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La muerte de Eric Rohmer deja un poco más huérfana a la 'Nouvelle vague'

CINE

El cineasta, autor de filmes como 'Cuento de otoño' y 'Triple agente', y uno de los autores de los famosos 'Cahiers du Cinéma' junto a Truffaut y Godard, falleció ayer a los 89 años

La muerte de Eric Rohmer deja un poco más huérfana a la 'Nouvelle vague'
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parís. Las películas de Eric Rohmer son caprichosas y ambiguas. Eso se debe seguramente a que el director francés solía mantener la distancia con su cámara, utilizaba iluminación natural y no convertía en héroes a sus protagonistas, sino en personajes de la vida cotidiana. Rohmer, que murió ayer a los 89 años, según algunos biógrafos había nacido el 21 de marzo y según otras fuentes el 4 de abril del mismo año. Él nunca confirmó una u otra versión, en una manifestación más de su magistral manejo de la ambivalencia.

Como uno de los padres fundadores de la 'Nouvelle vague', se alzó en los 60 contra las convenciones del estancado cine francés y defendió un cine de autor. Aquellas disputas ya acabaron, pero sus películas y textos -Rohmer era un importante teórico del séptimo arte- nunca perdieron modernidad, como lo demostraron algunas de sus últimas películas -'Cuento de otoño' (1998) y 'Triple Agente' (2004)-, que fueron calificadas de obras maestras radicales, hechas con la sabiduría que dan los años. A ellas siguieron 'Le canapé rouge' (2005) y 'El romance de Astrea y Celadón' (2007).

El cineasta, nacido en Tulle con el nombre de Jean-Marie Maurice Schérer, se dio a conocer en los 60 y principios de los 70 con el ciclo en seis partes 'Cuentos morales'. Esa serie de películas, entre las que figuran 'La coleccionista', 'Mi noche con Maud', 'La rodilla de Clara' y 'El amor después del mediodía', es uno de los méritos más extraordinarios de su primera época, y destaca por un tono, una atmósfera, una gracia y una agilidad inconfundibles.

El ciclo muestra la tentación de un hombre de sacar partido de la ausencia de su mujer, para finalmente retornar junto a ella sin escándalo alguno. Es una obra coherente, psicológicamente consolidada y estilizada, en la que abundan los retratos femeninos sutiles y extensos diálogos en pantalla.

Rohmer, formado en Filología Clásica, se destacó primero como escritor al publicar la novela 'Elizabeth' y llegó al cine por el camino del periodismo. Junto a François Truffaut, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol y Jacques Rivette formó el grupo de críticos de la legendaria revista 'Cahiers du Cinéma', en la que ejerció la jefatura de redacción entre 1953 y 1969.

Escribir era para Rohmer un intento de captar el ser del cine. En su colección de ensayos 'El gusto por la belleza' definió al séptimo arte dando alguna clave sobre el conjunto de su obra fílmica: "Las definiciones existentes sobre la singularidad del cine son tan fragmentarias que quiero proponer otra: la cualidad más destacada de la cámara es fijar el instante. A través de su posibilidad de reproducir lo único infinitas veces, la cámara convierte al acontecimiento puro en arte, al arte menor en arte mayor."

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