Ocio y Cultura

Félix Lafuente, un poliédrico artista oscense con el que no puede el olvido

Fernando Alvira publica un libro que da nueva luz a su biografía a partir de textos recogidos en la prensa de su época

Boceto para una de las escenografrías de Félix Lafuente
Heraldo.es

A finales de los 80, el profesor, historiador y artista oscense Fernando Alvira fue comisario de una retrospectiva sobre el pintor Félix Lafuente para la Diputación Provincial de Huesca. Y en el catálogo recorrió la biografía de este artista insuficientemente valorado en Aragón. Quiso reivindicar su figura, y en esa tarea ha seguido. Treinta años después, y de la mano del Instituto de Estudios Altoaragoneses, ha publicado ‘Félix Lafuente, pintor escenógrafo’, volumen en el que revela nuevos perfiles del artista a partir de textos publicados en su día en medios como ‘El Diario de Huesca’, ‘La Crónica de Huesca’ o ‘La Voz de la Provincia’. La biografía forma parte de la Colección Altoaragoneses.

Nacido el 20 de noviembre de 1865 en Huesca, Félix Lafuente cursó los estudios de bachillerato en el Seminario de la Santa Cruz y un año en el Instituto provincial, en el que se matriculó únicamente de una asignatura: el dibujo. "Lo impartía el caspolino Ramiro Ros, y una mirada a las láminas trazadas en ese año bastaría para comprender que se quisiera becar al joven Lafuente para que ampliara estudios en Madrid", apunta Alvira.

Se formó como pintor en las clases nocturnas de la Escuela de Artes. "Lo escaso de la ayuda que recibía le obligó a trabajar como aprendiz en el taller de escenografía de Busato y Bonardi, proveedores del Teatro Real de Madrid, algo que marcaría no solo su estilo de pintura, sino también su manera de entender la vida", añade Alvira. Antes de regresar a Huesca en 1893 para hacerse cargo de la cátedra de dibujo del Instituto compartió taller con Amalio Fernández, y de sus pinceles salieron algunos de los bocetos más celebrados en los estrenos madrileños. Lamentablemente, la mayor parte de ese trabajo se ha perdido.

"Solo se ha podido recuperar una escenografía de tipo religioso, un enorme monumento de Jueves Santo para la iglesia del convento de la Asunción de su ciudad natal, estrenado en la Semana Santa de 1899. Pero las acuarelas preparatorias de las escenografías, sobre todo las trazadas como diseño preparatorio de las de Don Juan Tenorio, nos dan una idea de la modernidad de sus planteamientos". Alvira destaca la simbiosis entre su formación académica, adquirida en la Escuela de Arte de Madrid, y el trabajo en el taller de los italianos; una mezcla que le acercó, en el periodo de entre los siglos XIX y XX, "tanto en el paisaje como en los retratos, al modo del Impresionismo".

Lafuente regresó a Huesca en 1893, "además de por la nostalgia de su ciudad, que queda patente en algunas de esas acuarelas, por las diferencias con su compañero de estudio –sostiene el historiador–. En su caso, se suele olvidar la decena de años que ejerció de profesor de dibujo y en los que pintó algunos de sus paisajes y retratos más conocidos en su ciudad natal. Desde el primer año del siglo XX, en el que se le encargó el cartel de fiestas del Pilar, las peticiones de las instituciones zaragozanas al pintor oscense se fueron multiplicando, sus diplomas fueron alabados en publicaciones aragonesas pero llegaron también a otras de ámbito nacional. Dionisio Lasuén, desde las páginas de HERALDO, lo invitó a trasladarse a Zaragoza, ciudad en la que no le iba ‘a faltar trabajo’". Así lo hizo, y no le faltó. En los años en los que permaneció a orillas del Ebro compartió taller de escenografía con Ambrosio Ruste, pero solo participó en exposiciones colectivas promovidas por el Ateneo, en el que fue profesor de pintura a la acuarela con modelo.

Desgraciadamente, una parálisis progresiva le alejó del arte. De vuelta a Huesca, se centró en la docencia. Uno de sus alumnos más queridos fue Ramón Acín, que tras morir su maestro publicó un artículo en ‘El Diario de Huesca’ en el que aseguraba: "Yo fui el San Juan de sus discípulos". "Fue su alumno en la infancia y su amigo el resto de la vida. Las únicas exposiciones individuales de Lafuente en Huesca y Zaragoza las preparó Ramón Acín cuando su situación empeoró y necesitaba una ayuda económica para comprar los medicamentos".

Hubo tristeza en sus últimos años. "Fue una larga despedida asomado al balcón de casa de sus hermanas en la calle de Villahermosa… pero todos los que le visitaban se referían a la serenidad con que había aceptado su situación y a que en ningún momento había perdido su reconocido humor. Hasta un par de años después del obligado regreso a su ciudad mantuvo un estudio en el Coso Bajo al que algunos de sus últimos discípulos debían ayudarle a llegar. En él concluyó la que creo fue su última obra, iniciada algunos años antes desde bocetos que guarda el Museo de Zaragoza: el mural del Salón Azul del Casino oscense con tipos ansotanos". 

Dibujo anticipativo de cómo iba a ser la Exposición Hispano Francesa de 1908, publicado por Félix Lafuente en HERALDO.
Heraldo.es

Respecto a su trabajo en las páginas de HERALDO, hay que retrotraerse a 1905, cuando José Valenzuela La Rosa, director del periódico, 'fichó' a Lafuente tras conocerlo en las celebraciones del tercer centenario del Quijote. Sus dibujos ya habían aparecido en este periódico junto a noticias de las fiestas de San Lorenzo y, destacadamente, con la visita de Alfonso XIII a Huesca y Jaca para potenciar las obras del ferrocarril de Canfranc en 1903. Ya en la redacción de Zaragoza, "sus dibujos aparecieron en más de un centenar de ocasiones en el periódico para ilustrar todo tipo de noticias –subraya Alvira–. Realizó retratos y caricaturas de los personajes y políticos de la capital pero también de sus ciudadanos castizos, realizó series de torres aragonesas, rincones de Zaragoza y edificios de todo Aragón; figurines de moda, escenas de juicios, cabeceras de secciones, anuncios publicitarios, y vistas generales o parciales de lo que iba a ser la Hispano Francesa en la antigua huerta de Santa Engracia".

Lo dejó por el auge de la fotografía "y porque, con toda probabilidad, comenzaba a padecer los síntomas de la enfermedad que le impidió trabajar", concluye el especialista.