De la burbuja inmobiliaria pasamos a la del foie en todos los platos y todas las cartas, los ‘smoothies’, luego la hamburguesa y la última es la de Taylor Swift. Al margen de valoraciones musicales, lo de esta chica es una máquina de hacer dinero bañada en purpurina y merchandising. Cada época tiene un fenómeno de este tipo. Alguien que creció en una granja de árboles de Navidad estaba destinada a una vida de espumillón.

Pero entre las burbujas patrias, ninguna más hinchada que la de Junts, la amnistía y el relato que lo envuelve. El PSOE (o una parte del partido) insisten en la convivencia y la reconciliación como ejes de una ley que antes rechazaban casi por los mismos motivos. Y cuando una voz recuerda las verdaderas razones que han servido de motor a esa amnistía, Sánchez grita sistemáticamente: "Fango".

En cuanto el Congreso aprobó la ley lo primero que hicieron ERC y Junts fue levantar otra carta: el referéndum. Habida cuenta del rédito que ERC le ha sacado a su paseo de la mano de Sánchez es normal que se apresure a regresar a sus posiciones de salida.

Puigdemont, que se crio envuelto en los aromas dulces de una pastelería, parece que no se ha enterado de que el objetivo de toda esta operación era "la convivencia y la unidad" (Sánchez dixit), porque lo único que hace desde que conoce los resultados de las elecciones es amenazar con hacer caer el Gobierno si a él no le nombran president.

Además, los fiscales del ‘procés’ rechazan amnistiar la malversación y argumentan que esta norma no beneficia a la sociedad. Los sindicatos critican a los fiscales y les dicen que no se metan en política. Los gobiernos y parlamentos autonómicos del PP llevan al Constitucional la ley de amnistía. Y también lo hace por su cuenta y riesgo García Page.

¿Convivencia y unidad? ¿Interés general?