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Pedro Sánchez resiste sin apenas desgaste y Moncloa advierte de que "ha fracasado el plebiscito"

La formación blande su 30% del voto, 1,5 puntos menos que en las generales, como aval a la amnistía y respaldo frente al "acoso y derribo"de la oposición.

Teresa Ribera (PSOE) celebra los resultados de las elecciones europeas del 9 de junio.
Teresa Ribera (PSOE) celebra los resultados de las elecciones europeas del 9 de junio.
Kiko Huesca

"Remontada ya hemos tenido", dijo la cabeza de lista del PSOE al Parlamento Europeo, la vicepresidenta primera, Teresa Ribera, a su llegada este domingo a la sede del partido para el seguimiento de la noche electoral. Los socialistas terminaron la campaña seguros de que las cosas les irían bien, sobre todo, en comparación con lo esperado hace apenas mes y medio, cuando asumían que habría voto de castigo y que movilizar a los suyos podía resultar complejo. Finalizada la campaña, la duda era cómo de cerca quedarían del PP. Algunos creían posible incluso ganar. No ha sido así. Pero ni mucho menos ha habido varapalo. El partido mayoritario del Ejecutivo ha vuelto a lograr 20 escaños, como en 2019, frente a los 22 de los populares; y supera el 30% del voto, aunque queda a cuatro puntos de su rival con 5.241.568 votos por 5.934.164 de los de Alberto Núñez Feijóo.

El resultado basta a Pedro Sánchez para reivindicarse frente a la oposición. El PP y Vox hicieron de la decisión del presidente del Gobierno de conceder a Junts y a ERC la hasta entonces proscrita amnistía al ‘procés’ a cambio de su investidura uno de sus principales arietes en su contra. Entre otras cosas, por contravenir su propia palabra y el discurso con el que concurrió a las pasadas generales. Los socialistas ya interpretaron el pasado 12 de mayo que los catalanes habían entendido el volantazo -transformado en apuesta por la normalización política- al situar al PSC como primera fuerza, a seis escaños de Junts, y dejar a los independentistas, por primera vez en más de una década, sin mayoría absoluta. Pero esta cita era aún más relevante por tratarse de los primeros comicios e ámbito nacional desde 23 de julio.

Ni el olvido penal para los responsables del amago independentista de 2017 -aprobado finalmente en plena campaña electoral, el pasado 30 de mayo- ni la actitud mostrada por los secesionistas, que ya han adelantado su intención de volver a desobedecer este mismo lunes al Tribunal Constitucional para formar una Mesa del Parlamento catalán "antirrepresiva" con diputados que siguen en el extranjero, como Carles Puigdemont, han pasado gran factura al jefe del Ejecutivo. Tampoco la noticia de la citación judicial de su mujer, Begoña Gómez, como investigada, ni el caso Koldo, que hace poco más de tres meses sumió a los socialistas en la depresión. "Seguimos tercamente en un 30% de voto", presumían anoche en Ferraz. "Fracasa el plebiscito", añadían en Moncloa, en alusión al marco creado por el PP.

EFE

Tercer mejor resultado

El 30% de voto no es una barrera menor. En todas las elecciones celebradas desde 2014 los socialistas solo la han superado en dos ocasiones, en las europeas de hace cinco años y en las pasadas generales. Respecto a estas últimas, solo se dejan 1,5 puntos.

"Nuestras decisiones se avalan y la estrategia de acoso y derribo no les da resultado". Esa es a grandes rasgos la lectura que hace la dirección del partido, ya recuperada del susto que el presidente les dio a finales de abril cuando trascendió por primera vez que el juez de instrucción número 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado, había aceptado la denuncia del pseudosindicato Manos Limpias contra Gómez por supuestos delitos de corrupción privada y tráfico de influencias. Sánchez amagó con dimitir tras presentarse como víctima de una campaña de la derecha y la ultraderecha. Pero no lo hizo. En su lugar, volvió a enarbolar la bandera de la "regeneración democrática"contra la ultraderecha y el relato sobre el que ha construido su estrategia electoral.

La intención de Sánchez, que anoche se desplazó a Ferraz a seguir los resultados con su cabeza de cartel, la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, y un nutrido grupo de ministros, es intentar ahora retomar las riendas de una legislatura tormentosa desde sus inicios. Que lo logre o no dependerá también de cómo lean este 9-J sus principales socios, desde Sumar, que ha visto cómo el PSOE casi lo vacía con su estrategia, a Junts y ERC, que, juntos, pierden 900.000 votos.

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