reino unido

Una infección masiva entre enfermos avergüenza al Estado británico

Hasta 30.000 pacientes, desde ancianos a niños, fueron contaminados con el virus del sida o la hepatitis C durante más de dos décadas.

Reino Unido encubrió hasta 30.000 casos de sangre contaminada con VIH y hepatitis entre 1970 y 1991.
Reino Unido encubrió hasta 30.000 casos de sangre contaminada con VIH y hepatitis entre 1970 y 1991.
Europa Press/Contacto/Joao Danie

Unos 30.000 británicos, desde ancianos a niños, fueron envenenados por un tratamiento médico que recibieron en los servicios del Servicio Nacional de Salud (NHS) durante más de dos décadas. Se trata de transfusiones de sangre y productos farmacéuticos procedentes en su mayoría de Estados Unidos, que infectaron a los pacientes con el virus del VIH, o sida, y de la hepatitis C.

Sir Brian Langstaff, ex juez del Tribunal Superior de Inglaterra y Gales, ha presidido una investigación pública que ha durado cinco años. Tras la presentación de su informe ha afirmado que no existió una cábala de conspiradores para ocultar lo que estaba ocurriendo, sino algo "más sutil, más extendido y más escalofriante en sus consecuencias" entre médicos o ministros. Es la mayor catástrofe de una institución de sanidad pública muy apreciada por británicos.

La investigación ha recogido testimonios que avalan que el personal médico de los hospitales en el Reino Unido no tomó en consideración el riesgo de las transfusiones entre 1970 y 1992. También señala que se trató a niños con plasma sin consultarlo a los padres, incluso que en algunos casos se trató a minusválidos como si fuesen cuerpos disponibles para la investigación científica. Se trata de unos 3.000 infectados han muerto y siguen muriendo.

El primer ministro, Rishi Sunak, fue al Parlamento para hacer una declaración, que comenzó con una sentencia rotunda. "Este es un día vergonzoso para el Estado británico", dijo el líder conservador. "El resultado de esta investigación debiera sacudir las entrañas de nuestra nación", añadió. "Esto pudo ser evitado. Se sabía que esos tratamientos estaban contaminados. Y se ignoraron las alarmas repetidamente -denunció-. Una y otra vez, gente en posiciones de poder y confianza tuvo la oportunidad de detener la transmisión de esas infecciones, y una y otra vez no lo hicieron".

Compensación

Los testimonios de los familiares y las historias publicadas por los medios británicos al respecto son conmovedoras. También hubo parejas que fueron infectadas y lucharon durante años contra la enfermedad y contra los gobiernos que aplazaban la investigación, personas que han muerto sin tener conciencia del reconocimiento público. Y familias rotas por el impacto de la experiencia. El ministro de Economía y Hacienda, Jeremy Hunt, ha filtrado a los medios que el Ejecutivo británico reserva más de 10.000 millones de euros para las compensaciones. Recuerda, además, la muerte de un ser querido entre aquellas víctimas.

El juez Langstaff propone ahora un abanico de recomendaciones para evitar que ocurra una calamidad similar. La más significativa, quizás, es que se inyecte en las instituciones y a los jefes lo que, según este jurista, faltó en este caso: "apertura, transparencia, dudas". Un ejemplo claro de ello es que se sabía que el plasma tenía un riesgo de provocar hepatitis. En la era del miedo al sida, había voces obstinadas en que no se transmitía por transfusiones.

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