Nacional

LOTERÍA DE NAVIDAD

¿Se puede cobrar un décimo de la lotería de Navidad estropeado?

Si el boleto está muy dañado no hay que manipularlo y hay que rellenar una solicitud que la administración envía al organismo nacional.

Los bombos de la lotería de Navidad están ya instalados en el Teatro Real de Madrid
EFE/Ballesteros

El colmo de la mala suerte. Se te olvidó comprobar los bolsillos de la ropa antes de poner la ropa en la lavadora y el décimo o el reguardo que llevabas se ha estropeado. Parece increíble, pero estas cosas suceden más a menudo de lo que se piensa. Llegar a cobrarlo puede convertirse en una auténtica pesadilla y para evitarlo lo mejor es seguir las recomendaciones que se hacen desde Loterías y Apuestas del Estado.

Lo primero es recopilar y juntar cada uno de los fragmentos que se tengan para intentar reconstruirlo. Eso sí, no hay que manipularlo de ninguna forma y no juntar los trozos con celo u otro tipo de adhesivo. Ha habido casos en que el propietario del 'billete' lo ha restaurado y lo ha podido cobrar sin ningún problema, normalmente porque los códigos eran legibles y la cuantía no muy elevada. También depende de la amabilidad del lotero.

Hay que comprobar si el código de barras (20 dígitos), código QR o la numeración que identifica la apuesta se puede leer y ver con claridad. Si ha quedado bastante dañado, la solución pasa por acudir a una administración de lotería y rellenar un formulario para la gestión de reclamaciones al que se adjuntan los restos del décimo o resguardo. El punto de venta es el que se ocupa de enviar la solicitud a la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado.

A partir de aquí, toca esperar a que determinen si lo dan por bueno o no. Si el boleto está demasiado deteriorado y existen dudas, Loterías y Apuestas del Estado lo envía a la Fábrica de Moneda y Timbre, que es la que tiene la última palabra. Si la resolución es negativa, siempre queda la opción de recurrir a los juzgados. Hay que tener presente que el plazo máximo de pago caduca a los 3 meses, y Hacienda acaba embolsándose todos los años una cantidad nada desdeñable por premios no reclamados.