Guillermo Fatás: “El libro electrónico es útil y precioso, pero es inodoro e insípido”
El historiador abre con un viaje literario la XIV Feria del Libro Antiguo y Viejo de Zaragoza
¿Quién le podía decir a Messi o a Cristiano Ronaldo que sus nombres y los fichajes futbolísticos iban a figurar en el pregón de Guillermo Fatás Cabeza de la XIV Feria del Libro Antiguo y Viejo de Zaragoza, que ha pronunciado en los salones del restaurante Plaza? Sucedió, y además con gracia, porque el interés por los libros antiguos y usados se remonta a la Antigüedad misma.
El presidente de los Libreros de Viejo de Aragón, Pablo Parra, dijo que sentía una gran alegría al inaugurar esta fiesta del libro. Francisco Asín y Ramírez, de Luces de Bohemia, hizo un retrato breve y preciso del pregonero: dijo que llevaba una librería ambulante y muy bien organizada en su cabeza; recordó que desde joven ya había sido bibliófilo, desde los tiempos en que estaba en el servicio aéreo en Aviación, y destacó luego que Guillermo Fatas ha tenido un papel clave en la difusión de la cultura y del libro en su doble condición de autor y de coordinador de varias colecciones de libros y como director de la Institución Fernando el Católico.
Guillermo Fatás ha escrito un texto de doce folios: De la antigüedad del libro antiguo. Advirtió que como el pregón se podía leer con tipografía Ibarra, editado y con notas, lo iba a glosar, y lo encerró en siete relatos o cuentos, donde no faltó el humor, ni los juegos literarios -recordó El nombre de la rosa de Umberto Eco, al monje latino, Jorge de Burgos, Jorge Luis Borges, y el libro maldito que nadie quería destruir- ni siquiera algunas confesiones: El libro electrónico es útil y precioso, pero es inodoro e insípido, dijo.
Su viaje arrancó con La Historia de Ziusutra, que es el prototipo del libro antiguo conservado, que une a Noé, Ramsés, Moisés y La Biblia. En el segundo viaje aludió a Política de los Atenienses, que encarna el libro antiguo perdido y recuperado y gira en torno a Aristóteles, discípulo de Platón y preceptor de Alejandro de Macedonia. El libro, en papiro, se recuperó en el siglo XIX, fue traducido al inglés en 1891 y se conserva en el Museo Británico.
También abordó el fenómeno de buscadores de libros antiguos que provocaban competencia entre reyes por piezas como los Comentarios a Hipócrates del médico Claudio Galeno, pero también por originales valiosos como uno que reunió la obra de los grandes trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides. Abordó el lejano negocio de los libros falsificados, y se aproximó al enigma sobrenatural de los libros sibilinos, que eran un bien preciado del estado romano, a través de un cuento que parecía de Dino Buzatti y que tenía por protagonista a una misteriosa mujer.
Amaltea, ese era su nombre, le ofreció al rey etrusco nueve libros por 300 monedas. Quemó tres y le ofreció los seis restantes por las 300 mismas monedas. El monarca, con más razón, insistió en el rechazo. Ella quemó otros tres ejemplares y entonces el soberano, al fin, aceptó por la misma cantidad. No fuera a sobrevenir una catástrofe. Y cerró su narración aludiendo al libro impostor, el que no existe, falso, y sin embargo del que cada año se publican versiones y traducciones: el Necronomicón, "el auténtico libro de ocultismo por excelencia", que concibió el narrador terrorífico, y un tanto autista, que es Lovecraft y que tiene una historia prodigiosa, digna de Borges, de Pierre Benard o de un tal Abdul Alharezred. "
Con el viento a favor, rodeado de amigos, el pregonero concentró la atención, sembró algunas sonrisas, no cometió ni una descoordinación sintáctica en su relato oral y cosechó aplausos.
A los diez minutos, los libreros subían a abrir las casetas a la plaza de Aragón, donde permanecerá la feria hasta el día 8 de abril. Ya lo había dicho Pablo Parra: comenzaba la fiesta.