Ocio y Cultura

El zaragozano Alberto Martínez Embid redescubre los ríos de Aragón en un libro

‘Excursiones a nacederos’ desvela los secretos de 40 parajes naturales desde una perspectiva práctica e histórica.

Las Gradas de Soaso muestran al río Arazas en espectacular crecida.
Alberto Martínez Embid

"Los nacederos de ríos son lugares mágicos, fascinantes. Ya desde tiempos de los pirineístas del siglo XIX, los montañeros clásicos han tenido especial interés por ellos. En sus expediciones, ante la ausencia de sendas, los cauces eran su guía, un lugar que los acompañaba. Y Aragón es, como reino viejo, hogar de diversas historias, mitos en torno a estos, que les dan todavía más valor", explica el montañero zaragozano Alberto Martínez Embid. ‘Excursiones a nacederos’ es el título de la obra que ha publicado hace unas semanas para Sua Ediciones, una recopilación práctica que recoge consejos para todos aquellos interesados en conocer la cuarentena de caminos que Martínez ha trazado personalmente. Los textos aportan, paralelamente, una narración histórica, en la que se incide en acontecimientos en torno a cada uno de los parajes.

"El agua cae toda blanca. Vemos un traje nupcial, adornado con pliegues, encajes, con el clásico ramo de azahar". De esta manera describía el poeta biesquense Francisco Lordán en 1942 a las Gradas de Soaso, por las que discurre el río Arazas. Y así lo recoge Martínez en uno de sus textos, que explica una excursión en torno a sus aguas, "el espinazo" del Parque Nacional de Ordesa.

Una difícil selección

El libro es "básicamente una guía -cuenta Martínez-. De entre casi un centenar de nacederos, he seleccionado una cuarentena: la mitad en la provincia de Huesca, doce en la de Teruel u ocho en la de Zaragoza. En España no existe una tradición de turismo fluvial, pero Aragón tiene muchas posibilidades".

‘Excursiones a nacederos’ incluye también tres ríos que brotan en la comunidad, pero que desembocan en Francia. Son el Garona, el Gave de Aspe y el Gave de Pau. "Este último nace en el lago helado de Monte Perdido. Y, posteriormente, cruza la frontera, pasa por la ciudad del sur de Francia que lleva su nombre, para, finalmente, encontrar el Atlántico".

En las tres provincias

De los recorridos zaragozanos, "pocos son nacederos en sí. Casi todos son surgencias principales, como el humedal de los Ojos de Pontil, donde se añaden al río Jalón una serie de aguas subterráneas llegadas del Moncayo. "Una antigua leyenda cuenta cómo la cabeza decapitada de San Frontonio subió desde el Ebro hasta Épila por su cauce", indica.

Otra de las excursiones que Martínez destaca en Zaragoza es la del río Huecha, en el Moncayo, "más de aventura, un poco complicada". También, "por supuesto, las del Pitarque o el Matarraña, en el Bajo Aragón, dos de las más populares". Y, en Huesca, "existen tantas que me cuesta mucho elegir". El Gállego, único curso pirenaico con toda su cuenca en la comunidad, toma su nombre de las tribus de las tierras del norte, de donde los romanos creían que provenía el río. "He planteado un recorrido por sus manaderos en el valle de Tena, puesto que las fuentes de este río están bastante dispersas".

El prólogo de la obra ‘Excursiones a nacederos’ ha sido escrito por el geógrafo vallisoletano Eduardo Martínez de Pisón, que define los ríos como "caminos de conocimiento, de arte". Y a sus aguas, como elementos que, a la vez, "amenazan y liberan".