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La reagrupación familiar reúne a once inmigrantes con sus seres queridos

Durante 2016 se realizaron 56 solicitudes a través de Extranjería de la Subdelegación del Gobierno en la provincia.

Nancy en compañía de sus hijos, Naomi y Rafael
La reagrupación familiar reúne a once inmigrantes con sus seres queridos
Luis Ángel Tejedor

Naomi y Rafael llegaron a Soria en febrero del año pasado. Fueron parte de las once reagrupaciones familiares concedidas a inmigrantes en el año 2016 desde la Subdelegación del Gobierno para poder traer hasta la provincia a sus seres queridos.


"Era mi sueño poder tener una casa propia, un trabajo y una estabilidad suficiente para traerlos para acá", relata su madre. Se llama Nancy y lleva en España "nueve años o así". Salió de Nagua, una pequeña capital de provincia en República Dominicana, con apenas 30 años. Ha sido una década después cuando ha podido reunirse, "por fin", con sus dos hijos. "El nuestro fue un proceso largo", relata. Aunque el papeleo, las pruebas de ADN, los pagos de las tasas correspondientes -"unos 300 o 400 euros"- y demás trámites "se olvidan" cuando los mira.


Durante todo el año 2016 entraron en Extranjería de la Subdelegación de Soria 56 solicitudes para la reagrupación familiar. De todas ellas, a cierre del año había 27 concedidas, de las cuales 11 ya se habían hecho efectivas y otras 16 estaban pendientes de entrar en España. En todo 2015 se concedieron 34, un número que podría ser mayor en el cómputo del año pasado teniendo en cuenta que quedan 17 en trámite, según las mismas fuentes.


La reagrupación familiar es una autorización de residencia temporal que se puede conceder a los familiares de los extranjeros residentes en España. Como todo este tipo de trámites, se concede en función de unos requisitos entre los que se incluyen no ser ciudadano de un Estado de la Unión Europea, no encontrarse irregularmente en territorio español, carecer de antecedentes penales, tener asistencia sanitaria, tener medios económicos suficientes para atender las necesidades de la familia o disponer de vivienda adecuada. También influye el tiempo de residencia. Así, el reagrupante debe haber vivido en España durante un año como mínimo y haber obtenido autorización para residir por, al menos, otro año. Con ello, fueron 12 las peticiones rechazadas hasta entonces.


No fue el caso de Federico Herrera. "Trabajo, trabajo y mucho esfuerzo" es lo que le permitió traer a dos de sus cuatro hijos a España. Eling, con 14 años recién cumplidos, y Davin, con 11, ya conocen de sobra la zona de juegos de La Dehesa. Su padre, quien durante la conversación no le quita ojo al más pequeño mientras se balancea en un columpio, se emociona al recordar "la alegría" que sintió al tenerlos con él. En su caso el proceso fue más rápido, aunque se prolongó unos cuantos meses. "Bueno, ahora eso ya no importa", asegura.


El objetivo en ambos casos es "encontrar un futuro mejor" para ellos y para sus hijos. Así llegó Nancy a Madrid hace diez años para vivir la que es "la historia de muchos otros" compatriotas. Compartió piso allí y tres años más tarde en Covaleda. Después se instaló en Soria. Enfermera de profesión "y vocación", apunta, no pudo convalidar el título al llegar a España. Trabajó de comercial en una tienda y también en la restauración, pero "son muchas horas" y ahora ha podido cambiar de trabajo para poder pasar más tiempo con sus hijos. "¡Fíjate que ahora que los tengo aquí no los iba a ver más que un rato por la noche...!", dice.


Ella llegó a la provincia "de casualidad". Aunque ahora, dice, ya no se iría "a ningún otro lado". Federico, por su parte, tenía aquí a parte de su familia y amigos, a quienes está "muy agradecido". Como lo hacía Nancy hasta hace poco, cuenta que regresa "cada año" a República Dominicana desde donde hace una década emprendiera el camino hacia España en busca de una oportunidad. Pero, como dice, "al final aquí tampoco está la cosa muy bien". Así que va "tirando", con "la esperanza" de poder reunirse con su mujer y sus otros dos hijos, Deimyn, de 10 años, y Darling, de seis. "¡Fíjate que fue imposible que no fueran todos varones!", se queja entre risas.


La positividad es una constante en ambos casos. También cuando Nancy recuerda desde un cálido piso de la capital cómo tuvo que llevarles ropa de abrigo a sus hijos el cuando llegaron. "¡Vinieron apenas con una camiseta de manga corta!", destaca sonriente. La temperatura en Soria en pleno invierno del año pasado era un tanto diferente a la de allá. "Es que allí no hay el invierno este de aquí. Bueno, no hay invierno", se excusa. Al final, aquella fue una de las pocas pegas que encontraron los jóvenes al llegar a España. Aunque, claro, con 14 años él y 18 ella, no fue fácil dejar allí a sus amigos y familiares. Toda una vida en la que, sin embargo, no pudieron disfrutar de su madre excepto en aquellas ocasiones en las que Nancy conseguía el dinero para hacerse con el pasaje. "Es un poco duro", confiesa Naomi, consciente de que casi un año después ya está "a gusto aquí en Soria", estudiando como su hermano y labrándose un futuro por el que también luchó su madre.

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