Silencio: canta Jorge Drexler
Hemos escuchado en directo a Jorge Drexler en numerosas ocasiones, mas asistir a un concierto suyo supone siempre una delicia renovada, pues el cantautor uruguayo funciona siguiendo una frase de una de sus canciones ("si quieres que algo se muera, déjalo quieto") y se mantiene en continuo movimiento, reformulando su riquísimo cancionero con nuevas lecturas y tratamientos sonoros diferentes, ya sea acompañado por una banda numerosa o en formato reducido, como ocurrió el miércoles en el Jardín de Invierno.
Drexler clausuró en Zaragoza su actual gira, en la que se presenta arropado solamente por los teclados de Meritxell Nederman y la batería y percusiones de Borja Barrueta. Jorge arrancó en solitario con esa 'Milonga del moro judío' que jamás pierde vigencia, empuñó luego la guitarra eléctrica para recuperar la espléndida 'Polvo de estrellas' ("una vida lo que un sol vale"), sorprendió al colgarse el bajo y ofrecer 'La edad del cielo' y 'Guitarra y vos' con aromas de r'n'b contemporáneo, continuó con 'Asilo' en clave de balada fronteriza, una sinuosa 'Toque de queda', la oscarizada 'Al otro lado del río'.
Dueño y señor de sus inspirados versos, jugando con ellos, manejando los tempos con maestría, Drexler siguió desgranando una rutilante colección de canciones que hablan del amor, de solidaridad, de un humanismo universal, sin caer en los tópicos ni los lugares comunes, y que musicalmente se nutren tanto de influjos sudamericanos como del pop o de la canción de autor. 'Las transeúntes', 'Movimiento', 'Bolivia', 'La trama y el desenlace', 'Telefonía', la sensacional 'Silencio', 'Sea', esa novedosa 'La guerrilla de la concordia' de tono gospel que proclama "armémonos de valor hasta los dientes / amar es cosa de valientes", para despedirse con la emblemática 'Todo se transforma'. Incluidas las canciones de un Jorge Drexler que nunca se repite, nunca decepciona.
