Trump aprovecha el atentado para apelar a moderados e independientes como un conciliador

La convención del Partido Republicano pone fin a la temporada de primarias en Estados Unidos y cambia el foco a las elecciones generales del próximo mes de noviembre.

Foto del intento de asesinato al expresidente Donald Trump en un mitin en Pensilvania
Donald Trump, durante el mitin en Pensilvania en el que sufrió un intento de asesinato.
Associated Press/LaPresse

Las primarias han terminado y Donald Trump es ya oficialmente el candidato del Partido Republicano a las elecciones generales del 5 de noviembre. Su audiencia ha cambiado. Ya no necesita espolear a sus bases más radicales para asegurarse de que salen a votar en primarias, sino convencer a los republicanos moderados e independientes de que él será el mejor presidente para el país, capaz de aglutinarlo bajo su liderazgo. Toca ser conciliador.

El intento de asesinato que sufrió el sábado en la pequeña localidad de Butler (Pensilvania) le ofrece una oportunidad única para reconducir su imagen. Con su instinto infalible para manejar las emociones ajenas, Trump no podía dejar pasar semejante oportunidad. En declaraciones a un periodista del Washington Examiner, que el domingo viajó con él a Milwaukee, donde este lunes comenzó la Convención Nacional del Partido Republicano a la que se dirigirá el jueves, aseguró haber "arrojado a la basura" el discurso que tenía escrito para sustituirlo por otro "unificador".

Un nuevo tono político que precisamente dice haber adquirido a la luz de la catarsis que le habrían producido el roce de las balas. "Era un discurso extremadamente duro, pero bien planteado", dijo. "He estado peleando (por la nominación del partido) contra un grupo de personas que, en su momento consideré muy malas, y ellos han estado luchando contra mí. Hemos dado una buena pelea, pero ya no puedo seguir diciendo esas cosas".

Se refería a sus principales contendientes en primarias, su exembajadora ante la ONU y exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, y el también gobernador de Florida Ron de Santis, a los que ha invitado a hablar en la convención, no sin que estos renuncien antes a sus delegados para que puedan votar unánimemente por Trump. Tradicionalmente la convención del partido presenta al candidato con la oportunidad de sanar las heridas de primarias. 

Los políticos están acostumbrados a pasar página y abrazarse con quien criticaban, pero sus seguidores pueden guardar rencor. Algunos, como los de Bernie Sanders en 2016, nunca perdonan y pasan factura al ganador en las generales. Esos votos pudieron haber dado la victoria a Hillary Clinton, si ella hubiera sabido ganárselos. Trump no va a cometer ese error. Ni el de pensar que puede ganar en noviembre solo con los conservadores.

Sus bases lo saben y lo entienden. La decisión de no buscar en la plataforma del partido, aprobada ayer en el marco de la convención, un veto nacional del aborto ha decepcionado al movimiento pro vida, que sin embargo sabe que lo importante es ganar las generales. "Tiene que hilar muy fino para ganar votos", le entiende Frank Pavone, director de Priests for Life. A nosotros no nos preocupan las palabras, sino las acciones. Y él ha hecho más por el movimiento pro vida que ningún otro presidente".

"No camines con miedo"

Trump ya no necesita de los medios de comunicación para comunicarse con sus seguidores. Su mensaje les llega por texto al teléfono gracias a la base de datos que la campaña ha armado durante ocho años al registrar a los que solicitan admisión a sus mítines masivos. "'Fight, fight, fight' (luchad, luchad, luchad)", decía el que llegó horas después del intento de asesinato, del que salió prácticamente ileso con el puño en alto y un chorreón de sangre en la cara. "No tengas miedo", dice otro que muestra Sandy Hodges en su teléfono. Y ya no lo tiene.

Cuando la noticia del atentado vibró en la pantalla, la delegación de Oklahoma de donde es delegada estaba reunida en el hotel Hilton Garden del aeropuerto de Milwaukee. "Afloraron muchas lágrimas de hombres y mujeres", cuenta con los ojos aún enrojecidos. "¿Por qué alguien querría matarlo?". Como hacen siempre que la vida les asusta, se dieron las manos y se pusieron a rezar. Pronto supieron que su líder había esquivado la bala, "por la gracia de Dios", y recibieron su mensaje, con un enlace para donar a su campaña. "No camines con miedo", decía.

Ahora está más entusiasmada que nunca. "Si Dios puede dirigir una piedra, también puede torcer una bala", le llega por las redes sociales. Tiene más claridad que nunca sobre la misión divina de su líder, "un luchador, un superviviente, al que si le han escuchado decir cosas inapropiadas es porque cuando le acorralan lucha para defenderse", pero es "fundamentalmente una buena persona, que tiene en mente el bien del país".

El intento de magnicidio "demuestra que están intentando acabar con él por todos los medios posibles, -'impeachment', imputaciones judiciales y ahora asesinato", sostiene el prelado de Priests for Life. Todos los delegados entrevistados por este periódico en el marco de la convención dicen conocer a alguien que antes no estaba convencido de votar por Trump, "pero cuando vieron cómo reaccionaba, cambiaron de opinión", dice Pavone. "Su resolución y espíritu de lucha llega a la gente que originalmente no era entusiasta".

Trump despierta ahora más solidaridad y empatía que nunca. Es claramente la víctima. Y en comparación a la fragilidad del presidente Biden, de 81 años, se parece más al héroe de las películas que los estadounidenses quieren ver sentado en la Casa Blanca "haciendo lo mejor para el país", concluye Hodgets. 

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