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El terrorífico coco de Stephen King cuyo rostro pintó Goya

La serie 'El visitante', de HBO, recurre a tres obras del pintor como eje conceptual y estético de un misterio en torno a los asesinatos de unos niños. El resultado televisivo es pavoroso, si bien el de Fuendetodos concibió sus personajes de los 'Caprichos' con muy distinta intención.

Un coco pintado por Goya y su transformación para los espectadores del siglo XXI en la serie 'El visitante'.
Heraldo.es

Que Goya es uno de los pintores más influyentes de la historia es una obviedad. Pero quizá no tanto la diversidad de formas en las que su revolucionaria manera de entender el arte ha penetrado en el imaginario de actuales formas de entretenimiento, como el cine o las series.

Está pasando estos días en la plataforma en 'streaming' HBO a través de la serie 'El visitante' (The outsider) basada en un superventas del mismo título publicado en 2018 por Stephen King y que sitúa a tres obras de Goya, dos caprichos y 'Saturno devorando a sus hijos', en el centro de una enganchante trama entre lo policiaco y lo sobrenatural.

(Ojo, a partir de ahora, 'spoilers', salvo para las que hayan seguido la serie hasta el capítulo 8).

El detonante de la serie, que está recibiendo excelentes críticas, es el salvaje asesinato de un niño en un pueblo de Georgia, en el sur de los Estados Unidos. Del caso, que posteriormente se amplía con otros conectados, se ocupa el detective Ralph Anderson quien, a su vez, aún llora la muerte de un hijo adolescente unos meses atrás.

Lo que comienza como una pequisa policiaca al uso se torna en inexplicable cuando el principal acusado, un ejemplar entrenador de béisbol al que señalan como autor del crimen pruebas irrefutables, es visto por otros testigos en otro sitio en el momento de los hechos.

Ante la posibilidad de que el presunto asesino tenga el don de la ubicuidad, se recurre a una mujer con capacidades especiales que concluye, ante el estupor general, que su principal sospechoso es... ¡el coco! Sí, ese personaje de la tradición popular española que se ha venido usando secularmente para asustar a los niños. Se cita hasta la famosa nana, la de "duérmente niño, duérmete ya, que vendrá el coco y te comerá".

Y se da la cricunstacia de que el pavoroso ente es representado en la serie a través de un individuo encapuchado con un rostro de ojos huecos y boca torcida, exactamente igual al que pintó Goya en su capricho '¡Lo que puede un sastre!'. La obra del pintor de Fuendetodos aparece en otras ocasiones en la serie, cuando la investigadora, tratando de conocer más sobre la leyenda del coco, se topa con otro grabado del pintor zaragozano, el titulado !Que viene el coco!', y con el cuadro 'Saturno devorando a sus hijos'.

Los dos caprichos de Goya que aparecen en la serie.
Heraldo.es

Ambos grabados, por cierto, pueden verse en el Museo Goya de Zaragoza.

Stephen King, nacido en 1947, parece haber encontrado en el pintor de Fuendetodos un vector ideal para la constante preocupación en su obra por el trato dado a los niños. Aunque, las intenciones de Goya con sus 'Caprichos' eran muy distintas.

La Coordinadora del Grado de Estudios Ingleses de la Universidad Autónoma de Barcelona, la profesora Sara Martín Alegre, escribió un artículo para la revista especializada 'Atlantis' titulado "Pesadillas de infancia: el niño y el monstruo en las novelas de Stephen King'. En él, señala las muchas novelas de King en las que aparecen muertes violentas de niños o se ven envueltos en situaciones macabras, como 'El resplandor', 'It', 'Cementerio de animales' o la que nos ocupa, 'El visitante'.

Al habla con HERALDO, la profesora Martín desgrana las múltiples maneras en las que el superventas estadounidense aborda el asunto: "En su obra aparecen niños que se convierten en monstruos, niños asesinados, niños desprotegidos, abusados...". Con algún elemento común: "La idea de que los niños son vulnerables y acaban desarrollando estrategias para defenderse".

Martín sostiene que la recurrente idea de King de situar personajes infantiles en medio de escenarios siniestros y violentos "podría ser vista como una explotación injusta de niños monstruosos o sufrientes con fines comerciales". Pero, además de defender que es un aspecto común en la ficción del siglo XX, la estudiosa cree que "refleja una angustia entre los 'baby-boomers' por la cuestión de la paternidad, en particular entre los hombres blancos como el propio King". "King -escribe Sara Martín- apunta a las áreas más oscuras del estilo de vida americano, pero no da respuestas sobre cómo podría proteger a sus hijos de los males que los propios adultos les infligen". Para Martín, King se dirige a lectores que capaces de distinguir entre explotación y denuncia en las novelas de terror contemporáneas. A quienes lanza el siguiente mensaje moral implícito: "Sé bueno con tus hijos".

Este ruego podría ser la cuestión de fondo que uniese a King y Goya . Pero el experto en la obra del pintor Carlos Foradada, profesor de la Universidad de Zaragoza y autor del libro 'Goya recuperado en las 'Pinturas negras' y 'El Coloso', cree que el uso que en esta serie y otras producciones se hace de su arte se queda más bien en la pura forma. "La cultura anglosajona, sobre todo, se ha acercado a Goya desde una perspectiva en la que prima el morbo o lo efectista". 

Pero las intenciones del genio de Fuendetodos en los 'Caprichos' eran muy distintas.

"Lo importante es determinar qué intención tenía Goya a la hora de pintar los 'Caprichos', propone Foradada. Para él, está clara y se explica por la pertenencia de Goya al grupo de los ilustrados, empeñados en modernizar y democratizar España: "Los 'Caprichos', que es un género importado de Italia, eran en origen una manera de hacer bromas sobre la sociedad. A Goya le bien este formato para hacer su propia crítica, sobre todo para desarrollar la sátira, que marca toda su obra, incluso la de temática trágica". "El 'capricho' -añade Foradada- le permitía además al aragonés protegerse de los censores".

Si bien no siempre lo consiguió pues esta serie de grabados estuvo prohibida hasta 1803. Goya, siempre agudo, logró salvar las planchas regalándoselas a Carlos IV (que nunca supo a ciencia cierta el verdadero alcance crítico de las mismas), quien, con tal motivo, creó la Calcografía Nacional.

En concreto, los dos 'caprichos' que aparecen en 'El visitante' 'Que viene el coco' y 'Lo que hace un sastre', son una crítica a los métodos obsoletos de la enseñanza tradional (el primero) y a las falsas creencias (el segundo). En los dos aparecen niños aterrorizados por lo que Goya considera falsas (y risibles) creencias (en uno de los grabados la gente se asusta de un árbol vestido con unas sayas: lo que hace un sastre...).

Es en ese espíritu crítico donde, a juicio de Foradada, "radica la modernidad de Goya".

En cualquier caso, Foradada también recuerda que, en paralelo con los sentires ilustrados, la época de Goya también vio cómo la brujería y las cuestiones relacionadas con el espiritismo alcanzaban mucha popularidad entre "una aristocracia que se aburría". El propio Goya pintó aquelarres para la Duquesa de Osuna y, de paso, cultivó un estilo estético y un imaginario que sigue fascinando a escritores y guionistas de novelas y series de terror cientos de años después.