Hoy, hace 500 años, Zaragoza era el Vaticano

Se cumplen cinco siglos de la estancia de Adriano VI en la capital aragonesa. Mandó abrir el sepulcro de San Lamberto y de sus reliquias brotó sangre

inv.nr. 2244 Retrato del papa
Retrato del papa Adriano VI realizado en 1523 por el pintor Jan van Scorel. 
Heraldo.es

El 9 de enero de 1522 el cardenal Adriano de Utrecht, obispo de Tortosa, se encontraba en la ciudad de Vitoria cuando recibió una carta. Se dice que la abrió con gesto serio y que, sin inmutarse, comentó a los que le rodeaban: "Si esta nueva es cierta, doleos de mí los que me queréis". La confirmación llegaría un mes más tarde: acababa de ser elegido Papa. De camino a Roma para ocupar el trono de Pedro entre dos Médici, recaló en Zaragoza, donde vivió más de dos meses, tiempo en el que convirtió la capital aragonesa en el centro de la Cristiandad, en el Vaticano.

Se cumplen 500 años de aquel viaje a Roma y varias ciudades por donde pasó el Papa van a organizar actividades culturales en torno a la figura de Adriano VI. Pero ¿qué hizo el pontífice en Zaragoza? Casi todo ha caído en el olvido.

El 12 de marzo de 1522, en Vitoria y tras varias noches sin dormir, el pontífice emprendió un viaje que sería largo y accidentado. A la capital aragonesa llegó el 29 de marzo al mediodía. Se instaló en el palacio de la Aljafería, sede de la Inquisición que, ricamente adornada, había sido preparada para su alojamiento. Pero no hizo su entrada oficial en la ciudad hasta el 4 de abril, una jornada intensa e irrepetible. Todos los notables, precedidos en procesión de las reliquias más importantes de los templos de la ciudad, acudieron a recibirle. Entró el Papa en Zaragoza en una silla que llevaban a hombros varios caballeros y acudió a la Seo, donde oyó misa y concedió indulgencia plenaria a todos los que estaban dentro de los muros de la ciudad. Luego comió junto al arzobispo en su palacio y, al regresar a caballo a la Aljafería, quiso encaminarse hasta la iglesia de Santa Engracia para venerar las reliquias de los mártires. Antes de retirarse a sus aposentos prometió volver.

Esa fue la primera jornada oficial del Papa en Zaragoza. Su estancia le dio a la ciudad el tono de corte pontificia, ya que a la órbita de Adriano VI acudieron no solamente los nobles y prelados españoles, sino también los cardenales que habían de acompañarle en su viaje y personalidades importantes de otras latitudes.

Hijo de un artesano de tapices de Utrecht, Adriano VI nació en 1459 y había sido adoptado como estudiante por la princesa Margarita, tía de Carlos V. Estudió en la Universidad de Lovaina y Maximiliano de Austria lo eligió para que fuera maestro de su nieto, el príncipe Carlos de Gante. Este, Carlos I de España, lo nombró regente cuando tuvo que ponerse al frente del Sacro Imperio Romano Germánico. Y como tal le sorprendió en Vitoria su nombramiento como Papa. Era un hombre serio, aunque viajaba con un bufón llamado Tocino, y se le creía muy aficionado a la cerveza.

En Zaragoza vivió hasta el 11 de junio, día en que salió para Roma por el camino de Tortosa. Pronto cumplió la promesa hecha a los religiosos de Santa Engracia, ya que regresó allí el 9 de junio, cinco días después de su primera visita. Tras rezar, bajó a la cripta, y dicen los cronistas que, estando el pontífice en la capilla de Santa Engracia, cayó del techo una lámpara y le manchó la ropa, lo que se tomó como señal de que viviría poco tiempo (falleció al año siguiente). Acompañado del arzobispo y los jurados de la ciudad, mandó abrir el sepulcro de San Lamberto y veneró sus reliquias, de las que manó sangre que se recogió en un relicario. Habían pasado 1.219 años de la muerte del santo, por lo que el suceso se consideró milagroso. El pontífice mostró una gran devoción por San Lamberto (durante su estancia en Zaragoza visitó tres veces la ermita de Miralbueno donde, según la tradición, fue martirizado). Y ello quizá se debiera a que otro San Lamberto, el de Maastricht, gozaba de una gran devoción en Países Bajos, de donde era originario. Fruto de esa devoción, también, dio permiso para fundar un convento de trinitarios con el nombre del santo y que gozó con la protección de Carlos I.

Aún volvería a la cripta de Santa Engracia el pontífice el 16 de abril, y se hospedó en su claustro, con todos sus oficiales en el resto de las celdas. Y allí pasó la Semana Santa. Las crónicas le describen en Jueves Santo en un estrado con cinco gradas de alto, sentado en su trono papal con capa y mirra de brocado blanco y dando de comulgar a todos los monjes. Allí lavó los pies a trece pobres.

Aspecto actual de la cripta de Santa Engracia, que el Papa visitó en varias ocasiones.
Aspecto actual de la cripta de Santa Engracia, que el Papa visitó en varias ocasiones.
Francisco Jiménez

Concluida la Semana Santa regresó a la Aljafería, donde aprovechó para resolver algunos problemas enquistados de la curia zaragozana antes de reiniciar el viaje a Roma. A su llegada a la Ciudad Eterna, el 31 de agosto, reinaba la peste. Y poco tiempo tuvo de dejar huella de su mandato, porque falleció apenas un año más tarde, el 14 de marzo de 1523.

Arrojar luz sobre lo que supuso la figura de Adriano VI, tanto a nivel general como su estancia en la ciudad en 1522, es el objetivo del congreso que se va a celebrar el próximo 26 de abril en la Biblioteca de Humanidades María Moliner de la Universidad de Zaragoza y que lleva por título ‘Zaragoza, corte pontificia’.

A lo largo de la jornada participarán diferentes especialistas en la primera Edad Moderna, tal y como avanza el aragonés Jaime Elipe, profesor de Historia en la Universidad Autónoma de Madrid y coordinador del mismo. "Queríamos hacer algo conmemorando el 500 aniversario de la llegada de Adriano VI a la ciudad. Al fin y al cabo es un hecho insólito que Zaragoza fuera la residencia papal y su corte durante más de dos meses", destaca Elipe, que añade que el congreso está organizado dentro de las actividades del Grupo de Investigación de Referencia Blancas.

Juan M. Carretero, de la Complutense de Madrid; Álvaro Fernández de Córdova y Fermín Labarga, ambos de la Universidad de Navarra; Henar Pizarro Llorente, de la Pontificia de Comillas; Raymond Fagel, de la Universiteit Leiden en Holanda; Jesús Criado, de Unizar; y el propio Elipe serán los ponentes de la cita del 26 de abril, que será presentada por Eliseo Serrano (profesor del campus aragonés).

En concreto, Pizarro abordará la figura de Adriano de Utrecht como un ‘humanista al frente de la Inquisición española’; Fagel, como "gobernador de Castilla"; y Labarga, como "el devoto pontífice extranjero"; mientras que Criado hablará de la Zaragoza que recorrió.

Asimismo, la ponencia de Carretero lleva por título "El Ducado de Borgoña: un ‘reino inacabado’ a comienzos de la Edad Moderna"; la de Álvaro Fernández de Córdova, "El papado ante el conflicto hispano-francés: rivalidad y emulación en el espacio mediterráneo (1474-1522)"; y la de Elipe, "Adriano VI en un ‘Regno diuiso en parcialidades y opiniones’".

La capital aragonesa no será la única que conmemore el 500 aniversario del nombramiento de Adriano VI como Papa. El Ayuntamiento de Vitoria y la Fundación Vital han organizado un ciclo de conferencias, itinerarios urbanos y actuaciones de microteatro.

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