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Dos décadas de Letizia en Palacio

El miércoles se cumplen veinte años de la boda de don Felipe con la periodista asturiana, cuya irrupción revolucionó Zarzuela

(I-D) La infanta Sofía; la Princesa Leonor; la Reina Letizia y el Rey Felipe posan en los alrededores del Palacio Real, Madrid (España). El 22 de mayo de 2004, en la catedral de la Almudena, el entonces príncipe Felipe de Borbón y Letizia Ortiz se dieron el sí, quiero congregando a más de 1.200 invitados y a las principales Casas Reales de toda Europa. A punto de cumplirse el vigésimo aniversario del enlace matrimonial de los reyes de España, Casa Real ha compartido unas fotos realizadas en los Jardines Campo del Moro y de Sabatini...17 MAYO 2024;20 ANIVERSARIO;BODA;ANIVERSARIO BODA;CASA REAL;REYES;REY;REINA;INFANTA;PRINCESA;LEONOR;SOFÍA;LETIZIA;FELIPE;FOTOS POSADAS;POSE;PALACIO REAL;CAMPO DEL MORO;JARDINES DE SABATINI..Casa de S.M. el Rey..17/05/2024 [[[EP]]]
La infanta Sofía; la Princesa Leonor; la Reina Letizia y el Rey Felipe posan en los alrededores del Palacio Real, 
Casa de S.M. el Rey

«El Príncipe puede casarse con quien quiera, pero no con cualquiera». La frase la pronunció Jaime Peñafiel, cuando lucía galones de ser el gran experto en monarquías europeas, apenas dos semanas antes de que Zarzuela anunciara el 1 de noviembre de 2003 el compromiso de don Felipe con la periodista asturiana Letizia Ortiz Rocasolano, de 31 años. Divorciada, recogía el breve comunicado en el que se informaba que la pedida de mano tendría lugar cinco días después en el Palacio del Pardo y la boda, a principios de verano en Madrid. El entonces heredero a la Corona se había salido con la suya, iba a casarse con quien él quería, por amor, tras ver frustrado con anterioridad su deseo en al menos dos ocasiones. Eran muy jóvenes -él tenía 21 años, ella 24-, pero a Isabel Sartorius nunca llegó a dársele una oportunidad porque sus padres estaban divorciados y, tras dos años de noviazgo, emprendieron caminos separados, aunque aún hoy mantienen una buena amistad. Con la modelo noruega Eva Sannum la relación fue bien distinta. Estuvieron juntos cuatro años y solo hubo confirmación del noviazgo -sonada fue su imagen juntos en la boda de Haakon y Mette-Marit de Noruega- el día en que el propio don Felipe anunció su ruptura a un reducido grupo de periodistas: «Quiero dejar claro que la decisión la hemos tomado con libertad y desde la intimidad. La relación no ha prosperado y punto. En ningún momento se ha planteado una disyuntiva entre razón y corazón, entre el deber y el querer», dijo el príncipe de Asturias días antes de cumplir los 33. «Una reina no puede tener pasado», se repetía hasta la saciedad aquellos años en el entorno de la Familia Real. El pecado de Eva Sannum, haber posado en ropa interior.

¿Era Letizia la candidata idónea para convertirse llegado el momento en Reina de España? Si se tomaba como base y ejemplo a seguir a la reina Sofía, princesa de cuna, evidentemente no. Pero en las monarquías europeas algo estaba cambiando; tras el fiasco del último matrimonio real pactado, el de Carlos de Inglaterra con Diana Spencer, los príncipes comenzaron a tener más libertad para elegir pareja. Y los reyes empezaron a actuar más como padres que como monarcas a la hora de ceder. Don Felipe lanzó un órdago en Palacio. «El rey Juan Carlos se dio cuenta de que el príncipe estaba dispuesto a casarse por encima de la voluntad real y, con buen sentido, no quiso crear un problema institucional», recuerda un miembro de la nobleza que vivió aquella situación de cerca.

«Cuando se anunció el compromiso matrimonial experimenté un sentimiento de sorpresa a la vez que de expectación, pues era una incógnita el modo en que la novia asumiría su nuevo y difícil papel y cómo sería recibida en su familia política y por la sociedad española. Lo ideal es que el heredero de la Corona contraiga matrimonio con la persona a quien ama y que, a la vez, sea adecuada para la función que deba desempeñar». Quien suscribe estas palabras es Amadeo-Martín Rey y Cabieses, doctor en Historia, académico de Número de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía y académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia.

Su sentimiento de sorpresa fue compartido por buena parte de la sociedad española. Hasta aquel día, solo un puñado de personas conocían el noviazgo entre el príncipe y la periodista. Su historia de amor culminó el 22 de mayo de 2004, en la catedral de La Almudena de Madrid, hace ahora veinte años, bajo un fuerte aguacero que la privó del paseíllo desde el Palacio Real hasta el templo. El único hijo varón de los reyes Juan Carlos y Sofía tenía 36 años cuando se convirtió en un hombre casado.

De su generación, los príncipes Felipe de Bélgica, Guillermo de los Países Bajos y Haakon de Noruega ya habían cambiado de estado civil y Federico de Dinamarca había anunciado su boda cuando Zarzuela soltó el bombazo: el futuro rey de España iba a casarse con la presentadora del Telediario. Y el perfil de las nuevas princesas, dejando a un lado a la noble Matilde de los belgas, no era muy distinto al de la hoy reina de España: jóvenes de su tiempo con una carrera profesional a la que renuncian para desempeñar un papel institucional del más alto nivel como señora de... Máxima de los Países Bajos era economista, Mary de Dinamarca, abogada. Lo de Mette-Marit es otra historia. Sin estudios superiores, participante de un reality, la princesa noruega aportó un hijo al matrimonio de otra relación. Y no faltaron las apuestas que no daban un duro por esta unión. Este próximo mes de agosto cumplirán 23 años de casados.

"El Príncipe puede casarse con quien quiera, pero no con cualquiera", decía Jaime Peñafiel

«Los matrimonios morganáticos se han normalizado en la mayoría de las casas reales de Europa. La experiencia histórica reciente nos dice que la legitimidad social de las monarquías contemporáneas se juega en el terreno de la ejemplaridad y no en el del entrecruzamiento de los vínculos de sangre entre familias reales», dice el historiador hispanobritánico Charles Powell, vicepresidente de la Red de Estudios de las Monarquías Contemporáneas (Remco).

Doña Letizia (Oviedo, 1972) procedía de una familia de clase media. De padres divorciados, él periodista, ella enfermera, era la mayor de otras dos hermanas, Telma y Erika, quien se quitó la vida en febrero de 2007, con la princesa de Asturias en avanzado estado de gestación de su segunda hija. La mancha de la futura esposa del príncipe Felipe era su matrimonio anterior con Alonso Guerrero, a quien conoció en el instituto Ramiro de Maeztu. Él era profesor, ella alumna de 3º de BUP. Tras diez años de relación, se casaron en agosto de 1998 -nunca llegaron a salir a la luz imágenes de aquel día-. Al año siguiente se divorciaron.

"La relación no ha prosperado y punto. En ningún momento se ha planteado una disyuntiva entre razón y corazón", dijo don Felipe sobre su ruptura con Eva Sannum

«El anuncio del compromiso del Príncipe de Asturias me generó confianza y tranquilidad. La elegida para ser un día reina de España era española. No necesitaría de ningún aprendizaje urgente y comprimido para conocer el país. Era licenciada universitaria y había desarrollado una notable carrera profesional en su campo, estaba preparada para entender el paso que daba y el compromiso interno y externo que implicaba en los tiempos actuales», recuerda el abogado y doctor europeo por la Universidad de Bolonia Daniel Berzosa.

«Déjame continuar»

La opinión pública se dejó llevar por la ola de simpatía que despertó ver al príncipe Felipe «enamorado e ilusionado», como él mismo reconoció al día siguiente de anunciarse su compromiso matrimonial, y Letizia empezó a dar los primeros pasos dentro de la Familia Real. Su primer tropiezo, interrumpir a don Felipe con un «déjame continuar» en su comparecencia conjunta ante la prensa tras el intercambio de anillo y gemelos con el que sellaron su compromiso, fue interpretado como un soplo de aire fresco en una institución que hasta la fecha carecía de toda espontaneidad.

Las infantas Elena y Cristina, entonces miembros activos de la Corona junto a Jaime de Marichalar e Iñaki Urdangarin, pronto se vieron desplazadas por la presencia de la novia de su hermano, a quien Zarzuela no tardó en llenar su agenda una vez convertida en princesa de Asturias. El 'efecto Letizia' fue un filón que aún hoy perdura. Los actos de la Casa Real a los que acudía como princesa -y ahora como reina- atraían más medios que ningún otro miembro de la Familia. Si dentro de Palacio sus cuñadas no se lo pusieron fácil -se comenta que solo con Jaime de Marichalar llegó a entablar una relación de confianza-, las grandes estocadas en los primeros meses de matrimonio le llegaron por parte de su familia directa, de su tía Henar, quien se creó una cuenta en Twitter para atizar a la monarquía, y de su primo David Rocasolano, que publicó 'Adiós, Princesa', un libro con el que aseguraba dar a conocer a la auténtica Letizia y desvelaba, entre otras polémicas, que se había provocado un aborto poco antes de conocer a don Felipe.

La presión mediática a la que se vio -y se ve- sometida doña Letizia es continua. Se examina con lupa cada una de sus apariciones públicas -en estos veinte años, 2.658 hasta este sábado, en la final de la Copa de la Reina de fútbol-. Su queja recurrente es que su labor se ve eclipsada por los comentarios sobre su imagen, algo que nunca ha ocurrido con la reina Sofía, de quien se decía, sin más, que siempre iba elegante. También ella ha contribuido a ello con sus continuos retoques estéticos. «El escrutinio al que se somete a la reina Letizia desde hace 20 años refleja dos cosas: que seguimos siendo una sociedad machista que evalúa a la mujer por la imagen; y que además tenemos diferentes varas de medir según nuestros orígenes. En este caso, distinta vara para juzgar a doña Letizia y a doña Sofía. Mientras que a la de origen popular se le remarca el error, a la de origen noble se le aplaude el acierto y se le presume la elegancia natural», se lamenta Gervasio Pérez, director de Moda y Belleza en Mujerhoy.

Tras diez años como princesa y dos hijas, Leonor y Sofía, en junio de 2014 se convirtió en reina. «He tenido el placer de tratarla personalmente con ocasión de la preparación de más de una docena de viajes de Estado, y me ha llamado poderosamente la atención su seriedad, su curiosidad intelectual y su dedicación», asegura Charles Powell, quien cree que doña Letizia «es demasiado sensible a las críticas que a veces se vierten contra ella. Pero sigue adelante, con una entereza y entrega encomiables».

"La legitimidad social de las monarquías contemporáneas se juega en el terreno de la ejemplaridad", afirma Charles Powell

«Su capacidad de trabajo, sus habilidades comunicativas y su interés por las causas sociales» son, para Amadeo-Martín Rey y Cabieses, los puntos fuertes de la reina Letizia. Los débiles, que «demuestra cierta rigidez en las formas sin ocultar poca simpatía por determinados usos y costumbres de algunos grupos sociales con los que no se siente identificada». De estos veinte años trancurridos desde la llegada de doña Letizia a Zarzuela, Daniel Berzosa opina que «se ha consagrado a preservar la continuidad de la Corona y la Monarquía parlamentaria» y destaca que, «junto a don Felipe, ha construido una estabilidad familiar, con sus valores afectivos, emocionales, sociales y políticos».

De doña Sofía siempre se dijo que era una profesional, un «ejemplo impagable», en palabras de doña Letizia, quien en sus veinte años en Palacio, diez casi ya como Reina, ha reinventado la figura de consorte. Perfeccionista hasta el extremo, una de sus grandes obsesiones es la preparación de la princesa Leonor -también de la infanta Sofía- para el papel que el destino, a ella sí, le tiene asignado desde la cuna. 

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