'El Gato de Cheshire' se esconde en el Picarral

La 'libroteca' mezcla libros con té y galletas para dar vida a un establecimiento con carácter propio.

Los libros ilustrados copan los expositores de la 'libroteca'
'El Gato de Cheshire' se esconde en el corazón del Actur

El 'país de las maravillas' de Alicia se esconde en el la zona de Salvador Allende. La librería 'El Gato de Cheshire' recoge al menos su espíritu, entre libros ilustrados, té y pasteles que recuerdan a la obra de Lewis Carrol.


'Alicia' es el 'leit motiv' del establecimiento. "La combinación de libros y té nos recordaban al Sombrerero Loco, aunque nos decidimos por el gato, que daba más juego con los colores", explica Carol Contín, una de sus dueñas.


Aunque no lleve el nombre del Sombrerero, reconoce que algo de locura hay en abrir una nueva librería en plena crisis, cuando otras tienen que cerrar, aunque llevaran "mucho tiempo dándole vueltas". Su 'libroteca', "mezcla de libros, té y café", subió la persiana por primera vez el mes pasado, pero la idea nació hace un año.


Carol y su socia, Bea Lezcano son maestras. Ninguna de las dos había trabajado en una librería, pero deseaban crear un lugar donde se pudiese comprar libros y hojearlos tranquilamente mientras se toma algo. Ellas lo tenían muy claro, pero su apertura no fue un camino de rosas. "Nos llevó un año que Urbanismo entendiese el concepto de que es una librería, no un bar o una cafetería, y conseguir el permiso", recuerda.


La librería se encuentra en el Picarral. "Queríamos abrirla en Valdespartera, porque vivimos allí, pero los alquileres son demasiado elevados", explica Carol. Esta era su segunda opción, un lugar que conocían bien por haber residido en la zona y en donde no hay otro establecimiento como el suyo. "No queremos hacer competencia. Da un poco de miedo ser los únicos y estamos un poco escondidas, en una zona peatonal pero en la que juegan muchos niños". Pero en cuanto vieron el local, se enamoraron de él y tuvieron claro cómo iba a ser su librería.


La unión de libros y dulces no es su única 'rareza'. Los libros, por ejemplo, no están guardados en estanterías, sino colocados en expositores, abiertos, para que no se vea solo la portada que "a veces no refleja bien el libro". El mobiliario también comparte esta alma imaginativa. No hay dos sillas, dos tazas o dos platos iguales.


Ni los tés tienen nombres corrientes: los clientes pueden beberse aquí a la Reina de Corazones, al Conejo Blanco o a la mismísima Alicia. "Pedimos muchas muestras de té y el que más nos gustó fue uno que traemos de Alemania. Le cambiamos los nombres por los personajes de Alicia, aunque tenemos también los originales", explica Carol. No es lo único que viene de fuera. Algunos de sus libros están escritos en inglés o francés, aprovechando que en la zona hay varios colegios bilingües, aunque "la importación tarda y estamos en ello".


A los clientes, en cambio, no les ha costado tanto llegar. "Estamos contentas, aunque nos gustaría que hubiera más gente, claro", reconoce Carol entre risas. Ya tienen su best-seller, en este caso comestible: "El dulce que más se vende son unas galletas gigantes con lacasitos y trozos de chocolate".


Pero los protagonistas continúan siendo los libros. La mayoría de los libros de la 'libroteca' son infantiles, aunque también se pueden encontrar libros juveniles o para adultos, como la obra de Soledad Puértolas 'El jardín de Ulises' editada por Atades e ilustrada por David Guirao. "Pensamos que son solo para niños, pero también son para adultos". Además, resisten mejor a la invasión de los libros electrónicos. "Son libros que los quieres tener en casa, por la belleza de sus ilustraciones", asegura.


Los libros ilustrados no son los únicos que se encuentran en esta librería. Una maleta es el lugar para el intercambio de novelas que pueden realizar los clientes. "No son del tipo que vendemos y permiten que se lea algo mientras se realiza la degustación". Además, ver a los padres y madres con un libro entre las manos ayuda a que los niños se aficionen.


Sin embargo, según Carol, son los más pequeños los que suelen atraer a sus padres. "Ven el escaparate y quieren entrar". Y si no, los talleres los fines de semana son otra forma de convencerles para descubrir el local. La mayoría están relacionados con la animación a la lectura a los niños, como el dedicado al personaje de cómic 'Superpatata' o el taller para pequeños escritores, aunque los padres también tienen su espacio, con actividades como el ganchillo. Eso sí, con taza de té incluida.