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Evau, un examen con la llave del verano... y del futuro

Lucías Bas, a izquierda, ha obtenido la mejora nota de la Evau en Aragón. Carmen Altemir, arriba, e Inés Rubio, abajo, han logrado las calificaciones más altas en Huesca y Teruel, respectivamente
Lucías Bas, a izquierda, ha obtenido la mejora nota de la Evau en Aragón. Carmen Altemir, arriba, e Inés Rubio, abajo, han logrado las calificaciones más altas en Huesca y Teruel, respectivamente
Universidad de Zaragoza

Hay eventos que despiertan estaciones al margen de la meteorología. Las notas de la selectividad (ahora Evau, y el año que viene Pau) abren la temporada estival en las redacciones de todo el país. El día que se publican comienza la búsqueda de los mejores en las playas de Salou. Y llegan las fotos de chavales con caras aniñadas que se asoman a un mañana prometedor, quizá brillante. Son las notas más altas del examen de acceso a la universidad, algunos se lo esperaban y otros, no. Todos tienen claro qué quieren estudiar.

Ese examen, como el primer día de trabajo, es para muchos el inicio del camino hacia el mundo adulto. Como esas fotos que cuelgan en las consultas médicas de un precioso muelle que se abre hacia el horizonte: inquietante y esperanzador. Empieza esa etapa en la que los sueños pueden convertirse en realidad. O no (pero esta opción sólo se contemplará más tarde, pasados muchos años).

Recuerdo ese vértigo de asomarse al futuro y pensar: ¿y ahora qué?

El primer roce con la libertad de la mayoría de edad que casi daba miedo después de haberlo esperado con tantas ganas, la llegada a la universidad, las aulas inmensas, aquellos profesores que no siempre se sabían tu nombre, ni les importaba, pero que te exigían sin piedad, la responsabilidad que pesaba de verdad por primera vez, la divertida chaladura de los pisos de estudiantes, las fiestas por motivos peregrinos, las noches en vela con los apuntes, los debates sobre lo más nimio o lo más abstracto, las pellas, las conversaciones infinitas sobre el futuro (el nuestro y el del mundo), el dinero que por primera vez había que administrar en serio… La vida que volvía a ser interesante tras el letargo de la adolescencia.

Las cosas no han cambiado tanto a pesar de los vaticinios apocalípticos. Los más sobresalientes salen en los periódicos, y todos creemos que les sucederán cosas buenas.

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