Ocio y Cultura

Élmer Mendoza: "Ningún lector quiere que el protagonista de la novela muera en la página 127"

LITERATURA

El escritor mexicano es autor de "Balas de plata", una novela detectivesca que ganó el Premio Tusquets Editores de Novela de 2007.

¿Qué cuenta "Balas de plata"?


La novela tiene dos líneas. Por un lado, la investigación de un asesinato, de la que se encarga el Zurdo Mendieta. De ella resultan cosas inesperadas, como que el muerto, que era un hombre correctísimo, llevaba una intensa doble vida. Por otro lado, está la historia de Mendieta, un hombre con problemas que, sin poder controlar su devenir biográfico, termina por verse arrastrado por el caso. Y los lectores no me perdonarán que siga contando...


En la primera línea de la novela, asocia modernidad con violencia. ¿Hay mucha violencia en el libro y en nuestra época?


Más en nuestra época que en el libro. Tu vives en una ciudad muy tranquila -Zaragoza-, pero hay ciudades del mundo donde las calles están llenas de armas que no siempre están en manos de gente juiciosa. En muchos de ellos subyace la intención de matar, por que todos tenemos una tendencia a la violencia.


¿Son las pistolas solo armas para el crimen, o significan más?


Se usan como autodefensa en los menos casos. Es una moda y sobre todo son instrumentos de abuso. Sirven para humillar y, en algunos casos, para asesinar.


Las armas y el crimen han creado una mitología de la que se alimentan muchos escritores…


Eso es importante en mi novela, pero a los lectores lo que les gusta es que les cuentes el proceso de la investigación. Pero cuando el detective va a enfrentarse con los malos, no puede hacerlo con las manos, porque a nadie le gusta que protagonista muera en la página 127.


El jurado del Premio Tusquets dijo que lo merecía por la "rabiosa modernidad de su lenguaje"…


Me agradó mucho que opinaran eso. Tu cuentas una historia y la cuentas de cierta manera. Generalmente, los lectores se fijan en la historia pero la opinión del jurado siempre la quise escuchar de mi obra. Aspiro a contar una historia, y hacerlo de una manera singular, mía… y eso no es fácil.


¿Y no cree que su estilo se parece al de sus contemporáneos?


Bueno, yo me parezco a mis maestros. Además, los escritores nunca estamos solos, siempre somos varios los que intentamos la misma cosa. Lo curioso es que ni siquiera escribimos en el mismo idioma. Obedece a una época y una forma de asumir la literatura.


¿Cuáles son sus maestros?


Fernado del Paso, Juan Rulfo, Juan Fonseca, los argentinos Julio Cortazar y Jorge Luis Borges y en España, además de los clásicos, Javier Cercas, Javier Marías, Juan Goytisolo, Almudena Grandes y Arturo Pérez Reverte.


Creo que se conocieron cuando él se documentaba para "La reina del sur".


Fue un encuentro entre dos escritores que tienen espíritu de colaboración, una experiencia larga y que se repitió, porque él es un escritor muy cuidadoso. Descubrimos que teníamos muchas afinidades, literarias y también por nuestras circunstancias vitales, porque vivimos en una especie de exilio voluntario.


¿Son los premios de las editoriales una buena forma de llegar al público?


Creo que sí. En España hay un buen nivel de lectura y la gente confía en la mayoría de los premios. Ir a una librería y adquirir un libro premiado es una garantía. Pero, como comprador de libros, creo que, como las editoriales solo pueden premiar un libro al año, hay que hablar con el librero y preguntarle que más hay además del premio. Y así puedes estar al día y ampliar tu idea para hacer una escritura de tu tiempo.


Usted aprende y también se dedica a enseñar a narrar...


Mis cursos son, sobre todo, prácticos. Antes de la discusión literaria, es necesario aprender ciertos asuntos elementales: cómo narrar en distintas voces, cómo crear emoción. Son técnicas narrativas. Pero, además, ser escritor conlleva cumplir un programa de lectura muy intenso. Para escribir una buena novela, hay que haber leído 500. Y luego hay que buscar lo que te hace diferente a los otros, y trabajar en ello, para escribir una historia que a todos los demás les hubiera gustado escribir.

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