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"Los pacientes se sorprenden al ver a sus seres queridos aparecer en una pantalla"

La zaragozana Sonia Rivas, médico residente de Cardiología en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, explica el proyecto 'Llamada de cardio' que llevan a cabo en el hospital Ramón y Cajal.

Sonia Rivas, enseñando a un paciente de coronavirus un vídeo de su familia.
Sonia Rivas, enseñando a un paciente de coronavirus un vídeo de su familia.
S. R.

El aislamiento de los pacientes hospitalizados con coronavirus es uno de los aspectos más crueles de esta pandemia y en el que se está volcando el persona de todos los centros hospitalarios de España para paliar esa deficiencia y tratar de conectar a los enfermos con sus familias. 

Este es el caso del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, según explica la médico residente de Cardiología Sonia Rivas, una zaragozana de 26 años apasionada de su trabajo. En una carta que ha hecho pública la Asociación Europea de Cardiología, cuenta el proyecto que llevan a cabo en el citado centro, denominado "Llamada de cardio", nombre que se debe a la gran tensión que sufren estos pacientes porque están separados de sus seres queridos. "He visto a estos pacientes sufrir mucho estas últimas semanas; no sólo físicamente sino emocionalmente. No pueden ver a sus familias; están solos y tienen miedo. Muchos ni siquiera pueden hablar con sus seres queridos porque no tienen teléfono o están demasiado incapacitados para usarlo", expone Rivas.

La joven zaragozana explica que, desde el principio de la residencia, su director, el profesor José Zamorano, les animó a cuidar y no solo curar a los pacientes. "Este es el espíritu de nuestro departamento y este es el espíritu del "cardio-call", apunta.

"Rápidamente descubrimos que no sólo es el tratamiento antiviral o antibiótico lo importante para estos pacientes, sino también una fuerte dosis de amor"
La médico residente en Cardiología en el hospital Ramón y Cajal de Madrid Sonia Rivas
La médico residente en Cardiología en el hospital Ramón y Cajal de Madrid Sonia Rivas
HA

Así, el departamento les consiguió tres smartphones para que Sonia Rivas y otros dos colegas residentes en cardiología pudieran poner en marcha la iniciativa. "Rápidamente descubrimos que no sólo es el tratamiento antiviral o antibiótico lo que es importante para estos pacientes, sino una fuerte dosis de amor", apunta.

El modus operandi que siguen es el siguiente: "Cada día seleccionamos a los más vulnerables. Les ayudamos a llamar a sus familias. Desde que los dejamos en la sala de emergencias, no tienen idea de lo que sus familiares están haciendo y cómo están reaccionando". 

"Recuerdo a un hombre que dijo emocionado 'es mi hija, le doy un abrazo a la hija, le doy un abrazo a mi nieto'" 

Según reflexiona Sonia, "para los pacientes con un buen curso clínico, las familias se sienten aliviadas al oír la noticia. Para los pacientes con un peor pronóstico, especialmente si sabemos que puede ser su última llamada, es una experiencia profundamente poderosa... para la familia, el paciente y aquellos de nosotros que sostenemos el teléfono. A menudo, los pacientes se sorprenden al ver a sus seres queridos aparecer en una pantalla. Recuerdo a un hombre que dijo emocionado, "es mi hija, le doy un abrazo a la hija, le doy un abrazo a mi nieto". Él envió amor a todos los miembros de la familia. Su familia lloró".

En su opinión, el aspecto más conmovedor es ver el cambio repentino en el rostro de un paciente cuando reconoce a los miembros de su familia en la pantalla. "Antes de la llamada parecen deprimidos y cansados. Cuando ven a sus familiares, sus rostros se iluminan y sonríen. Parecen una persona diferente. Todos lloran mucho, pero creo que son lágrimas de felicidad. Los mayores que no entienden la tecnología intentan coger el teléfono móvil para tocar a sus familiares en la pantalla".

Rivas destaca que casi todas las llamadas incluyen las mismas frases, una y otra vez: "Te quiero" y "Yo también te quiero". Y más que las palabras, subraya la médico, es ver las caras de los demás. "Las familias se imaginan lo peor y no pueden relajarse hasta que ven la cara de su ser querido. Una simple llamada es suficiente para tranquilizarlos".

"Las familias se imaginan lo peor y no pueden relajarse hasta que ven la cara de su ser querido. Una simple llamada es suficiente para tranquilizarlos"

La joven zaragozana señala que, al inicio de las videoconferencias, no esperaba que fuera algo tan emotivo. "Mi trabajo es estar tranquila, pero es muy difícil no sentirse afectada por estas escenas. Son momentos difíciles para las personas que se preocupan por los demás. Pero estoy orgullosa de ayudarles a conectarse en un momento en que es tan vitalmente importante para todos ellos".

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