétera de elementos que conforman una carrera”, dice el zaragozano, que es también Dj y productor musical.

El perfil de quienes se acercan a Emusic Lab con la intención de convertirse en artistas emergentes es el de chavales de entre 19 y 24. Por lo general, tienen buenos mimbres pero precisan de algo de ayuda para orientar su trabajo: les ofrecen asesoría, medios de grabación, producción, clases de canto o de ‘mashups’ cuando es preciso e, incluso, posicionamiento y promoción en redes. “Lo único que hacemos como servicio es actuar de ‘managers’ de estos artistas porque es algo que no podemos asumir en este momento”, aclara el responsable de la empresa.

Heraldo

Emusic Lab acaba de abrir una nueva sede en Barcelona, que se ubica en el corazón de la Villa Olímpica (cerca del “Silicon Valley catalán”, dicen), dentro del complejo Unite Hostel: “Es un edificio icónico, se reformó recientemente como parte del patrimonio cultural de la ciudad y está a apenas cinco minutos andando de la playa”. “Hasta ahora hemos trabajado con artistas de toda la península, pero sabíamos que existe una comunidad muy grande de músicos en Barcelona y queríamos ampliar nuestro servicio más allá de Madrid. Nuestro objetivo es seguir haciendo ruido y convertirnos en una referencia de la producción musical en España.”

Pero, ¿y qué pasa con Zaragoza? ¿No hay tejido suficiente o será objeto la capital aragonesa de una venidera expansión? "Las principales comunidades de artistas, donde se ubican todos los sellos discográficos y las oficinas de las plataformas de 'streaming', están en Madrid y Barcelona y es donde queremos centrar todos nuestros esfuerzos", explican. "Sin duda, geográficamente, Zaragoza queda en un punto inmejorable a nivel estratégico pero, de hacer algo allí, lo dejaríamos para más adelante", comentan, conscientes de que la movilidad y la descentralización también es un arma y de que muchos artistas que no dudan en coger el tren y plantarse en hora y media en cualquiera de las sedes.

La prueba es que Emusic Lab, desde su estreno en 2019, funciona como estudio de grabación pero también como un centro de formación 'in situ' o a distancia. “Con la pandemia se agilizó la digitalización de los cursos de la empresa. Es cierto que se acabaron los eventos como DJ, pero poco a poco se fue recuperando la actividad y se afianzó también el tardeo”, comenta el zaragozano.

Bressel lleva ya muchos tiros pegados en el mundo de la música. Aunque empezó despuntando en los campos de fútbol (jugó en Tercera con el C.D. Ebro), de pequeño ya sabía tocar la guitarra y fue a los 17 cuando empezó a hacer sus primeros pinitos como DJ. "Mi pasión hasta ese momento era el fútbol, y mi sueño era llegar a ser profesional. Sin embargo, con el paso de los años, la música le fue ganando terreno al deporte y se acabó convirtiendo en el centro de mi vida". En 2012 comenzó a producir sus propios temas de música electrónica y fue -tras un Erasmus de ingeniería industrial en París- cuando se lio la manta a la cabeza e hizo una inmersión en la producción musical. "Emusic Lab llegaría más tarde, tras mudarme a Madrid y descubrir la cantidad de artistas que vivían allí y el grandísimo talento que tenían todos ellos. Enseñalia, la empresa de mi familia, se encontraba en un local de tres plantas, y una de ellas estaba vacía y sin acondicionar hasta ese momento. Pensé que podía reunir todo ese talento y esa pasión que compartía con esos artistas y crear un equipo humano que pudiera ayudar a los demás. La semilla estaba ahí".

Al margen de su ya asentada aventura al frente de Emusic Lab, Bressel en su faceta compositiva también prepara temas con la artista madrileña Lola Bozzano. Además, hay una buena pléyade de artistas que ya han pasado por la 'start up' y cuya huella se puede rastrear por redes. ¿Algunos ejemplos? "Ahí figura Liz Forte, con 500.000 reproducciones en su último EP, y que también es letrista y compositor en nuestro equipo", señala Bressel. También están Chuck Skellington, semifinalista de 'Got Talent'; Carlota Crey, con 'covers' virales en Tik Tok; Alex Grau, concursante actual de 'Insiders' (Netflix) o David Diéguez, también popular por sus versiones durante el confinamiento en Instagram.