EL INVENTOR

Lorenzo Gradé, un hombre fascinado por la mecánica

La Oficina de Patentes tiene mucha documentación de sus inventos.

Dibujos que realizó Lorenzo Gradé para patentar su carburador.
Lorenzo Gradé, un hombre fascinado por la mecánica

En la Oficina Española de Patentes y Marcas, dependiente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, se guarda diversa documentación sobre las patentes solicitadas por Lorenzo Gradé. Era un hombre de gran inventiva, acostumbrado a buscar soluciones donde parecía no haberlas: en su época de camionero, si en un viaje los pinchazos agotaban las ruedas de repuesto, cogía hierba de la cuneta, rellenaba con ella la cámara pinchada y continuaba viaje.


No se conserva documentación sobre el 'Chasis y motor original Gradé' que le lanzó a la fama. Y es que, según la familia del inventor, el propio Gradé aseguraba que el proceso de patente no llegó nunca a completarse. En la familia sí conservan, en cambio, varias fotografías inéditas hasta ahora. Dos de ellas fueron tomadas en una fecha desconocida, a la puerta del Automóviles Orobitg, un 'concesionario' que había en los años 20 en el Coso zaragozano y que, curiosamente, vendía coches Oakland, los precursores de la actual General Motors. En una de esas fotografías el inventor escribió las especificaciones técnicas: "Chassis y motor original 'Gradé', 6 cilindros, 1.100 c.c., 7 H.P., válvulas en cabeza". Puede ser un modelo evolucionado respecto al primitivo, por cuanto la cilindrada es superior.


Un motor sin cigüeñal

"Supongo que en alguna parte (si no ha desaparecido el Registro) constará la entrega del prototipo y su depósito en algún almacén del propio Ministerio -apunta su sobrino Ramón Gradé-. Él siempre comentaba que su invento había quedado en un almacén. Esto tuvo lugar antes de la Guerra Civil, aunque tampoco podemos precisar el año". Poseen una fotografía, aún posterior, en la que parece adivinarse ya una especie de 'anagrama' sobre el capó: las letras 'Gradé' y un logotipo con forma de animal inidentificable.


Pero la documentación que se guarda en la Oficina Española de Patentes y Marcas sí arroja alguna luz indirecta sobre el primer coche construido en Zaragoza. Apenas tres meses después de realizar las primeras pruebas con su automóvil, el mecánico zaragozano solicitó sendas patentes para un motor de explosión para usos industriales, un nuevo carburador y un nuevo motor de combustión interna. Este último es especialmente significativo, puesto que no tiene ni cigüeñal ni bielas.


Pero no acaban aquí los inventos de Lorenzo Gradé, que siempre dio muestras de ser un cerebro en ebullición. En 1935 se 'desmarcaba' con un invento que no parecía de su especialidad: 'Mejoras introducidas en los aparatos de aviso o de señales acústicas, con válvulas de goma'. Y cuatro años más tarde, recién acabada la guerra civil, solicitaba la patente de unas 'Mejoras en la fabricación de segmentos de pistón para motores de combustión interna y máquinas similares".


La familia recuerda otro invento del que no queda rastro documental: una jabonera que se atornillaba a la pared y que utilizaba pastillas agujereadas. La fabricó para toda Europa la firma Fowell.