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Camilo devuelve la magia de la música al Príncipe Felipe 18 meses después

El cantante colombiano triunfa con sus canciones románticas ante los 3.270 espectadores que agotaron las entradas disponibles.  

Camilo conectó con el público con sus canciones y con su naturalidad.
Camilo conectó con el público con sus canciones y con su naturalidad.
Francisco Jiménez

Tras 18 meses de silencio por culpa del coronavirus, el pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza ha recuperado en la noche del martes su faceta musical. Lo ha hecho con limitaciones, con apenas 3.270 asientos disponibles –el 30% del aforo– por culpa de las restricciones a las que obliga la pandemia, pero con la luz de una de las estrellas más fulgurantes del panorama pop actual, Camilo. El colombiano, con sus canciones románticas, ha conquistado los corazones y las gargantas de la multitud que agotó las entradas.

El 7 de marzo de 2020, exactamente un año y medio antes, el recinto había acogido su último concierto, a cargo del grupo Izal, que congregó a 7.000 personas. Demasiado tiempo sin sentir la emoción que provoca ese pequeño gran milagro llamado música.

El retorno de la liturgia de los grandes recitales a Zaragoza fue perfecta, con un superhéroe cuyos superpoderes consisten en fabricar hits en cadena y en proyectar una naturalidad y un afecto que celebró un público muy heterogéneo. Muchísimos niños acompañados de sus padres y adolescentes en pandilla. Una nutrida representación de ciudadanos colombianos con la bandera de su país. Y, claro, muchas muchas parejitas acarameladas. Tampoco faltó el capitán del Real Zaragoza, Alberto Zapater. Todos ellos conforman la ‘tribu’, que así es como Camilo define a sus seguidores.

El intérprete sudamericano, que se halla inmerso en la primera gira de su carrera, ‘Mis manos Tour’, ha comparecido descalzo y con un mono de trabajo como atuendo. La escenografía estaba presidida por dos luminosos en forma de tienda tipi. A través de un vídeo lanzó un mensaje conciliador. "El amor es la más grande de todas las revoluciones. Si estás aquí es que no estás solo. Eres parte de la tribu", ha proclamado antes de abrir fuego con uno de sus múltiples himnos ,‘Favorito’.

Desde la primera hasta la última de las 19 canciones que ha interpretado ha estado acompañado por el coro que ocupaba las gradas y las sillas a pie de pista. Ha continuado con ‘Tutu’, ‘No te vayas’, ‘Millones’, ‘El mismo aire’, ‘Manos de tijera’, ‘La difícil’ y ‘Mareado’. Dotado de una capacidad innata para cincelar estribillos pegadizos y letras orgullosamente edulcoradas, a veces de amor, y otras de desamor, ha rezumado simpatía y una exquisita educación para deleite de unos fans entregados.

Una naturalidad que ha hecho que presentara a sus padres, Eugenio y Lía Correa, presentes con camisetas de su hijo en la segunda fila. "Gracias papás. Teníais en casa una caja con discos de vinilo, gran parte de los cuales eran de cantantes españoles. Con esa caja crecí yo. Con mi primera guitarra saqué mis primeros acordes y soñaba con que esos garabatos sonoros cruzaran el océano y llegaran a sus vidas –refiriéndose al público–. Este es el primer país que visito en mi primera gira y es la muestra de que los sueños se convierten en realidad", ha proclamado.

Tampoco se ha ruborizado cuando, en uno de los momentos más potentes de la velada, ha cantado ‘Machu Picchu’ y ‘Por primera vez’ con su esposa Evaluna Montaner, una popular actriz y cantante venezolana. En sus miradas se observaba la pasión y la ternura que se dispensan. "Todas mis canciones son para Evaluna", ha lanzado como inequívoca prueba de compromiso.

‘Tuyo y mío’, ‘Despeinada’, ‘Tattooo’, ‘Ropa cara’, ‘Bebé’ y los bises ‘Medialuna’, ‘Desconocidos’, ‘Kesi’ y ‘Vida de rico’ han completado una noche inolvidable en la que los zaragozanos reactivaron esa conexión con la música en vivo que la pandemia amenazaba con aniquilar.

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