Ocio y Cultura

Springsteen: suenan tambores de retirada

La reclusión durante nueve meses de Bruce Springsteen en un teatro de Broadway ha levantado el rumor de una posible retirada, al menos de las grandes giras.

Springsteen, que ha atravesado una gran depresión, podría estar despidiéndose en Nueva York de los escenarios.
HANS KLAUS TECHT/efe

Tambores. Y no de guerra, que es lo suyo, sino de retirada, algo inesperado en él pero previsible, dada su edad. En el umbral de la setentena, Bruce Springsteen (New Jersey, 23 de septiembre de 1949), publicó a finales del pasado año su autobiografía, en la que sorprendentemente no solo desmigaba su trayectoria vital y profesional sino que entraba en confesiones personalísimas, como la gran depresión mental que sufrió a lo largo de esta década. Parecía un ejercicio terapéutico de sanación prescrito por su psiquiatra, un libro de expiaciones.

En octubre pasado, el Boss se encerraba en un pequeño teatro de Broadway para ofrecer una serie de conciertos acústicos en los que no solo abordaba diversas canciones de su repertorio sino que acotaba pensamientos y vicisitudes personales en torno a su vida y a su obra, ejerciendo una vez más de ‘contador de historias’ o de ‘story teller’, como hizo en sus giras de 1995 y 2005, las correspondientes a sus álbumes acústicos ‘The Ghost Of Tom Joad’ y ‘Devils & Dust’.

Ahí sigue todavía, recluido en el teatro, ventilando cada noche en público sus pensamientos, su vida y sus canciones. Y es que lo que en principio se estableció como una tanda de recitales para octubre y noviembre se ha ido alargando hasta convertirse en una larga ‘residencia’ que durará hasta el próximo 30 de junio. En total, 155 conciertos.

Precios por las nubes

La demanda de entradas ha sido abrumadora. Todos los recitales han agotado el papel nada más ponerse a la venta, y ello pese a unos precios por las nubes, oscilando entre los 200 y los 805 dólares, lo que da un precio medio de 500 dólares por butaca. Récord de recaudación en Broadway, según la empresa Playbill, aun cuando el recinto, el Walter Kerr Theather, alberga solo 960 butacas. La reventa ha alcanzado los 12.500 dólares. Los 500 dólares, por otro lado, de entrada media hace que cada semana se recauden dos millones y medio de dólares, cifra solo superada por el exitoso musical ‘Hamilton’, que se representa en un teatro de mucho mayor aforo.

Todas las noches, Springsteen actúa de ocho a diez de la noche puntualmente y con una cantidad de exigencias espartanas: está prohibido totalmente el uso de cámaras y teléfonos, los espectadores no pueden levantarse durante la función ni siquiera para salir al servicio so pena de no poder volver a la butaca y se penaliza la llegada tardía al recinto con la prohibición de la entrada.

En un escenario de sobriedad mayúscula, con un fondo de ladrillo viejo, un piano y varias guitarras, Springsteen da suelta a un repertorio de quince canciones, que, contra su habitual norma de baile de piezas, permanecen fijas cada noche, no en vano el cantante considera estos recitales más como una obra teatro-musical que un concierto. ‘Groovin’ Up’ abre el listado, siguiéndole ‘My Hometown’, ‘My Father’s House’, ‘The Wish’, ‘Thunder Road’, ‘Promise Land’, ‘Born In The USA’, ‘Tenth Avenue Freeze-Out’, ‘Tougher Than The Rest’, ‘Brilliant Disguise’, ‘Long Walk Home’, The Rising’, ‘Dancing In The Dark’, ‘Land Of Hope And Dreams’ y ‘Born To Run’. Un compendio de clásicos junto a varias piezas que habitualmente no aparecen en sus repertorios en directo, que Springsteen interpreta en solitario acompañándose unas veces al piano y las más a la guitarra acústica. Únicamente, en ‘Tougher Than The Rest’ y ‘Brilliant Disguise’, le acompaña su mujer, Patti Scialfa. Todas estas canciones componen el guión musical con el que Springsteen esboza su vida profesional y personal, insertando comentarios o leyendo fragmentos de sus recientes memorias, entre aplausos y risas permanentes del público.

El Walter Kerr es ahora su oficina de trabajo, su lugar en el que cada noche cumple a rajatabla con su clientela como si de un bancario tras una ventanilla se tratara: a media tarde acude junto a su mujer al teatro y cuando termina se marcha a dormir a su casa, al otro lado del río Hudson. Todo ello hace que nada más comenzar el recital, en el que el guión no da margen a la improvisación, en medio de la canción sobre su adolescencia, ‘Growin Up’, confiese entre risas que hasta ahora nunca había ejercido un trabajo ‘honesto’, o sea, de currito que acude al tajo las ocho horas pertinentes.

Un tuit de alarma

Esta nueva faceta de ‘oficinista musical’, equiparable a la de Nick Cave, por el tono memorialista y hasta nostálgico que encierra, ha desatado un mar de especulaciones sobre si su estancia en solitario en Broadway es el anuncio de su retirada. Así lo presiente Chris Phillips, editor de la revista ‘Backtreets’, que sigue los pasos del artista como un entomólogo a una mariposa: son muchos los rumores que le han llegado al respecto desde diversos flancos de bastante fiabilidad. Aunque la sospecha de retirada más verídica que hizo saltar las alarmas fue la que se produjo el pasado día 18 de este mes cuando el bajista de la E Street Band, Garry Tallent, en respuesta a un tuit de su compañero Nils Lofgren, escribió que "parece poco probable que vuelva a haber más giras".

Algo se debe estar masticando entre bambalinas. Es posible que no sea una retirada total, pero sí de los grandes estadios y quién sabe si de los discos. Y es que, pese a que se sabe que Springsteen tiene un nuevo álbum grabado desde hace varios años, ni su propio manager, John Landau, se atreve a asegurar que este disco, muy diferente a lo hecho hasta ahora, con canciones que hurgan el country de Glen Campbell y Jimmy Webb, las melodías de Burt Bacharah y hasta los sonidos mexicanos, vaya a ver la luz. "Es algo que ocurre con Bruce, unas veces publica los discos y otras se quedan en una estantería. Este es un fantástico disco, pero está en el limbo", ha manifestado Landau a la revista inglesa ‘Uncut’.

Los tambores de retirada no hacen apenas ruido, casi suenan sordos, como esas baterías electrónicas para pisos, pero es la primera vez que se está especulando al respecto. Habrá que esperar a que Springsteen tome su propia decisión o quizá a que el psiquiatra le prescriba ‘la medicina de estadio’, que evite la vuelta de la sabiniana ‘nube negra’ de la depresión. Veremos.