La enigmática vida del pistolero que disparó a Trump desconcierta al FBI

Los investigadores siguen sin saber las motivaciones de Matthew Crooks, quien no estaba obsesionado con el expresidente ni figuraba "en los radares".

Matthew Crooks, un entusiasta de las armas de 20 años, disparó ocho veces el pasado 13 de julio y solo le rozó la oreja a Donald Trump.
Matthew Crooks, un entusiasta de las armas de 20 años, disparó ocho veces el pasado 13 de julio y solo le rozó la oreja a Donald Trump.
Josh Piccolo

Quería ser Lee Harvey Oswald y, en cierto modo, lo consiguió. Ambos asesinos se han llevado a la tumba el misterio de por qué intentaron matar a un presidente de Estados Unidos. El FBI intenta recomponer sus pasos y el puzle de sus vidas.

El primero, un avezado exmarine de 24 años, que se parapetó en el Depósito de Libros Escolares de Dallas (Texas) en 1963, solo necesitó tres disparos para matar con la última bala a JFK Kennedy. Matthew Crooks, un entusiasta de las armas de 20 años, disparó ocho veces el pasado 13 de julio y solo le rozó la oreja a Donald Trump.

Crooks había empezado a comprar por internet un año antes piezas de armas con nombres falsos, así como materiales explosivos que utilizó para fabricar artefactos rudimentarios que luego se hallaron en su coche y en su casa. Allí tenía toda una colección de armas y equipo de combate. Se inventaba seudónimos y cubría sus huellas digitales. "No estaba en nuestro radar", admitió el director del FBI, Christopher Wray, al Congreso.

El chico siempre fue por delante del FBI. Era introvertido, inteligente y metódico. No parece que estuviera obsesionado con Trump. Había buscado por internet datos sobre Biden, el fiscal general Merrick Garland, la próxima convención del Partido Demócrata en Chicago y hasta del director del FBI, que hoy dirige la investigación. Trump se puso a tiro al convocar un mitin a una hora de su casa.

Crooks se registró como asistente dos días después de que se anunciase, el 3 de julio. Ese día buscó por internet "a qué distancia estaba Lee Harvey Oswald de Kennedy". Con ese dato se fue a recorrer la ubicación designada por la campaña, la víspera de que lo hicieran los servicios secretos. Durante 20 minutos estudió el parque rural de la Feria de Granjeros de Butler donde eligió el almacén de la empresa AGR. El día de autos entró en las instalaciones en dos ocasiones y sobrevoló un drone durante 16 minutos para analizar el ángulo. Oswald disparó a Kennedy desde 73 metros. Él lo haría a 119 metros.

Le gustaba la ingeniería y la informática, pero trabajaba en una residencia de ancianos como ayudante de nutrición. Aquel día lo había pedido libre. Tomó prestado el rifle de su padre y pasó por una armería para comprar 50 rondas de munición del calibre 5.56. En otra parada adquirió en Home Depot una escalera de metro y medio para subir al tejado pero luego entendió que no era buena idea. Se trataba de un mitin masivo que había atraído a miles de personas. Tuvo que aparcar a más de un kilómetro.

Los primeros vídeos le situaron merodeando por los alrededores a las 5.06 pm. O sea, 65 minutos antes de que apretase el gatillo y matase en el acto a un bombero jubilado. Otras dos personas del público sufrieron graves heridas. Ahora se sabe que, en realidad, la Policía de Butler le había detectado cien minutos antes, cuando uno de los agentes locales asignado como contra francotirador salió del edificio de AGE e informó de su presencia. "Tíos, estoy fuera, tened cuidado", escribió a las 4:19 pm al grupo que habían formado las fuerzas del condado.

Al acabar su turno había observado a un chico de pelo lacio, gafas y cabello rojizo sentado en una de las mesas de picnic junto al almacén que le pareció sospechoso. "Alguien nos ha seguido, se ha colado y se ha estacionado junto a nuestro coche, que sepáis que está ahí", dijo, según los mensajes que el senador republicano de Iowa, Charles Grassley, ha compartido con el 'New York Times'. "Entendido", le contestaron.

Detectado por los agentes

Mientras miles de personas hacían cola para pasar al recinto principal a través de los detectores de metales, Crooks ni siquiera lo intentaba. Esa conducta y los binoculares de golf con los que oteaba el escenario llamaron la atención de los agentes encargados de vigilar el perímetro colindante. Uno de ellos incluso le fotografió subiéndose a un muro, pero a las 5:10 lo perdió de vista y comenzó a buscarle inquieto. A las 5:38 puso la foto que le había tomado en los grupos. "El chico estaba estudiando el edificio en el que estamos. Le vi con los binoculares de golf mirando al escenario, por si queréis notificar a los francotiradores de los servicios secretos para que estén atentos", escribió. "Llama a la Comandancia y que manden a un uniformado a comprobarlo", le contestó alguien dos minutos después.

Los agentes de Inteligencia no llegaron a saber de ningún sospechoso y dejaron a Trump subir al escenario. Crooks subió por la pared hasta el tejado, donde algunos asistentes le vieron sacar el rifle. A las 6:11 estaría muerto. Su odisea duró menos de 16 segundos. En ese tiempo disparó ocho balas en tres ráfagas. Uno de los agentes locales devolvió el fuego en su dirección y eso le distrajo una milésima de segundo. Lo justo para que el antifrancotirador de los servicios secretos le acertara con un solo disparo, el que acabó con su misteriosa vida, más enigmática cuanto más se sabe de ella. ¿Qué es lo último que vio en su teléfono? Una página de películas porno, según fuentes policiales del New York Post.

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